de

del

Me siento destruida

Las dos caras del diván
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

—Me siento destruida —se lamenta María—. Nunca pensé que pudiera pasarme algo así.

Con un movimiento de mi mano la invito a que continúe. 

—Me da mucha vergüenza —baja la mirada—. Siento que hice algo terrible. Aunque yo no lo sabía. 

Silencio. Le acerco la caja de kleenex. Duda antes de agarrar uno, dos, tres. Como si intuyera lo que se viene.

—Me sentí sola después de separarme de mi esposo. Fue mi primer novio. La primera… la única persona con la que tuve intimidad. 

Fue hace ocho meses. Lo descubrió en infidelidad flagrante. No había manera de que él lo negara, como lo había negado muchas veces. Ya no fue posible que María pudiera convencerse del pretexto de su marido: sí tuvo que trabajar hasta tarde, sí era sólo una amiga, sí estaba loca. Antes se había creído ese tipo de historias. Abrió la puerta y vio el revoltijo que los dos hacían en su propia cama. La escena que le mostraron sus ojos fue más verosímil que la certeza de su intuición.

—Por eso cuando conocí a Diego pensé que aquello era increíble. Nunca me había sentido tan bien, tan comprendida.

—¿Cómo es eso?

—Me sentí cómoda con él. Como si nos conociéramos de tiempo atrás. No sé cómo explicarlo. Teníamos buena conexión. No sólo en lo sexual. Él entendía mi estado, yo el suyo. Una comunicación sin palabras. ¿Cómo se alcanza eso en cuatro meses? ¿Cómo sé si la otra persona quiere estar conmigo, si estoy segura con él, o si sólo miente? Debí escuchar a mi intuición.

Para María la intuición no es una amiga en la que confíe.

Recuerdo al soldado Tomagra y la incertidumbre contra la que luchaba. Es el personaje de “La aventura de un viajero”, el primer cuento incluido en Los amores difíciles, de Italo Calvino. Soldado de infantería, viaja solo en un tren. Cuando una señora se sienta a su lado comienza su debate interno: ¿por qué toma el asiento junto a mí, habiendo lugares libres en el compartimiento?, ¿será por comodidad, por la dirección de la marcha, por la corriente de aire?, ¿le desagradará mi uniforme?, ¿querrá un leve contacto?, ¿anhelará un consuelo? La mujer es viuda. O así lo intuye Tomagra por el vestido negro y el velo que cae sobre su rostro.

—Era tan agradable estar con él que no dudé en decirle a mi hija —toma tres kleenex más porque no ha dejado de llorar—. Me daba vergüenza porque él era sólo unos años mayor que ella. ¿Qué iba a pensar de su madre? Una cincuentona saliendo con un chamaco de treinta.

—Ni tan chamaco.

—Para nada —asegura—. El hijo de puta. Pero las dudas estaban: ¿iba a pensar que su madre era una loca, una libertina? ¿Se iba a enojar por olvidar a su padre en menos de seis meses? ¿Me iba a apoyar? ¿Iba a querer conocerlo?

Tomagra, soldado de infantería, no deja de hacerse preguntas mientras aspira el perfume de la viuda. Contrae su pantorrilla para que sus piernas contacten y ver si la mujer responde con algo. Lanza su meñique a explorar la seda de su vestido, por si acaso un movimiento diminuto —tan ínfimo que pudiera parecer involuntario— logra hacer que la mujer salga de su reserva. Pero ella no se mueve. Tomagra se pregunta: ¿he sido invasivo y se ha paralizado? ¿No se movió porque desea que yo continúe? ¿Fui demasiado sutil y ella quiere algo más directo? Las preguntas fluyen como el tren sobre los durmientes.

—La cara pálida de mi hija me hizo pensar lo peor. Me preguntó su nombre, su edad, dónde lo había conocido. En el deportivo, le dije. Su palidez aumentó.

Se suena la nariz. Los kleenex fluyen como las dudas de Tomagra, como el tren sobre las vías.

—Me dijo: “mamá, yo también salí con él. Un año y medio. Nada formal”. El hijo de su chingada me estaba cogiendo a mí y antes se había cogido a mi hija. Cuando ella le contó sobre mis cosas, mis problemas, mis miedos. Pensé: qué ilusa, con razón me sentí tan comprendida. Pero, ¿cómo lo iba a saber? ¿Cómo se adivinan esas cosas?

El tren entra a un túnel y Tomagra aventura un movimiento que no deja lugar a interpretaciones. Esta vez la viuda sí reacciona. Aun así, las dudas se suceden: ¿qué significa su respuesta? ¿Había Tomagra pasado el límite? ¿Era el gesto de ella una señal de que todo era verdadero, de que aceptaba, que participaba?

—Siento asco —gime María—. Al mismo tiempo, no puedo evitar preguntarme si todo fue falso entre nosotros, o si el entendimiento, la comprensión que sentí tuvo algo de genuino. ¿No hay lugar para esa posibilidad? Si la hubiera, yo regresaría.

¿Qué se necesita para creerle a los ojos, para hacerle caso a la intuición, para escuchar lo que dice la contracción de una pantorrilla?

Pienso en Tomagra, en María, en el chamaco de treinta —ni tan chamaco—, en la hipotética viuda. Me pregunto si alguna vez, frente al otro, se llega a tener alguna certeza, si es posible alcanzar la certidumbre de que sus palabras son vehículo fidedigno de su pensamiento. Y si este correr del pensamiento llega alguna vez a equipararse al improrrogable fluir del deseo. Como el del meñique que tantea una respuesta por medio de la seda. O el de María, que aspira a ser comprendida por su pareja. 

[email protected]


Lea, de la misma columna: Ahí adentro no hay Navidad

Edición: Estefanía Cardeña


Lo más reciente

Guerra comercial: Trump anuncia aranceles del 100 por ciento a películas extranjeras

"La industria cinematográfica estadunidense está muriendo rápidamente", justificó el mandatario

Europa Press

Guerra comercial: Trump anuncia aranceles del 100 por ciento a películas extranjeras

DIF Yucatán concluye celebraciones por el Día del Niño y la Niña

Las últimas actividades tuvieron lugar en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI

La Jornada Maya

DIF Yucatán concluye celebraciones por el Día del Niño y la Niña

Leones de Yucatán y Conspiradores de Querétaro protagonizan dramático juego de pelota

Los melenudos cayeron 13-12 ante los locales

La Jornada Maya

Leones de Yucatán y Conspiradores de Querétaro protagonizan dramático juego de pelota

Crearán Universidad del Mar en Yucatán; enseñará comercio, ingeniería y seguridad

La Semar y la Segey firmaron un convenio para erigir el proyecto educativo

La Jornada Maya

Crearán Universidad del Mar en Yucatán; enseñará comercio, ingeniería y seguridad