Opinión
La Jornada Maya
11/08/2024 | Mérida, Yucatán
Estudiantes RULA-IRES Mérida 2024
Hoy en día enfrentamos una crisis climática mundial, la cual ha provocado que los fenómenos naturales cambien sus conductas con el cambio climático. Mérida, por su localización geográfica, es propensa a eventos de calor extremo y formación de huracanes; la temporada pasada de secas provocó una gran cantidad de incendios y apenas hace unas semanas tuvimos una alerta por los impactos del huracán Beryl. Sumada a estás problemáticas, Mérida presenta condiciones hidrológicas particulares ya que la proximidad de la superficie y el manto acuífero limita el espacio disponible para almacenar agua y, al contrario, una capa superficial de agua dulce es la que abastece a todo el estado.
La ciudad de Mérida ha tenido un constante crecimiento, lo que ha generado cimentación y urbanización en ciertas partes de la ciudad. Esta urbanización impide la correcta absorción de agua al suelo y obstruye los pozos de desagüe, lo que da como resultado una ciudad propensa a encharcamientos e inundaciones frente a lluvias fuertes, lo que crea un escenario ideal para la contaminación del acuífero, al no existir una forma de desagüe o tratamiento adecuado del agua que se infiltra al subsuelo. Por esto, es indispensable pensar en alternativas eficientes tanto para el medio ambiente como para la comunidad, es aquí donde las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) podrían ser una alternativa para resarcir esta problemática.
La Organización de las Naciones Unidas estima que 90 por ciento de la población de México va a vivir en una ciudad en 2050 en comparación con 80 por ciento de hoy en día y el 63 por ciento que era en 1975 (
https://population.un.org/wup/publications/Files/WUP2018-Report.pdf,
https://population.un.org/wup/Country-Profiles/). En Mérida, más del 50 por ciento de los edificios de la ciudad se han construido en los últimos 40 años, causando deforestación y generando grandes problemas para una ciudad que enfrenta desafíos como las inundaciones, el calor y la calidad del agua. Por lo que, una alternativa son los espacios verdes multipropósito, como lo son los jardines de lluvia, ya que estos además de contener el agua, filtran los contaminantes dañinos, embellecen el espacio público y mejoran la calidad del aire.
En los últimos años el norte de la ciudad se ha convertido en una zona lujosa pero bastante vulnerable a inundaciones, debido a las condiciones biofísicas del gradiente de mayor a menor elevación que va de sur a norte. Eso sumado a la disminución de áreas permeables y los impactos del cambio climático, da el combo perfecto para las inundaciones, según Bautista (2021) las localidades más vulnerables de la ciudad son: Sierra Papacal, Temozón Norte y San Gerardo, entre otras. Juan Pablo II, es una colonia ubicada al poniente de la ciudad de Mérida que ha sufrido las consecuencias de las inundaciones pluviales durante los últimos años, poniendo en riesgo la salud, seguridad y movilidad de la comunidad. A raíz de esto, la Secretaría de Desarrollo Sustentable de Mérida, ha implementado algunos jardines de lluvia como parte de una estrategia de solución basada en la naturaleza.
Para conocer las perspectivas de los residentes sobre estos jardines, estudiantes de la ENES Mérida en conjunto con un grupo interdisciplinario del programa internacional RULA-IRES llevamos a cabo un taller en el Instituto Municipal de la Mujer sede poniente, además de otras actividades como entrevistas, revisión de literatura y toma de muestras de suelo y agua. En Juan Pablo II, se recolectaron testimonios que revelan el impacto que las inundaciones han tenido en sus vidas. - “Hasta aquí tienes que cruzar, sí; porque yo, pues lo he hecho, he cruzado y me quito mis zapatos. Una vez supe que se electrocutó una persona, sí, allá en la otra colonia”, comentó una mujer, residente y participante del taller.
Enfatizar las perspectivas comunitarias es crucial, ya que los residentes son quienes viven las problemáticas, generando información útil para las políticas y decisiones de planeación urbana. Igualmente, el involucramiento de residentes locales en procesos de implementación de SBN, como los jardines de lluvia, aumentan el porcentaje de éxito a largo plazo (Whitten, 2023). Existen diversos métodos para involucrar las perspectivas de la comunidad, pero para comprender los complejos procesos de las inundaciones se requieren actividades como el mapeo participativo, para incorporar el conocimiento a escala local en las evaluaciones de vulnerabilidad o mapas narrativos (Storymaps) para tomar decisiones basadas en conocimientos académicos y no académicos (Sullivan-Wiley et al., 2019).
En este caso, el equipo de investigación facilitó una actividad de mapeo participativo en el taller para tener una conversación y registrar las experiencias de las mujeres locales en un mapa narrativo. Se pidió a las participantes que compartieran sus perspectivas sobre los riesgos relacionados con las inundaciones y que registraran sus experiencias utilizando marcadores en un mapa de Juan Pablo II. Este proceso motivó conversaciones sobre las interacciones temporales y espaciales entre la perspectiva de cada participante sobre la percepción del riesgo (Sullivan-Wiley et al., 2019). Procesos como este fomentan el intercambio de conocimientos y aumentan la conciencia comunitaria, captando experiencias para fundamentar los procesos de toma de decisiones y diseñar soluciones compatibles con la comunidad.
Agradecimientos especiales:
Dra. Bertha Hernández Aguilar -LANCIS Sede Mérida ENES Mérida: Marla Cedillo, Carlos De Luna, Daniela Hernández, Sofía Islas, Ayelén Ramírez, Natalia Reyes RULA-IRES: Isaiah Aguilar, Andrea Castro, Erin Cooper, Helen Klass-Warch, Marissa Naclerio, Alonso Velasquez Programa Natura-net.org por el financiamiento
Edición: Fernando Sierra