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Letras sanadoras

KikiMundo, en todas sus propuestas, nos invita a ver el mundo a través de otros ojos
Foto: Facebook KikiMundo

Nos dijeron que venimos a tener un hijo, a sembrar un árbol y a escribir un libro. La mayoría se dedica a tener hijos, algunos, sin tener en cuenta si tienen vocación; esperan que el gobierno siembre los árboles y, quizá, aunque les gustaría, no saben cómo escribir un libro o, qué hacer con él. Sienten terror de que, al escribirlo podrían saltar esos desconocidos que viven agazapados dentro y… ¡Uyyy! ¡Qué susto!

Kikí Suárez, psicoterapeuta alemana, llegó hace muchísimos años a San Cristóbal de las Casas, Chiapas, se enamoró de un joven de apellido Suárez y se dejó envolver por la magia de la zona. No fue fácil. No hablaba español y no entendía muy bien la cultura. En el proceso aprendió a expresarse a través de dibujos que algunos llamaban infantiles; juicios y sentencias que nos manifiestan la incapacidad de estas personas, de ver la profundidad en la sencillez. 

Los años transcurrieron y hoy, Kikí, tiene en una de las calles más importantes de San Cristobal, su KikiMundo en el que los visitantes se asoman a disfrutar esa magia que ella percibió y ha traducido y forjado entre el dolor de ir perdiendo la vista, las preguntas y la cantidad de borbotones de historias que brotan del fondo de su corazón traducidos en mil y un objeto, textos, dibujos, fotografías, cuentos, memorias y crónicas del tiempo transcurrido.

KikiMundo, además de galería de arte con propuestas de artistas variados y exhibición y venta de su obra, ofrece conferencias y talleres para necesidades variadas, en beneficio de la comunidad.

El pasado seis de enero, El Centro Cultural La galería de Kikimundo y Laia Editora Argentina, presentaron, en distribución gratuita, de su Colección: Antologías Hispanas, el Volumen No 4: “Cuentos de Abuelas y Abuelos”. 

Hace un par de meses se abrió la convocatoria. El cuento tendría que tener únicamente 300 palabras y 75, la presentación del autor. Al leer la invitación recordé a mi abuelo Humberto y me lancé a compartir una de sus historias que me forjaron y, que el seis de enero, llegó como regalo de Reyes y Reinas, con la de Abuelos y Abuelas de 48 autores de varios países de América.

 

La magia de mi abuelo

Mis abuelos se casaron y se fueron a vivir a los Estados Unidos. Él arrastraba una juventud de malas decisiones, como presumir encendiendo un cigarro con billetes de 100 pesos y ya, con algo de madurez, aspiraba a reinventarse. 

Su cuñado tenía una botica en San Antonio Texas y le ofreció trabajo. Estaba tan apenado con su pasado, que trabajaba muy duro para demostrar su valía, pero ser empleado no era lo que aspiraba y estaba alerta para encontrar otra oportunidad. 

Muy cerca, había un señor que estaba desesperado por vender su botica y solicitaba 400 dólares en pago. Mi abuelo tenía 20. Siempre me he preguntado qué habrá hecho para convencer al señor que pagaría la deuda, y este, qué tan desesperado estaría para aceptar semejante trato. Ese fue el inicio de la magia, ya que, si no tenía los 380 dólares para liquidar su deuda, menos para llenar los anaqueles de mercancía. Me enteré adolescente, cuando fui a vivir con ellos un par de años y los sábados iba ayudarle a su Botica del Socorro que logró construir paso a pasito, en un gran edificio del barrio latino. 

No sé cuántas veces me contó la historia y cada vez que lo hacía, me asombraba su ingenio. Cuando un cliente llegaba, el abuelo apuntaba en una hoja los nombres de las medicinas y decía: “Un momentito, por favor”, entraba a la bodega donde había un muchachito que salía corriendo, por la puerta de atrás, a la botica de su cuñado que le daba 15% de descuento. 

Y de 15 en 15, el abuelo llenó “mágicamente”, las cajitas vacías de los anaqueles.  Con mi abuelo aprendí a llenar mis cajitas vacías para alcanzar mis sueños, con pizcas de ingenio, tenacidad y esfuerzo.

Sí, escribir sana. Al abrir el morral y conectarse con nuestras historias, vamos comprendiendo ese bordado de infinidad de hilos y vericuetos, de sueños, temores y esperanzas de los que nos antecedieron y que nos han traído hasta el día de hoy, para descubrirnos, como seres humanos, con luces y oscuridades, en proceso de intentar mejorar la semilla.

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Lea, de la misma autora: Los reyes magos llegaron a Amaro

 

Edición: Fernando Sierra


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