Si bien la geografía de la península de Yucatán tiene entre sus principales características la ausencia de ríos, en estos momentos la mejor imagen que se podría tener de un río revuelto es la del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), donde las inconformidades a raíz de la publicación de las listas de precandidatos a puestos federales, locales y municipales.
La tensión más visible es entre los llamados fundadores de Morena y quienes se sumaron a la 4T a 10 minutos de la apertura de inscripciones para participar en las encuestas para seleccionar precandidatos. Aquí, Rommel Pacheco Marrufo ha sido el personaje que más encono ha despertado, dado que llegó al instituto guinda después de haber pasado tanto por el Revolucionario Institucional (PRI) como Acción Nacional (PAN), para resultar el ungido con la candidatura a la presidencia municipal de Mérida, capital del estado, y donde se concentra la mitad de la población de la entidad.
Es hasta de pena ajena ver en redes sociales llamados a la unidad, alegando que “no se vale que quienes se hacen llamar ‘fundadores’ ahora salgan despotricando en contra del vencedor de las encuestas’, cuando el comportamiento de cerrar filas está mucho más vinculado al priismo de viejo cuño, donde lo que valía era mantener la disciplina ante las indicaciones del presidente o gobernador en turno. En la izquierda histórica, la tradición era el debate y confrontación de ideas, aunque en una minoría ilustrada.
Y también debe reconocerse que en Yucatán la izquierda quedó sumamente reducida en la década de 1970. Quedaron algunos personajes como referente, pero al momento de darle cuerpo a los partidos, sus dirigentes dejaron de buscar ampliar su base de militantes y simpatizantes y devinieron en usufructuarios de los más diversos membretes entre rojos y amarillos.
Casos como el de Arminda Chi Náhuat, en Chichimilá, panista de toda la vida y que apareciera en la lista de Morena de candidatos a la alcaldía de ese municipio, y ahora el de Miguel Osorio Novelo, cuyo nombre ni siquiera apareció en las encuestas para competir por ese mismo cargo en Tizimín, a pesar de haber cumplido los requisitos para inscribirse, dejan ver que la selección está muy manoseada y dan más la idea de que prevalecieron los viejos usos en la política -como los arreglos “en lo oscurito” entre dirigentes y caciques -que una verdadera transformación y ánimo de escuchar al pueblo.
El pasado 14 de enero, morenistas yucatecos participaron en un ejercicio de votación contra “candidatos chapulines”. que llegan cobijados por las dirigencias nacional y estatal de Morena. Al respecto, las palabras de Mario Delgado, presidente nacional de Morena, valen echarle más leña al fuego.
Debe reconocerse que el proceso electoral 2024 no viene a romper el tradicional bipartidismo yucateco. Al contrario, PRI y PAN van en una alianza que en lo local hace levantar muchas cejas, pues en esta entidad la militancia en cualquiera de estos dos partidos es un asunto que llega a tradición familiar y hasta no hace muchos años, se presumía de ser priista o panista “de toda la vida” o “de abolengo”. Al darse esta alianza, muchos han buscado seguir medrando y ha llegado a Morena alegando tener un sustancioso capital político.
A los fundadores de Morena, esto no les parece. Muchos de ellos están, como alegan, desde las asambleas estatales para constituir el partido, y han entendido que la selección de candidatos, si de verdad se quiere una transformación de la vida política en Yucatán, le corresponde exclusivamente a la militancia yucateca, y no debe darse por un acuerdo entre dirigencias. Para la historia local, un episodio como éste puede leerse como una nueva afrenta del Centro a la voluntad de los yucatecos.
Si durante más de seis años se vivió con la idea de la promoción de un relevo a través de la generación de cuadros y formación de líderes con el sello morenista, el actual proceso acerca a los fundadores a la decepción con la idea de que Morena es la gran esperanza de México, a menos que Yucatán ya no sea parte del país.
Y el gran terror es que los desencantados, al momento de votar, pueden hacer que la esperanza de transformación o el triunfo con elementos sumados, según Mario Delgado, se desvanezca en el aire. Bastará anular la boleta o escribir el nombre de otro candidato para que Yucatán permanezca como bastión panista. El desencanto es muy peligroso en las urnas.
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