Opinión
La Jornada Maya
13/08/2024 | Mérida, Yucatán
Concluyeron los Juegos Olímpicos de París, y los resultados de la fiesta deportiva para México deben analizarse desde distintos ángulos, por principio, para hacer un balance justo de cómo fue aprovechado el recurso público destinado a los atletas de alto rendimiento que representaron al país, y segundo, porque, se quiera o no, la cantidad de medallas obtenidas sigue siendo un indicador del nivel de desarrollo alcanzado por el país.
En los próximos días tendrá lugar una ceremonia de reconocimiento para todos los atletas que participaron en los Juegos, en la cual, anunció el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia diaria, se les entregarán reconocimientos por su esfuerzo.
En los resultados del medallero, la actuación mexicana no destaca más que en otras ocasiones. Se lograron cinco preseas, dos de plata y tres de bronce, lo que es más bien el promedio histórico del país en Juegos Olímpicos. Los mejores desempeños son ya un tanto lejanos: Los Ángeles 1984, a los que no asistieron atletas de la entonces Unión Soviética, y México 1968, en los que por ser sede debía haber un representante del país en cada disciplina. Hasta aquí, entonces, no puede decirse que se haya conseguido una transformación del deporte en los últimos seis años.
Cabe recordar que, López Obrador le encargó a Ana Gabriela Guevara, sin duda la mejor representante que ha tenido México en el atletismo, luego de nombrarla titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), que esta dependencia marcara la diferencia para transformar el deporte mexicano.
El desempeño de Guevara merece un análisis aparte, pero debe reconocerse que ha estado marcado por varias polémicas y enfrentamientos con los deportistas, pero especialmente con algunas federaciones, y quienes resultaron afectados fueron precisamente los atletas. Los casos más señalados son el equipo de natación artística y los de clavados.
Pero más allá de la polémica, y poniendo el foco en la delegación mexicana, hay muchas más luces que medallas, y que apuntan hacia deportes en los que se requiere garantizar oportunidades de fogueo a los deportistas que ya son el relevo generacional. Alejandra Orozco, Gabriela Agúndez y Aranza Vázquez se encuentran entre las 10 mejores del mundo en los clavados; al igual que Kevin Berlín y Randal Willars. Será cuestión de que puedan acudir a más competencias, sin la preocupación de estar vendiendo chucherías para pagar sus boletos.
Lo mismo ocurre en Taekwondo, donde una desconcentración llevó a la eliminación de Daniela Souza. Esto es, de nuevo, falta de roce en competencias de alto nivel. Aunque también debe decirse que en esta disciplina hubo una ruptura en la “escuela mexicana”, que en realidad siempre estuvo en manos de la familia Salazar.
Deportes como el surf pueden tener un nuevo auge, aprovechando la vecindad con Estados Unidos. En cuanto a la gimnasia artística, habrá que aprovechar que Alexa Moreno es, por el mero hecho de haber calificado a dos Juegos Olímpicos, es la mejor gimnasta mexicana de todos los tiempos, y que gracias a ella, en esta ocasión, se pudo decir que hubo un equipo mexicano en la disciplina. Esperemos que éste, y los demás deportes, tengan un crecimiento importante a partir de su ejemplo.
En París, la actividad deportiva continúa con los Juegos Paralímpicos, que no suelen generar el mismo interés. No habrá ceremonia de inauguración con desfile sobre el Sena, ni artistas renombrados en la clausura, pero su importancia es porque representan el triunfo de la voluntad humana sobre la adversidad; incluso sobre el mucho menor apoyo que reciben estos atletas de sus autoridades, y ya no hablemos de la carencia de patrocinadores.
Pero el gran pendiente es la estrategia nacional para la activación física y combatir la epidemia de obesidad infantil en México, que termina impactando en los índices de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión u osteoporosis.
A partir de ese trabajo es que pueden surgir semilleros de atletas que en algún momento le dejen al país más medallas y momentos de alegría y orgullo.
Edición: Fernando Sierra