Opinión
Normando Medina Castro
12/02/2025 | Chetumal, Quintana Roo
El fortalecimiento de la derecha exacerbada, es decir, la ultraderecha, en el mundo, representa un fracaso para los gobiernos de izquierda o progresistas, por su falta de resultados concretos, sus conductas y comportamiento semejantes a los neoliberales, incluso con los mismos escándalos de corrupción.
Los gobiernos neoliberales pregonaron libertades y democracia cuando en la realidad sólo hicieron más grande las desigualdades sociales. La competencia siempre fue una falacia porque el “libre mercado” permitió a los poderosos construir monopolios que destruyeron a la “competencia”. Un ejemplo claro de la falsedad de la competencia en México es el monopolio de FEMSA (Fomento Económico Mexicano S.A) que acabó con las tiendas de abarrotes carentes de los recursos para competir con los Oxxo.
Las mayorías sufrieron en carne propia las mentiras del neoliberalismo y en la medida que aumentó la interconectividad, también se incrementó el acceso a la información y la percepción de que era necesario y posible un cambio de rumbo.
El PRI y el PAN desde Miguel de la Madrid en 1982, hasta Enrique Peña Nieto que concluyó en 2018, gobernaron el país cargados hacia los intereses de los potentados y alejados del bienestar de las mayorías. El cambio de régimen se dio a partir de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador en 2018-2024 y continúa con Claudia Sheinbaum. AMLO insistió siempre en una “revolución de conciencias”, ciertamente muy necesaria, para tener un país mejor gobernado, con más eficiencia, honestidad y humanismo. El problema es que el partido fundado por López Obrador tiene demasiados obstáculos internos por la infiltración de muchas mujeres y hombres sin apego ni aprecio al ideario Obradorista. La gravedad estriba en que son incapaces de realizar una transformación positiva en el sentido que se pretende y se pregona con insistencia. Son muchos los personajes de la 4T que no actúan diferente a las cúpulas neoliberales satanizadas por sus excesivos abusos. Pedro Haces Barba, Ricardo Monreal y familia, Rubén Rocha Moya, Américo Villareal, Augusto López y familia, Eruviel Ávila, Sergio Mayer, Cuauhtémoc Blanco, y un largo etcétera. Es difícil de soslayar el estruendoso fracaso de “sumar” en el pasado reciente a los panistas Lilly Téllex y Germán Martínez. Y todavía está gente como Manuel Velazco y todos los verdes. El bono de la credibilidad no es perenne, tiene que alimentarse con hechos, de otro modo se acaba y también la imbatibilidad electoral.
La ley antinepotismo y contra la reelección es un buen principio de saneamiento que afecta a muchos simuladores.
La infiltración del movimiento fundado por Andrés Manuel López Obrador, empoderó a varios personajes opuestos a él. En Quintana Roo ganó la popularidad de López Obrador, pero cedió el poder a los Verdes carentes de empatía, experiencia, mérito o un poco de humildad para aprender. Y lo peor es que pretenden eternizarse en el poder con el senador Eugenio Segura como “delfín” y como comparsa otros Verdes también disfrazados de guinda como Ana Paty Peralta, alcaldesa de Benito Juárez, Estefanía Mercado, alcaldesa de Solidaridad y Diego Castañón -futbolista regio- alcalde de Tulum, los tres tienen sus municipios sumidos en la inseguridad y la violencia. Le ha “llovido fuerte” a Castañón con la detención de tres de sus mandos policiales acusados de secuestro exprés. En fin, son cosas que pasan en nuestro país y en nuestro caribeño Estado.
¡Hasta la próxima!
Edición: Fernando Sierra