Las posturas a favor de los derechos animales y medioambientales son un nuevo producto politizable y en Argentina podría ser la única bandera con la que el presidente Javier Milei o cualquiera del PRO logre parecer más humano. De lleno sabemos que el calentamiento global no le quita el sueño a Milei, quien es negacionista, pero su supuesto amor a los perros podría ser la parte más suave de este personaje al que no le tiembla la mano pasar encima de todo derecho ciudadano que no favorezca una economía liberal.
Apenas la semana pasada, el diputado del PRO Damián Arabia presentó casi espontáneamente un proyecto de ley -bautizada Ley Conan en honor al perro del presidente argentino- a favor de los animales, esto después de viralizarse el video de un chofer de transporte público atropellando a un perro callejero intencionalmente. Podría tomarse como eficaz y eficiente la respuesta tanto de Milei como de la encargada de Seguridad Patricia Bullrich, quienes de manera rápida dieron con el agresor, así como del diputado Arabia perteneciente a la derecha radical de la política argentina, todos aparentemente preocupados por el bienestar animal, pero en el fondo todo es parte de una simulación, consciente o inconsciente, sobre la idea que se tiene de los animales, a quienes los conservadores argentinos parecen ver como objetos que sólo necesitan ser protegidos por “un ser superior”, es decir, los humanos, y no sujetos dignos de derechos, respeto y una vida libre de maltrato tan sólo por existir, o sea, a tener derechos inherentes.
En primera instancia, hay que recordar que Argentina fue pionera en Latinoamérica al publicar una ley que velara por los derechos animales, la cual si bien tiene 70 años de vigencia y cuenta con áreas de oportunidad, contempla un término que ha sido fundamental en la defensa de los no humanos y es el de considerarlos penalmente “víctimas”, y bajo este concepto crucial, los animales dejan de tener “dueños” y sólo por existir son acreedores a una vida digna y a vivirla en libertad. Así como las personas, que sólo con nacer tenemos derechos humanos que el Estado debe garantizar.
La nueva propuesta de ley de Arabia no contempla este término porque finalmente, ¿qué podemos esperar de una ola ideológica que considera que la clonación de un perro es ético en un mundo donde abundan animales en situación de abandono? Si se le quita esta columna vertebral a la defensa de los animales al considerarlos víctimas, nos quedan meros productos caninos de compañía, a los que tenemos que proteger de los demás pero sin darles la libertad de ser y estar. Y aclaremos de una vez, la clonación no es más que un ejercicio actualizado de lo que fue la experimentación para la creación de razas en laboratorios.
Por otro lado, Argentina ya tiene un proyecto de ley realmente pensado en los animales y no en cómo facilitarle la vida a los humanos que tienen animales. Este proyecto, denominado Ley Sintientes, fue presentado en 2022 por Liz Solari y respaldado por diversas organizaciones, empresas y artistas; y ahora que la derecha presenta un proyecto en honor a un perro clonado -que dicho sea de paso, no tenemos nada en contra de Conan, sino en lo que hacen los humanos con tal de tener un accesorio vivo- es un insulto a la causa porque ralentiza la óptima defensa de los animales, distrae y divide la meta de conformar un verdadero concepto de “bienestar”, además de ayudar a los liberales a crearse una falsa de imagen de ser un gobierno a favor de los derechos animales.
Ni Arabia, ni Milei deberían ser quienes marquen las pautas del derecho animal cuando ejemplifican el utilitarismo de los animales llamándole “amor” por ellos. Y este traspapeleo mental que ambos tienen con los conceptos hacen que generen propuestas que en su aplicación poco abonarán a mejorar la vida de los animales, ya que la Ley Conan contempla apenas tres años máximos de cárcel a un maltratador, y mínimo tres meses; asimismo olvida contemplar la vivisección y la tracción a sangre como crueldad animal, ¿por qué será? Porque hay una visión muy interiorizada en Arabia de que los animales deben servir a los humanos aún en 2024, ya sea en la generación de conocimiento a través de su experimentación en laboratorios, ya saben “en pro de la ciencia” o transportando gente o cargamento sin un mínimo de cuidados.
Las leyes deben contener opiniones de expertos con perfil bioético y de personas que enfrentan la problemática a diario, y si bien la Ley Conan podría considerarse progresiva porque anexa el delito de zoofilia y decreta el Día del Animal obligatorio para reflexionar en escuelas; por otro lado, deja en indefensión los casos cotidianos de maltrato animal para los que costaría mucho más alcanzar la justicia, y si ya existe un proyecto de ley que contempla una progresividad integral y una amplitud de derechos, a la que sólo le falta discutirla en la Cámara correspondiente, ¿por qué un diputado liberal sin expertis en el tema invisibiliza el trabajo realizado desde 2022 por especialistas para proponer algo hecho al vapor de un caso reciente? No sé, Rick, pero me suena a campaña de publicidad y necesidad de hacer currículum político.
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