Mucho se ha hablado sobre la crisis de la apicultura en Yucatán, los diversos factores ambientales, económicos y técnicos que la provocan. En 2024 se registró una baja de 22 por ciento en la producción de miel; agravada por la sequía, la deforestación acelerada y los agroquímicos utilizados en monocultivos. Poco se ha accionado sobre las causas de la crisis, lo que ha llevado a cientos de apicultores y apicultoras a abandonar sus apiarios para dedicarse a otras actividades que les hagan subsistir. Yucatán sigue siendo uno de los principales Estados que producen miel en el país, a pesar de la crisis creciente, la apicultura resiste, pero requiere de manera urgente atención con bases científicas para que ésta sea pertinente. La ciencia tiene respuestas que deben de ser tomadas en cuenta para encontrar las vías que lleven a la apicultura a renacer, a través de los resultados de múltiples investigaciones. Es momento de pasar de las publicaciones científicas, que nos proveen desde datos duros hasta propuestas, a la aplicación en campo para dar soluciones a los problemas que lo aquejan. Por ejemplo, la investigación nos ha arrojado que en México solamente se consumen 200 gramos de miel al año por habitante. Con ese dato, nos damos cuenta de una problemática de consumo interno, y de que una posible alternativa es generar campañas de difusión sobre los beneficios para la salud del consumo de miel, integrarla a la canasta básica. De esta solución para aumentar el consumo, atenderíamos a su vez el problema económico y medioambiental: al aumentar la demanda, aumentaría el número de personas que se dedican a esta actividad, que es netamente de manejo agroecológico, pues implica la interacción con insectos que requieren cuidado, diversidad natural y contribuyen al equilibrio del ecosistema.
La ciencia también nos ha informado de las causas de la pérdida de colmenas: ácaros como la varroa, uso de agroquímicos, cambio climático, deforestación, malas prácticas apícolas consecuencia de la falta de capacitación e innovación de la actividad. Es a raíz de todos estos datos producto de investigaciones científicas que podemos trazar las soluciones, con un enfoque integral que involucre a apicultores/as, científicos/as, legisladores/as, Gobierno y sociedad en general. Control biológico de los parásitos de la colmena, con datos de investigaciones sobre tratamientos alternativos, como los ácidos orgánicos y el uso de hongos entomopatógenos. Promoción de la agricultura regenerativa: Fomentar prácticas agroecológicas y reducir el uso de pesticidas. Reforestación con especies nativas: La siembra de árboles y plantas melíferas en zonas afectadas ayuda a recuperar los ecosistemas y garantizar fuentes de alimento para las abejas. Capacitación apícola continua sobre buenas prácticas sanitarias, manejo de enfermedades y adaptación al cambio climático. Políticas de protección como regulación de agroquímicos y creación de zonas protegidas de abejas. Campañas de difusión para aumentar el consumo de productos de la colmena: A través de las diferentes Dependencias gubernamentales, como SEDER, SECIHTI, SEGEY, Desarrollo Sustentable y todas las que se quieran sumar.
Con esta suma de esfuerzos entre la ciencia, sector primario y el apoyo gubernamental, es posible atender esta problemática y plantar un futuro más prometedor para las abejas y para la humanidad. Es tiempo de poner la ciencia al servicio de la apicultura y del pueblo, para el renacer del campo yucateco.
*Con datos de Apicultura sin Fronteras.