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Fertilizar las flores que brotan en lugares inesperados

Crónica de un concierto de Audry Funk y Rebeca Lane lleno de afectos que cuestionan la hegemonía de lo heteronormado
Foto: Sabina León

Cuando llegó YouTube demolimos el espacio que nos separaba a través de la televisión del rostro de las y los artistas que queríamos escuchar. Ya no dependíamos de MTV y Telehit que nos dijeran cómo se veían nuestrxs artistas favoritxs. En uno de esos videos descubrí, en medio de una playa y con percusión afro, a una rapera feminista, y en otro se manifestó una rapera migrante caminando por las calles de Nueva York.

Caminados los años, y los encuentros, esas raperas que veía en YouTube se volvieron unas de las artistas que más he visto en vivo y por fortuna, también en mis amigas. En esta ocasión me encontré en la Ciudad de México con Audry Funk y Rebeca Lane un par de días antes de la presentación en el Foro Cultural Hilvana de su mas reciente proyecto juntas, al que titularon 40ntonas y sabrosas.


Entonces, destellos de ilusiones

Al llegar a un departamento en la colonia condesa, me reciben las tres, Audry, Rebeca y la Vale, la hija de Rebeca que he visto crecer año con año y sorprenderme con el paso del tiempo en las niñeces. El mundo siempre parece nuevo, pero a la vez, podría ser hostil. Con abrazos y pozole platicamos entre sonidos de fondo de los Aristogatos mientras me cuentan de la presentación. En el proceso de autogestión de las personas que hacen música como ellas, desde una perspectiva política contundente, la gestión de eventos no es nada glamorosa, se involucran activamente en todos los procesos de promoción, gestión, difusión, preparar la mercadería y encontrar otras manos que puedan acompañarlas.

Lo que ahora parece cotidiano hace un tiempo era cosa de amantes de la tecnología. Hoy desde mi mamá hasta personas más pequeñas que la Vale escuchan música en Spotify, consumen en las grandes plataformas que en el mejor de los casos le dan 0.05 centavos de dólar por reproducción de la canción a la artista. Pero cuidado que la reproducción vaya a estar incompleta o tal vez te podrías perder esa fracción.

Esto es complicado para muchxs artistas que autogestionan sus proyectos pues la forma de tener recursos para seguir creando esas canciones con las que esperamos, hacemos ejercicio, cocinamos, nos duchamos o regamos las plantas constriñen a quienes nos están haciendo la vida feliz, compleja, crítica, triste, delirante, sosa, increíble y deleznable con su arte.

En este primer encuentro del viaje hablamos también con familiaridad de otras cosas, como lo que nos mueve el corazón, los bosquejos de planes a futuro, las ausencias, muchas cosas que nos hacen reírnos a carcajadas, y los duelos que se han llevado nuestras lágrimas, pero de esto, no va esta crónica.


Por su energía tan bella

Al día siguiente asistí a uno de los acontecimientos que más disfruto de tener amistades musicales, el ensayo previo al concierto. Habitar una burbuja es lo más cercano a vivir este suceso, el tiempo no siempre es relevante, o al menos, siempre durará más de lo planeado. Por otro lado, suele llegar alguien con equipo para ensayar y deja entrever el set de canciones, aunque jamás sabrás con precisión lo que pasará al día siguiente porque no termina de parecerse al show, es más como la sombra de lo que vendrá.

Con ellas está Panchita Peligro, la DJ que embona a la perfección con la energía de Audry y Rebeca. La ecuación con Panchita queda mas o menos así: las carcajadas y la buena vibra al cuadrado, el estrés a la mitad. Escuchamos el set solamente con las canciones nuevas, reímos mucho y surgen las eternas dudas de los shows. Los arreglos finales, los pies de entrada a alguna canción y por supuesto los trazos de complicidad que mañana veremos.


Foto: Sabina León


Amor verdadero

Al día siguiente, y después de comer, arribamos al Foro Cultural Hilvana, algunas chiquillas acompañadas de sus papá o mamá asisten al Meet and Greet que incluye un ratito del soundcheck. Con las luces de trabajo encendidas el bar no se reconoce a si mismo, pero el crew que trabaja en el lugar duplica la velocidad antes de las 5 de la tarde del domingo 17 de noviembre, pues están por abrirse las puertas.

