de

del

Foto: Reuters

Para iniciar el año, esta columna comparte un caso no tan conocido y que puede parecer extraño: las conexiones entre la conservación de la energía y la teoría del valor de Marx. 

Desde cierto ángulo, la física se puede ver como la búsqueda de aquello que permanece en medio del cambio. Según Philip Mirowski, el sentido más profundo de las explicaciones causales consiste en la pesquisa por encontrar esta invariancia. En particular, la encontramos en la historia de la conservación de la energía. 

En términos prácticos, la historia de esta ley podemos rastrearla al debate sobre la imposibilidad de la máquina de movimiento perpetuo; una máquina que pudiera funcionar eternamente. Si bien durante mucho tiempo hubo numerosos intentos de construir una, muchos filósofos naturales (Galileo, Descartes) intuían su imposibilidad, ya que esta debe producir más energía de la que se le imparte (el efecto es mayor que la causa). Los desarrollos de estas intuiciones llevaron a Leibniz, en el siglo XVII, a establecer la conservación de una cantidad que denominó “fuerza viva”. Curiosamente, junto con ella estableció vínculos entre la fuerza, como abstracción del movimiento, y el dinero, como abstracción del valor. Más aún, para Leibniz la naturaleza tenía un comportamiento económico: “Dios es un arquitecto preocupado por sus fondos”. Esto no se quedó en una mera metáfora, durante el siglo XVIII se desarrollaron algunos métodos matemáticos que describían cómo ciertas variables de la naturaleza tenían un comportamiento de minimización de los procesos naturales, conectados con la propia idea de conservación.

En el siglo XIX, en una especie de hallazgo simultáneo, pero oficialmente reconocido en la figura de Hermann von Helmholtz, emerge la primera ley de la termodinámica que articula la intercambiabilidad de las fuerzas de la naturaleza (magnética, eléctrica, mecánica, etc.). Fenómenos físicos pueden tener manifestaciones diferentes, pero isomórficas, de tal forma que la imposibilidad del movimiento perpetuo resulta equivalente a la conservación de la energía y a los principios de minimización, y parten de la equivalencia entre causa y efecto. Por tanto, la conservación en física se relaciona con la idea de que los procesos naturales están sujetos a procesos de optimización, que ultimadamente es una idea económica. 

Por otro lado, es bien sabido que la teoría económica clásica y, particularmente, Carlos Marx, construyó una teoría del valor cuyo punto de partida es la economía capitalista y su fundamento se encontraba en las condiciones de producción. Debido a que la mayor parte de la producción podía ser reducida al trabajo, esta aproximación se fue refinando como una teoría del valor-trabajo que explica la plusvalía. 

En ella, el valor de las mercancías se mide por el número de horas de trabajo indiferenciadas y socialmente necesarias empleadas en ellas. Se trata del tiempo abstracto de trabajo de un individuo. Como dice Marina Bianchi, sólo pasando del trabajo concreto y llegando al abstracto se puede comprender la formación del valor que justifica la homogeneidad cualitativa de las mercancías y permite la formación de valor de cambio en su aspecto cuantitativo. “Una mercancía representa solo el quantum de trabajo contenida en ella”, dice Marx. 

Este proceso guarda una relación paralela a la que observamos en la conservación de la energía, en que las fuerzas cualitativas concretas, como el magnetismo o el calor, son abstraídas y posibilitan su equivalencia cuantitativa. El proceso de cómo se realiza la abstracción del movimiento a través de la fuerza resulta análogo a la abstracción del valor económico en las mercancías en la teoría marxista. En ambos casos se intenta entender el fenómeno reducido a un número, estableciendo un tipo de invariancia. Esto no resulta descabellado si consideramos la sincronía de los dos procesos: el desarrollo teórico de Marx va a coincidir en buena parte con la consolidación de la conservación de la energía en la mitad del siglo XIX. 

Así, como señalan Mirowski o Elster, la física y economía comparten metáforas. El supuesto metafísico que aparece en ambas disciplinas establece que no puede obtener nada de la nada: energía o valor. Pero no es que Marx intentara encontrar un orden natural en la economía, pues para él está determinada por la organización social del sistema de producción. Más bien, especulamos que los supuestos de la invariancia, la ley causal y el comportamiento económico de la naturaleza son elementos que se encuentran en el ambiente cultural de quienes participaron en ambos procesos. De hecho, varios de los filósofos de la naturaleza que exploraron los principios de conservación en física, como Leibniz o Joule, estudiaban también los procesos económicos y de eficiencia ingenieril. Encontramos una mutua influencia debido a la importancia que en la época adquieren tanto la ciencia moderna como el capitalismo para construir una visión de la realidad. 

[email protected] 

Profesora de la Universidad de Guadalajara 


Lea, de la misma autora: CONAHCYT y la función social de la filosofía

 

Edición: Estefanía Craddeña


Lo más reciente

Prevalece amenaza de arancel sobre el jitomate mexicano

El producto suministra 70 por ciento del mercado estadunidense

Ap

Prevalece amenaza de arancel sobre el jitomate mexicano

Diputados revisarán el miércoles desafuero de 'Alito' Moreno

El también presidente nacional del PRI es acusado de enriquecimiento ilícito

La Jornada

Diputados revisarán el miércoles desafuero de 'Alito' Moreno

Aplican más de 2 millones de dosis durante la Semana Nacional de Vacunación en México

La cifra representa 120 por ciento respecto a la meta programada

La Jornada

Aplican más de 2 millones de dosis durante la Semana Nacional de Vacunación en México

Israel convoca a ''decenas de miles'' de reservistas para ofensiva en Gaza

El objetivo es destruir ''todas las infraestructuras'' de Hamas y traer rehenes cautivos: Eyal Zamir

Afp

Israel convoca a ''decenas de miles'' de reservistas para ofensiva en Gaza