Yucatán sigue creando leyendas, como se vio en la obra Juan Balam, que inauguró con un llamado a la diversidad, la identidad regional, la resistencia y la descentralización de la cultura el Otoño Cultural 2025 en Xocén, Valladolid. La puesta en escena, del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena y la compañía Colectivo Escénico El Sótano, marcó el inicio del festival.
Inauguraron el programa Javier Tonalli Ortiz Medina, jefe del Despacho del Gobernador, en representación del titular del Ejecutivo estatal, Joaquín Díaz Mena; Patricia Martín Briceño, secretaria de la Cultura y las Artes de Yucatán; Teresita Guadalupe Aguilar Ballinas, directora de Cultura de Valladolid, en representación de Homero Novelo Burgos, presidente municipal; Gaspar Aban May, comisario de Xocén; Pablo Herrero Quezadas, director de Desarrollo Artístico y Gestión Cultural de la Sedeculta; Delia Rendón Novelo, directora del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena; Bryant Caballero, director de la obra, y Socorro Loeza, jefa de Artes Escénicas de la Sedeculta.
La titular de la Sedeculta señaló que esta puesta en escena es un ejemplo de colaboración entre generaciones y celebró que el Otoño Cultural haya iniciado fuera de la capital yucateca, en el “centro del mundo”, Xocén —considerado por la cosmovisión maya como el ombligo del universo, punto de conexión entre el plano material y el espiritual—, como muestra del esfuerzo de la Secretaría por descentralizar el arte y la cultura.
Por su parte, Tonalli Ortiz felicitó a los artistas por ser los verdaderos pioneros del “Renacimiento Maya” y un ejemplo de resistencia. “Ojalá existan muchos Xocén en Yucatán”, expresó.
El teatro al aire libre de la comunidad lució totalmente lleno. El público esperó emocionado la tercera llamada y fue testigo de una historia conmovedora, que por un lado habla del amor incondicional —la madre doliente que adopta a un cachorro de jaguar y lo cría como a un ser humano—, pero también del rechazo ante las diferencias: esa horda enardecida capaz de lapidar, quemar o masacrar por miedo o ignorancia a quien considere un peligro para la comunidad. La historia está llena de esa ira vecinal, desde Canoa hasta El Güero de Tekit. El secreto y el miedo son elementos clave del drama.
Juan Balam, basada en Salvajada, guion de Mauricio Kartún a partir de la adaptación de Juan Darien, de Horacio Quiroga, está llena de elementos dignos de destacar, no sólo por su origen —el teatro indígena, comunitario y bilingüe—, sino también por la forma en que se cuenta: a través de una serpiente och kaan, narradora y personaje activo, bellamente confeccionada en bejuco y henequén, que se mueve cual dragón chino operado por varios pies y manos, igual que el pequeño tigre, un títere de madera. Las máscaras, los vestuarios y los cascabeles están en comunión con la naturaleza que rodea el escenario, como si en cualquier momento fuera a salir un tigre de verdad.
También hay música y poesía en la forma de narrar: una batucada, percusiones con las patas de sillas y bancas, cascabeles y la musicalidad de la lengua maya. La poesía y las rimas, a veces juguetonas o en tono de broma, forman parte del ritmo de la obra, que avanza conforme crece el tigre-niño y se desencadenan una serie de eventos desafortunados, entre ellos la llegada de un circo ambulante y sus fenómenos, personajes incomprendidos igual que Juan Balam. Y aunque el tono general es trágico, hay momentos de humor que se agradecen y disfrutan.
La iluminación y la escenografía fueron el marco ideal para que la obra tuviera el misticismo y el ambiente rural necesarios en el estreno mundial de esta puesta en escena, de la cual solo se había realizado una lectura dramatizada.
En Juan Balam participaron los actores Jocelyn Citul May y Norma Citul May (Och Kaan), Luis Ángel May Cauich (Juan Balam niño), Fernando Cohuó Canul (Juan Balam joven), Víctor May May (domador), Martín Pérez Morales (mujer barbuda), Miguel Ángel Cocom Canul y Miguel Oswaldo Noh Pech (siameses), y Monserrat Rendón García (mujer lagarto), entre otros. Entre los personajes también hay una batucada, estudiantes y el pueblo.
El Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena de Xocén celebra ya 35 años de existencia.
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