Opinión
La Jornada Maya
23/10/2024 | Ciudad de México
Fernando Gálvez de Aguinaga
Era el año 2013 y enero se cumplía el Centenario de la muerte de José Guadalupe Posada, el maestro Francisco Toledo estaba muy activo invitando decenas de artistas a participar en una gran muestra en el Centro de las Artes San Agustín, le parecía que había que homenajear y refrescar las visiones artísticas a la obra de este portentoso y prolífico grabador al que todo artista gráfico de México parece haber influido o emocionado en alguna manera con alguna de sus 20 mil imágenes en diversas técnicas de la estampa. De entre las decenas de obras que iban llegando, el maestro Toledo eligió las de Rocha, Magú y una de su propia autoría para las hojas volante que se diseñaron a modo de invitación y publicidad de “Los Artistas Dialogan con Posada”. En su prodigioso dibujo, Rocha trazó a Posada fundiéndose en un beso con su célebre Catrina: al atuendo de la elegante calaca, Rocha le agregó una estola de plumaje con cabeza de serpiente, Quetzalcóatl serpenteando por el cuerpo de la inmortal calaca y el perfil de la muerte unido al del grabador, hacen un rostro dual, configurando un verdadero mito casi divino de esta pareja gráfica: calaca-Posada. La ciudad de Oaxaca y poblaciones conubardas se llenaron de carteles con las imágenes de Rocha, Toledo, Magú y el propio Posada a cien años de su muerte o bien los papeles circularon por las manos de los ciudadanos y turistas, quienes los atesoraron como un fetiche artístico que quedó para la historia.
Para todo artista mexicano Posada es uno de sus primeros referentes visuales. Su arte que nació como ilustración de publicaciones periódicas populares, colecciones de cuentos infantiles, diseños de tableros de juegos de azar, estampas religiosas o publicitarias, pero Posada ha seguido girando entre la población mexicana, es el más reproducido de los artistas en los salones de clases, en los altares de muertos, en los disfraces, en fondas, en postales, en camisetas, en tatuajes, en carteles de conciertos u obras de teatro, en portadas de libros o viñetas de revistas. Posada se instaló en el imaginario colectivo y aunque fue acogido por los artistas del muralismo poco después de su muerte como la raíz de una estética nacionalista, Posada ya estaba ahí, pasando de mano en mano y de mirada en mirada. Para el caricaturista Rocha, realizar dibujos y grabados y litografías homenajeando a Posada, y finalmente, hacer una novela gráfica, no sólo le han permitido mostrar su admiración y aprendizaje a lo largo de la vida, de la obra de este grabador, sino que le han permitido liberar su propia poesía y trabajar su línea y estética sin la prisa de los cartones para semanarios y periódicos, para llegar a un alto nivel de expresión plástica en los claroscuros de los dibujos y grabados.
La novela gráfica que se presenta en esta exposición, eslabona decenas de obras maestras de Rocha y como contamos con muy poca información biográfica de Posada, el dibujante plasma poéticamente la vida interna de este prodigioso creador desarrollando una estratégica combinación de referentes históricos con fantasía literaria, que nos permiten vislumbrar el universo vital, el tiempo histórico y, a la vez, la inconmensurable imaginación y los mecanismos expresivos con lo que Posada fue construyendo sus imágenes, sus personajes, en su trabajo diario para proyectos editoriales e imprentas comerciales. En muchos de los grabados y litografías fuera de la novela, Rocha pone al tú por tú a Posada con Picasso, Goya, Chagall y otros gigantes del arte universal, para darle su justa dimensión y a la vez con humor, desacralizar a los gigantes de la pintura. Aunque la exposición sólo recoge sus trabajos en torno a Posada, Rocha forma parte de la gran Historia de la Caricatura Mexicana, que nos ha regalado muchísimos artistas de primer orden y de la cual el Complejo Cultural los Pinos ha ido dando cuenta, con dibujantes tanto ya clásicos, como la activa generación que hoy día nos hacen iniciar la mañana con una sonrisa, antes de abocarnos a las tristezas y complejidades de nuestro mundo.
Edición: Fernando Sierra