Opinión
La Jornada Maya
16/10/2024 |
Actualmente la sociedad tiene un ritmo de vida acelerado, por lo que muchas actividades han dejado de ser “prioridad”, una de ellas es la alimentación. Esta ha pasado de ser una actividad de identidad, a ser una actividad más, dentro de la rutina diaria, es decir se percibe como un proceso de ingerir alimentos, no de cuestionarse que es lo que estoy introduciendo. Y en este artículo más allá de ver si tenemos o no, una alimentación “saludable”, veremos si realmente ¿es o no sostenible?
Cada día en promedio consumimos 10 diferentes alimentos, desde los naturales como los plátanos hasta los procesados como las galletas, pero alguna vez te has cuestionado el origen de esos alimentos, por qué los eliges, lo que se invierte en ellos, y si habrá en un futuro.
Como mencione al principio la alimentación no implica sólo procesos digestivos, sino que, en torno a ellos, encontramos una serie de valores y expresiones sociales, psicológicas, económicas, simbólicas, religiosas. Pero ¿qué pasaría si esos alimentos ya no pudiéramos tenerlos, aunque tuviéramos el poder adquisitivo? Con el paso de los años algunos alimentos han dejado de formar parte de la disponibilidad, esto debido a diferentes condiciones, desde las culturales, climáticas, económicas, entre otras. En Yucatán por mencionar algunos alimentos, el pepino kat y el ta´uch cada vez se encuentran menos en el mercado, esto asociado a factores culturales, las nuevas generaciones han perdido el interés por los alimentos ancestrales y han enfocado su consumo en los que se encuentran en los supermercados, varios de ellos no producidos en la región.
Hablando de condiciones climáticas, la producción de alimentos naturales se ha ido reduciendo y esto asociado a la escasez de agua que presentan algunos estados e incluso países. Tristemente no en todos los casos de escasez de agua se debe a sequías, principalmente se debe a la mala distribución de ella, ya que las industrias se llevan gran parte del agua, que antes se destinaba a los cultivos. Por mencionar un ejemplo, un productor de naranjas requiere entre 50 a 80 mil litros de agua al año para producir frutos durante su temporada, esa misma cantidad de agua se gasta en unos 3 minutos para fabricar 4 mil latas de refresco. Esta distribución no equitativa de agua orilla a las personas a cambiar de oficio y con ello una perdida en producción.
Y no podemos dejar de lado las condiciones económicas, el alza de precios en la canasta básica ha orillado a las personas a comprar alimentos “baratos”, principalmente hechos por la industria, debido a su producción en masa, pudiendo tener precios más “accesibles”, sin embargo, no siempre con los nutrientes necesarios. Estas variaciones en precios generan que las familias limiten los alimentos y las cantidades que compran cada semana, a inicio de año les alcanzaba para 1kg de carne y este mes quizás compren ¾ kg. De igual manera optan por cambiar los alimentos por opciones de menor precio, aunque estén cargados de azúcares y grasas, lo que a la larga se ve reflejado en un aumento de enfermedades crónico-degenerativas.
Este panorama de alimentación se estudia constantemente por expertos del área que buscan que todas las personas tengan acceso a una alimentación adecuada pero también sostenible, este año se enmarca en el Día Mundial de la Alimentación con el lema “Derecho a los alimentos para una vida y un futuro mejores”. Este día hace un recordatorio de que cada elección alimentaria tiene un impacto, tanto en la salud individual como en la del planeta, que es responsabilidad de todos abogar por un acceso equitativo a alimentos saludables y nutritivos para todos.
Entonces ¿Cómo puedo contribuir a una alimentación sostenible? Añade a tu dieta alimentos tradicionales, que se cultiven localmente, minimiza el desperdicio de alimentos, añade proteínas vegetales a tu dieta, ya que estas necesitan de menores cantidades de agua, reconoce el trabajo de agricultores, y recuerda que alimentarse bien también es buscar una alimentación sostenible
Maestra en ciencias en la especialidad de ecología humana*
Ingenio Colectivo
Edición: Fernando Sierra