“No sería la primera vez” fue un fragmento de mensaje de WhatsApp que dejé de broma a Audry. Como en otras ocasiones ayudé a la venta de la mercadería, unas bolsas y unas playeras con un corte muy fresco en la espalda que tienen la imagen al frente de la portada del disco 40tonas y sabrosas. El proceso de autogestión no acaba cuando se abren o cierran las puertas, solo se extiende para seguir solventando la proyección de la voz de dos artistas impresionantes.

La mesa queda frente a la barra y observo curiosas escenas que disfruto muchísimo: la diversidad del público es abrumadora, veré entrar a más de 200 personas que no cumplen con ningún estándar establecido por la cis-heteronorma (Nota: Si usted necesita más explicación de esta afirmación, le recomiendo ir a empaparse a Google). Disfruto mucho las familias, en especial a una mamá que llegó con sus dos hijas con la que platiqué un poco mientras les compraba un par de playeras, un papá con su hije que se refirió amorosamente a Rebeca en el Meet and greet y muchísimas expresiones de amor que vi previo al arranque del evento. Empiezo a vislumbrar este espacio como un acto político, y en mi experiencia, no existe un evento político sin manos que se entrelazan y sin abrazos profundamente afectuosos.


Perreo hasta abajo, brunch con mimosas

Para algunas personas que se acerquen a este texto, puede aún generar ámpulas o dudas que un acto político esté lleno de perreo hasta abajo, hablar de rodillas adoloridas, saludos al backstage donde está la Vale admirando el show, calcetines de compresión y besos en el público. Sé que, en la lógica tradicional de un acto de formación política en el lejano siglo XX, lo que se hacía era hablar mucho y repetir ideas complejas de manera solemne. Pero en este territorio que habitamos, la rebelión de la diversidad política, de cuerpas, lingüística y territorial ha generado una nueva aproximación a la comprensión de un acto político.

Al presentarse nos cuentan que este show, que durará dos horas, tiene canciones de ambas, prácticamente todo el set de 40ntonas y sabrosas y algunas que no pueden faltar en las presentaciones de Rebeca Lane o de Audry Funk. En este show, profundamente enraizado en la amistad que han construido con los años, presentan un trabajo que honra su esfuerzo por estar bien. Participamos de una primera parte del set donde la ola abrumadora de las rupturas amorosas, el maternar, la ausencia y la migración se presentan como situaciones que atraviesan sus cuerpas y transforman su existencia.

Las personas del público empiezan a conectar desde la primera canción, y al llegar en la primera parte a Bandera Negra, la primera canción que se escuchó de Rebeca Lane fuera de Guatemala se hace palpable que contra el poder que coloniza mentes, está la colectividad que se construye con amigas la cual hace de este acto político una ola que se mueve sobre la gente quienes coreamos la canción.

Al fondo del público, está justo al centro dos tipos muy serios trabajando detrás de la consola de audio e iluminación y observo un acontecimiento curioso que pocas veces se ve, la sonrisa del sonidista le llena la cara con la mención del anarquismo mientras que el inge en iluminación graba emocionado el evento y disfruta abiertamente el show.


Interludio. Demasiado grande

En esta canción, Audry y Rebeca nos cuentan lo cortos que les han quedado sus parejas en algunas relaciones, pero también la escucho como un reto a quienes habitamos cuerpos cis y nos identificamos como hombres a cuestionarnos con una mirada crítica más afilada. Mientras eso sucede, el resto del espectro no-cis o hetero se regodean en la maravilla de la afirmación, ellxs, ellas y elles tienen un lugar afirmativo donde se nombra y se hace visible su existir.

Asistimos a un evento que le queda demasiado grande a una realidad que se resiste a reconocer la diversidad de quienes lo hacen posible y quienes lo habitan. Un poco más de dos centenares de personas en una ciudad monstruo que aún no abre la puerta del todo a este torrente reflexivo. Vemos también los puños alzados y la alegría que solo hace posible el continuo andar para resistir al monstruo.

Y justamente ahí llega uno de los momentos estelares de la noche, escuchar a las morras cantar con Rebeca Lane Mujer Lunar es probablemente uno de mis acontecimientos favoritos del año y se lo deseo a todo mundo, ya sea que se identifiquen como morras, o no. Se sobrecogen los cuerpos, algunas se agazapan para tomar mas fuerza, otras abren los brazos hacia el cielo, algunas sonríen de oreja a oreja y he visto en varias ocasiones ojos que se anegan. Ojalá más personas pudieran hacer el silencio suficiente para escuchar el susurro que sentencia desde las mismísimas entrañas de Abya Yala.

