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Zurcir la esperanza del 2024

¿Por qué no hacemos presente los momentos maravillosos que el 2023 nos regaló?
Foto: Juan Manuel Valdivia

Querido 2024: Si tú te sientes “azorado”, ¡imagínate cómo estamos nosotros! Tu llegada nos llena de zozobra.

Las palabras: temor, desconsuelo, enojo, desesperanza, se repiten para nombrar tu arribo. Urgía “ponernos hasta atrás”, atascarnos de comida, “estrenar algo de marca”, esconder los miedos en risas, abrazos y felicitaciones, para diluir en la inconsciencia el susto. 

En la resaca es más fácil olvidar el terror al cambio, a lo nuevo, lo desconocido, transformarlo en quejas y lamentos: “Ay, me siento atropellado”, “Tanto trabajo y nadie te lo agradece”, “¿Cuándo dije que sí?” “Si yo ni quería”, “¿A quién le creo?”. 

¿Dónde comenzamos para zurcirla? El panorama está lleno de focos rojos. Si es así, lo primero que toca para bordar la esperanza es despertar. Tomar conciencia de que urge hacer algo al respecto. Porque lo que queda muy claro, es que la Esperanza no es una palabra bonita que nos cae del cielo, al igual que a la Paz, hay que invertirles tiempo, dinero y esfuerzo: sembrar y regar, para que florezcan.

La capacidad competitiva que poseemos, se acrecienta a la hora de las quejas, pareciera que, en lugar de compartir una pena, es una competencia para ver quien sufre más, a quien le va peor; nos quejamos de lo largo del camino sin mirar las flores y la belleza que brotan a nuestro paso, la oportunidad, que muchos no tienen, de poder salir de nuestro rincón, al encuentro de la vida. 

Así que, si tenemos tan evidente el claroscuro horizonte que enfrentamos, ¿por qué no hacemos presente los momentos maravillosos que el 2023 nos regaló? Por lo pronto, retomamos nuestra vida, diferente a la de antes de la pandemia, ya no somos los mismos. Este año, tuvimos el gusto de encontrarnos con los que amamos para intercambiar cuitas y recetas de sobrevivencia, volver a reír a carcajadas, ejercicio olvidado en las conexiones entre pantallas; de perder el miedo a expresarnos, a comunicarnos, de guardar la pijama y comenzar a recuperar el gusto por exponer nuestro atractivo, de cuidar la estética; de bajar el taparrabos, digo, el tapabocas y expresar nuestras nostalgias atoradas en uno y mil besos.  ¡Regalos de la vida que se guardaron en uno y cien cajones en espera de mejores tiempos! Por el miedo de contagiarnos, de conectarnos, de exponernos, de manifestar nuestra fragilidad. 

Y llegó el tiempo de la Filey para encontrarnos con los amigos, en vivo y en papel: con los de nuestra especie. Feria que tendríamos que erigir como ícono de nuestra sociedad peninsular como lo es la FIL en Guadalajara. Convertirla en cita anual entre los amantes de la cultura, la lectura, la belleza y la Paz. La Filey UADY, como punto de encuentro de los antiguos habitantes del estado, con los recién llegados, para conformar una sociedad metropolitana que estamos bordando entre todos para construir la Paz que aspiramos.

En abril festejé mi cumpleaños invitando a sobrinos a visitar la exhibición de Van Gogh. ¡Qué alucine! Recordé la novela sobre su vida, tan llena de dolor, desesperanza y lucha y cómo, en medio de toda esa zozobra, logro trascender y transformar nuestras vidas con la belleza de los girasoles y noches estrelladas que se escapan de sus marcos y danzan por las paredes de los museos del mundo. 

Si bien agradezco los reconocimientos, la sonrisa de los chiquitos, de los jóvenes y docentes, me nutren con generosa abundancia, sobre todo, la gira anual a las escuelas donde he detectado directores comprometidos y, a manera de celebración de la vida, visito: Dzitnup, Pustunich, Chichimilá, Chemax, Mérida, Tizimín, Dzibalché y Telchac con Judy Abbott; cada dos años el Congreso de Lectura para Leer el Siglo XXI, que organiza IBBY, Cuba; los zooms para promotores de lectura que promueve Carolina Pinela, desde San Luis, Argentina o los Congresos a maestros STEM, que propicia Pilar Suárez desde Tamazunchale, SLP para toda América Latina; Candi May Novelo y su Casa Colibrí en Pro de los Derechos Humanos, visitar AmarOlga Moguel, escribir en la Jornada Maya cada semana y concluir mi novela, son metas que me fortalecen para iniciar el 2024. 

Reconocer y agradecer, bordan la esperanza. ¡Vamos con todo! 

¡Ahí viene la Filey!

[email protected]  


Lea, del mismo autor: Me duele Navidad



Edición: Estefanía Cardeña


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