Opinión
La Jornada Maya
09/12/2024 | Mérida, Yucatán
Ella F. Quintal
El tema de los rituales ha sido uno de los que más ha atraído la atención de los antropólogos, tanto desde los inicios de la disciplina, como desde diferentes enfoques teóricos. Esto es así porque los rituales son propios de todas las comunidades y sociedades humanas. Lo mismo ha sucedido con otras temáticas de gran importancia de las que abundan definiciones desde diversas perspectivas de análisis. Sucintamente, podría decirse que los rituales son actividades prescritas, con un alto grado de formalidad y un alto contenido expresivo.
Los estudiosos han elaborado varias clasificaciones de los rituales. Por ejemplo, rituales del ciclo de vida, rituales de iniciación, rituales de fertilidad, rituales de curación o terapéuticos, entre los más importantes.
En el marco de la cosmovisión maya, los rituales tienen un significado central: la idea de que todo lo que existe tiene un dueño, tiene un Yuum y, por lo tanto, hay que pedir permiso y rogar para que los bienes de los que depende la vida de las personas, les sean donados por estos dueños. Se ruega, se pide y después se agradece, ofrendando con plegarias, bebidas y comida a estos seres, a los que también se suele llamar yuumtsilo’ob y que son dueños de lo que existe. Los habitantes de las comunidades los llaman también vientos o iik’o’ob y algunos investigadores, seres poderosos intangibles. Se piensa que cuando los dueños poderosos están contentos con las ofrendas que les presentan los humanos, estos resultan favorecidos con los dones que aquellos les conceden. Cuando no es así, los vientos se tornan malos y pueden castigar, negando la lluvia, denegando el permiso, causando sequía, enfermando a las personas y animales, evitando que las comunidades y sus habitantes vivan tranquilos.
En comunidades mayas peninsulares la vida ritual es abundante. En el marco del proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México, el equipo península ha documentado rituales del ciclo de vida, como el Jéets méek’ y la entrega del regalo de la novia o Mu’ujul; rituales de petición de lluvia, el mas conocido de los cuales es el Ch’a’ Cháak, rituales de curación como el K’eex, rituales de solicitud de permiso para intervenir en el entorno, como el Jéets’ Lu’um, rituales de purificación como el Loj Kaaj, así como otros que suelen ser menos frecuentes como el Loj corral o cuyos nombres son poco conocidos como el Meyil Kool, el Máatan Kool, el Loj Ch’e’en.
Algunos de estos rituales implican a toda la comunidad o a una parte de esta como es el caso de los rituales de petición de lluvia. Otros, comprometen a una familia; es el caso de los rituales de agradecimiento por las cosechas o por los bienes recibidos (salud, tranquilidad) como el Waajil Kool y el Jaanlil Kool. Los terapéuticos suelen involucrar a la persona enferma y a algunos de sus familiares más cercanos.
Para la realización de ciertos rituales, por ejemplo, los de petición de lluvia, es requerida la presencia del especialista ritual o Jmeen. Otros dependen para su ejecución del jefe de familia.
Puede decirse que en los grandes rituales como los de petición de lluvia o los de purificación, suele seguirse un guion básico que consiste en presentar sobre el altar o mesa, en maya ka’anche’, sucesivamente, ofrendas de saka’ (bebida de maíz), báalche’ (bebida que se prepara con la corteza del árbol así llamado y miel), carne (generalmente de aves) guisada con achiote y una comida llamada cho’kob, ya’ach o sopa (de tortilla o tamales de maíz desmenuzados).
Entre ofrenda y ofrenda, el Jmeen, eleva plegarias pidiendo a los seres poderosos intangibles o yuumtsilo’ob, que bajen hasta la mesa-altar, para disfrutar de las ofrendas que se les van presentando. Las plegarias son siempre en lengua maya.
Hay que aclarar, que, en distintas regiones de la península, estos rituales pueden recibir diferentes nombres. Así, llaman Rogación o Dios Yumbil al Ch’a’ Cháak o, Primicia a los rituales de agradecimiento por la cosecha y todo el trabajo realizado en el campo, incluso se agradece la buena fortuna en actividades económicas diferentes de las agrícolas. Lo anterior nos lleva a la observación de que no obstante ser actividades muy formalizadas, la vida ritual de las comunidades mayas es flexible.
Los invitamos a visitar la exposición de fotografías sobre Rituales en comunidades mayas exhibida al interior de las instalaciones del Centro INAH-Yucatán.
Ella F. Quintal es profesora investigadora en Antropología Social del Centro INAH-Yucatán
[email protected]Coordinadora editorial de la columna:
María del Carmen Castillo Cisneros, antropóloga social del Centro INAH-Yucatán
Edición: Fernando Sierra