Antes de presentar la canción de Sororidad, Audry Funk hace un a capela que me remueve las entrañas, en versos que plasmó en Larga vida nos cuenta del dolor que le atraviesa cuando piensa en las mujeres desaparecidas en un país que se ha empeñado en borrarlas como si fueran cifras mientras sus familias, amistades y seres queridos siguen rascando la tierra hasta encontrarlas.


Puente. ¿Cuántas veces me puedo conmover con la misma pieza de arte? Adelanto la respuesta que voy a tratar de explicar: No lo sé aún no llega el momento donde siento que ya fueron todas las veces.

He cambiado con los años y las canciones también, pero ver la cara radiante de Audry cuando guía al público para cantar Autogestión y recordar la primera vez que la escuché en vivo en el bajo circuito, me hace vibrar por dentro y sentirme orgulloso de ver a una persona que quiero construir una oda a la resistencia colectiva ante la brutalidad del capital.

Por otro lado, recuerdo también la presteza de la pluma de Rebeca cuando escribió una primera versión de Reina del Caos. Nunca había conocido una lengua tan afilada y una forma tan organizada de escribir, esculpir y escupir, unos versos. Escuchar su voz a través de un micrófono siempre me pone la piel de gallina, y me hace parecer que es la primera vez que la escucho porque mi cerebro me hace trampa, y olvida siempre la forma en la que empieza la canción por lo que termino todas las veces sorprendiéndome.


Estribillo. Juntas estaremos bien

Subiendo la cuesta hasta el momento épico del concierto, Rebeca le dice al público si se puede imaginar que podrían sentir su ex parejas con que les dediquen esta canción. Divorciada es una canción profundamente pegadiza que al escucharla no se te sale en días, me rendí a tener que estar caminando y detenerme a mover modestamente la cadera cuando nadie me ve al son de “divorciá, divorciá, divorciá da dá, tacatacataca divorcia da dá".

Cuando apuntan en dirección correcta, y los espectáculos musicales son sinuosos como los ríos, crecen, se acomodan, divagan un poco y siguen su curso. Cuando se presenta la canción que da título a este apartado los corazones se regocijan, mas allá del amor heteronormado que enseñó a ponderar el amor máximo en una pareja, nos reta la interpretación de Audry y Rebeca a entender que el amor verdadero está con las amigas.

Para entrar a los rápidos del show, escuchamos la canción que le da título al álbum, 40ntonas y sabrosas es una canción que apunta nuevamente a contrasentido. A las mujeres de su generación les enseñaron que al llegar a cierta edad se empiezan a perder cosas, aquellas que tradicionalmente se asocian con ser mujer. Además, salen los demonios corporales gordofóbicos y gerontofóbicos.

Justo este se convierte en el momento de mayor dicha, con la madurez y la capacidad de luchar al mismo nivel de reírse juntas. Siempre viva, como mala hierba.

Se va agotando el show, el reloj marca las 9 de la noche. Rebeca se despide rápidamente y nos abrazamos con la nostalgia de la despedida pues ya no nos volveremos a ver en este viaje y ella corre porque ya va siendo hora de que la Vale duerma. Audry estará un rato más en el backstage con sus amistades más cercanas. El tiempo no pasa en balde y el cansancio es visible cuando nos despedimos.

Cada vez es más complicado hacer un show, la autogestión está retando a lxs artistas a que inventen nuevas formas de financiar su existencia en este mundo.

Para quienes trabajan haciendo música el reto diario de su oficio se ha vuelto mayor: ahora decidimos consumir lo que el algoritmo nos entrega. Abandonamos el esfuerzo de ir a un show en vivo, la mercadería no se agota, preferimos verlo en la tele y extraviamos la vista, la vibra y el olor de los espacios donde unas cuantas personas asisten exactamente por la misma razón que tú.

Los espacios de vincularidad, es decir, los lugares donde se construye hermandad seguirán existiendo porque son una necesidad humana, pero ¿seremos capaces de echarle agüita a esas malas hierbas que embellecen nuestro jardín de experiencias?

Aunque no tengo la respuesta hay algo que sí sé, y lo sé porque lo he visto.

Contra viento y marea las flores que brotan del asfalto seguirán hasta donde sea posible soltando sus versos al viento, y ya quedará en nosotrxs, el esfuerzo por seguir encontrándonos en estos espacios maravillosos donde por un instante seamos como seamos, todxs somos bienvenidxs.

@RuloZetaka

Edición: Ana Ordaz


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