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Fechas funestas de Yucatán

El 19 de marzo de 1915 es recordado como el ''apocalipsis yucateco''
Foto: Wikimedia Commons

El 19 de marzo sigue figurando en algunos medios como la fecha más terrible en la historia de Yucatán. Se trata de una efeméride, un acontecimiento de tal magnitud que "obliga" a ser recordado año tras año. Su origen remonta al 19 de marzo de 1915, un día que, en su momento, se profetizó como el fin de Yucatán, la destrucción o el acabose del sano, civilizado y ejemplar buen vivir yucateco. Pero, ¿qué ocurrió realmente aquel día para que fuera visto como el apocalipsis yucateco?

Lo que ocurrió fue la llegada de las tropas carrancistas a Mérida, lideradas por Salvador Alvarado, marcando el inicio del gobierno constitucionalista en Yucatán en plena Revolución Mexicana. Estallada en 1910, la guerra se había extendido por casi todo el país, especialmente en el centro y norte, y aún se prolongaría por varios años más, cobrando la vida de al menos un millón y medio de mexicanos.

Las medidas revolucionarias que supuestamente traerían el colapso de Yucatán fueron: la abolición de las deudas personales de los peones en las haciendas henequeneras, la educación pública masiva que incluyó a los indígenas, el respaldo a organizaciones gremiales y la aprobación de la ley del divorcio, entre otras. Cada una desató una ola de escándalos mediáticos, los más estridentes de la época, augurando el inminente desastre: la ruina económica, el colapso moral y la catástrofe definitiva, todo atribuido al general Alvarado.

Aunque necesariamente cada medida requirió ciertos ajustes sociales, ninguno produjo la gran catástrofe anunciada. Por lo contrario, todas estas medidas se fueron incorporando a la vida social yucateca y trajeron beneficios colectivos considerables: salario mínimo, relaciones laborales capitalistas modernas, permiso de maternidad, educación pública generalizada, etc. Obviamente esto redujo ciertos privilegios de la oligarquía local y, sobre todo, su influencia sobre las clases trabajadoras.

Como puede verse, es imposible no trazar un paralelismo con los acontecimientos y figuras del pasado sexenio presidencial en México. López Obrador asumió un papel similar al de Salvador Alvarado, mientras que los medios conservadores, tanto en Yucatán como en el resto del país, repitieron su rol de siempre.

Es curioso cómo la historiografía y cierto inconsciente colectivo yucateco insisten en mantener viva la idea del "Armagedón" del 19 de marzo de 1915, cuando, en comparación, no ocurrió nada verdaderamente catastrófico. Mientras tanto, fechas realmente funestas, como el 30 de julio de 1847 y el 4 de marzo de 1517, parecen quedar en un segundo plano.

La primera rememora el ataque a Tepich o inicio de la Guerra de Castas, que duró cerca de 50 años y produjo la muerte de dos quintas partes de la población. Unos 200 mil muertos en números redondos, amén de la destrucción de ciudades, pueblos y ranchos. Un ejemplo de ello son las antiguas iglesias del sur de la entidad, muchas de las cuales perdieron su techo o lo tienen restaurado debido a que, con frecuencia, los rebeldes las volaban.

La segunda se refiere al descubrimiento oficial de Yucatán por parte de la armada española de Francisco Hernández de Córdoba, que inició el proceso que culminaría con la Conquista y colonización de Yucatán. Durante sus primeros 50 años, esta nueva era costó la vida (por guerra, enfermedades, trabajo forzado y otros) a dos terceras partes de la población. Unos 500 mil muertos en números redondos junto con destrucciones similares a las mencionadas líneas arriba. 

Esta peculiar manera de llevar la cuenta de nuestras desgracias, muestra claramente que nuestra historia regional fue hecha por los ganadores, a quienes no importaba mucho “los muertos en general”, sino “los muertos de mi bando”. Por cierto, en términos comparativos, durante los “sucesos violentos” de la Revolución Mexicana, en Yucatán murieron tan pocos habitantes, que ni siquiera ha habido un debate por saber cuántos fueron.

Siempre me ha intrigado escuchar al conservadurismo yucateco criticar la falta de "libertad de movimiento" en la Cuba de Fidel Castro, mientras ensalzan las haciendas henequeneras, donde la semiesclavitud no solo restringía el movimiento de los peones, sino que los mantenía atados por deudas impagables. Pero, visto desde esta perspectiva, la contradicción se aclara.


*Iván Vallado Fajardo es profesor investigador en Historia.

Edición: Mirna Abreu


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