Opinión
Teresa Quiñones Vega
30/09/2024 | Mérida, Yucatán
La planta de la ruda (ruta chalepensis) no es originaria de América, lo que explica la ausencia de un término en lengua maya para referirse a ella. Su origen se sitúa en la región mediterránea y se extiende por las Islas Canarias y las Azores. Sin embargo, su uso entre la población maya es común, especialmente en rituales y tratamientos terapéuticos. Desde el siglo XVIII, hay registros de su empleo en textos como Yerbas y hechicerías del Yucatán, y aún hoy sigue siendo altamente valorada. Por esta razón, muchas familias mayas se aseguran de cultivarla en sus patios y solares.
Para los mayas contemporáneos, el cultivo de la ruda no es tarea fácil, lo que ha llevado a considerarla una planta "delicada". De la misma manera que a las personas propensas a ofenderse se les llama delicadas y se les trata con esmero, la ruda también requiere un cuidado minucioso para su tratamiento y cultivo. En algunos lugares, debido a esta “delicadeza”, se le conoce también como "niña", un nombre que cobra significado especial en el ritual de la entrega del mu’ujul o regalo para la novia. En esta ceremonia, la ruda simboliza la pureza (sujuy) de la persona que recibe el presente. Así, ambos sobrenombres, "delicada" y "niña", se entrelazan en su significado ritual y cultural.
El uso medicinal de la ruda opera junto con otras plantas, por ejemplo, sirve en el tratamiento de uno de los padecimientos que es muy común entre la población maya, especialmente entre los infantes: el mal de ojo (ojeada). Por lo general, si el niño o niña ya tiene el problema, se le baña con ruda y otras yerbas junto con alcohol y agua; pero también, la misma planta puede usarse para prevenir este mal. Para ello, una persona mastica la ruda y luego sopla repetidamente sobre el rostro de la criatura.
La presencia de la ruda la encontramos en varios rituales de ciclo de vida de los mayas peninsulares, tales como: p’o’ok’ab o lavado de manos, mu’ujul o regalo de la novia, ritos funerarios y en la celebración de los finados o Janal pixan. A continuación, describo brevemente estos rituales para resaltar la función y presencia de la planta de ruda. Es importante señalar que los rituales mencionados pueden variar según la región. Parte de la información presentada proviene del trabajo titulado “Rituales de ciclo de vida entre los mayas de la Península de Yucatán” elaborado por investigadores de la Sección de Antropología Social del INAH.
El p’o’ok’ak, es un ritual que se lleva a cabo después del bautizo. En este, los padres del recién bautizado lavan las manos y brazos de los padrinos utilizando agua y ruda. Se cree que este acto simboliza la limpieza de los pecados que los padrinos "cargaron" al abrazar al niño o niña durante el bautizo. Durante la ceremonia, las sillas de los padrinos se adornan con flores y ruda, al igual que las velas que se les entregan.
El mu’ujul, o regalo para la novia, es un ritual relacionado con la petición matrimonial que suele realizarse el mismo día de la boda religiosa. En esta ceremonia participan ambas familias, siendo la del novio la encargada de ofrecer regalos, como alimentos y bebidas, a la familia de la novia y a la desposada. El mu’ujul se entrega en un plato o cofre adornado con flores blancas, preferiblemente flores de mayo (Plumeria rubra L.), y ramas de ruda. Dentro del cofre se disponen los obsequios para la novia, que incluyen principalmente alhajas de oro y semillas de cacao. El color blanco de las flores y la presencia de la ruda simbolizan que la desposada es "niña" y "delicada".
La ruda también juega un papel importante en los rituales funerarios, especialmente durante los rezos del velorio y los posteriores al entierro, donde puede formar parte de las ofrendas. El rezador o rezadora la utiliza principalmente para asperjar con agua las ofrendas de comida y bebida, bendiciéndolas en el proceso. En ocasiones, cuando una persona que ha sido padrino o madrina de bautizo y no recibió el ritual del p’o’ok’ak está cercana a la muerte, algún familiar lava sus manos con agua y ruda. Se cree que este acto ayuda a acortar la agonía y el sufrimiento del moribundo. La ruda también aparece en la celebración del Janal Pixan o tiempo de finados, en las mesas de ofrendas y los rezos, cumpliendo el mismo propósito que en los rituales funerarios.
Además, esta planta es utilizada por creyentes católicos para ungir imágenes sagradas, con la creencia de que la rama de ruda absorbe el poder milagroso de la imagen. Posteriormente, se pasa por el cuerpo o la parte afectada de una persona enferma o moribunda, con la esperanza de aliviar su dolor. Aunque la ruda fue introducida en estas tierras, los mayas peninsulares la adoptaron y la integraron en sus prácticas culturales, dotándola de un nuevo significado. Así, la "niña", la "doncella", la "delicada" ruda ha encontrado un lugar en territorio maya, reflejando que las adaptaciones abonan a la vitalidad ritual.
Teresa Quiñones Vega es antropóloga social del Centro INAH Yucatán
Coordinadora editorial de la columna:
María del Carmen Castillo Cisneros; profesora investigadora en Antropología Social