Opinión
Felipe Escalante Tió
30/01/2025 | Mérida, Yucatán
La importancia de los archivos históricos, y en particular las hemerotecas, radica en que reciben testimonios de prácticamente todos los actores sociales, de ahí que sea tan necesario asegurarles las condiciones de infraestructura y profesionalización para el personal que las atiende, porque son guardianes de la memoria de todo un estado e incluso un país.
En esa inmensidad de testimonios en los que destacan los periódicos diarios, suelen rondar publicaciones de muy breve vida, o de las que apenas se conservó un ejemplar porque posiblemente se escogió dar prioridad a las más conocidas y de mayor circulación. Entre estas encontramos El Cauterio, que prometía aparecer tres veces por semana, pero únicamente su primer número llegó hasta nuestros días.
Lo que llama la atención, aparte del nombre, es la circunstancia en la que apareció El Cauterio, que se autodefinía como “periódico de combate” y llevaba por lema “Cauterizar las heridas del morenismo”. La primera entrega salió a la luz el 12 de noviembre de 1913. Un par de meses antes, el general Prisciliano Cortés, enviado por Victoriano Huerta como gobernador a Yucatán, se había hecho elegir por voto popular, siendo así el único mandatario constitucional del estado entre febrero de 1913 y el mismo mes de 1918.
Las “heridas” a que hacía referencia el lema del periódico se refieren a la actividad política de Delio Moreno Cantón, sobrino del general Francisco Cantón Rosado y candidato a la gubernatura yucateca en 1909 y 1911. De lo que se habla poco es de que Moreno Cantón había recurrido en ambas ocasiones a la revuelta armada para desconocer los resultados electorales; en la última, estallada en Opichén, estuvo vinculado al levantamiento de Bernardo Reyes contra Francisco I. Madero. Tras el fracaso del movimiento en Opichén, Moreno Cantón apoyó toda causa contra Madero y apoyó el golpe militar de Victoriano Huerta en febrero de 1913. Sobre eso llamaba la atención El Cauterio.
En el texto de presentación, titulado “Nuestros propósitos”, los redactores del periódico aseguraban que no les guiaba “otro objeto que el deseo que tenemos de contribuir con nuestro grano de arena a la magna obra que se ha impuesto desde antaño el Partido Liberal, de destruir los maquiavélicos y antipatrióticos planes del funestísimo partido Conservador, que han traído tantas desgracias a nuestra querida patria”.
Para la época, la división entre “liberales” y “conservadores” ya no llamaba a nadie, pero quedaban quienes identificaban a Moreno Cantón como conservador por dos motivos: ser sobrino del general Francisco Cantón, ex gobernador del estado pero antes partidario de la Intervención Francesa, y por el apoyo que recibía del diario La Revista de Mérida.
En seguida, El Cauterio se va por una insinuación, aunque en nota aparte aborda el tema. Para caracterizar al partido conservador, indica que, para alcanzar sus fines, “para escalar las elevadas esferas del poder, no ha vacilado tampoco en pretender engañar al invicto Gral. D. Victoriano Huerta, ofreciéndole cinco millones de pesos y un contingente de sangre de tres mil hombres, aún a costa de la ruina y desolación de nuestro querido Estado”.
La suma no era nada despreciable. Era poco menos de un tercio de lo que un año después intentaron obtener los carrancistas mediante un préstamo forzoso. En cuanto al reclutamiento, en el oriente, más precisamente en Valladolid, un fiel morenista, Miguel Ruz Ponce, se encargaba de llamar a los pobladores, mayas y mestizos, a unirse a las tropas federales.
Sobre la oferta, El Cauterio aprovechaba ironizar: “No creemos que el invicto Sr. Gral. D. Victoriano Huerta, tome en serio estas ofertas del Sr. Moreno, porque todos sabemos que en cuestiones financieras el eterno candidato del Centro Electoral Independiente ha fracasado siempre”. Sobra decir que Huerta estaba informado de la situación yucateca y del interés de Moreno Cantón, pues había participado en la campaña que dio fin a la Guerra de Castas, precisamente cuando era gobernador el general Francisco Cantón.
Lo que no queda claro es quiénes integraban el “partido liberal” en Yucatán. Los grandes capitalistas habían partido al exilio, mientras que los pocos que formaron el Partido Nacional Antirreeleccionista y que tenían cierto peso en el estado, como José María Pino Suárez y Serapio Rendón, fueron ejecutados. Es posible que El Cauterio, más que cicatrizar heridas, sirviera para decir “cualquiera menos Delio Moreno”, pero eso es tema para otras notas, y otros tiempos.
Edición: Estefanía Cardeña