Opinión
La Jornada Maya
20/04/2025 | Mérida, Yucatán
Fernando Gallegos
En los últimos meses los Estados Unidos, unilateralmente, y bajo el pretexto de “volver a ser grande a América” impuso aranceles a las importaciones de productos a su país a 185 países del orbe, como parte central de la nueva política comercial de su gobierno, entre ellos sus principales socios comerciales México y Canadá, dando inicio con ello una guerra comercial de índole mundial.
Desde entonces la palabra arancel se ha vuelto un símbolo de condena contra aquellos países, que desde la perspectiva del presidente Donald Trump se han aprovechado económicamente de su país. Sin embargo, es pertinente resaltar que asumir una política proteccionista presenta no solo beneficios económicos de corto plazo, sino también, consecuencias negativas de largo plazo para el país que opta por implementarlas.
Un arancel es un impuesto que un gobierno cobra por la compra de bienes y servicios que provienen de países extranjeros, es decir, es un impuesto a las importaciones, y aunque también existen aranceles a los bienes y servicios que se venden a otros países, éstos últimos son menos comunes.
Los aranceles a las importaciones sirven a los gobiernos como instrumentos para proteger a sus industrias locales de industrias extranjeras más competitivas, es por ello que, a las políticas económicas que optan por la imposición de aranceles se les llama políticas proteccionistas; este instrumento también funciona para generar ingresos extra a los gobiernos que los aplican, especialmente en los países cuya recaudación fiscal es baja o bien para aquellos países en donde el gasto público es muy elevado y el gobierno necesita dinero para ser frente al despilfarro; también funciona para regular el comercio internacional, desincentivando la entrada de productos extranjeros o bien a través de acuerdos y negociaciones que favorecen el intercambios con otros países.
Igualmente, muchas veces los aranceles se utilizan para sancionar a un país en el cual los precios de sus productos son más competitivos que los precios locales e incluso como venganza si el otro país también le impuso aranceles; además, los aranceles se usan para equilibrar los precios entre los bienes nacionales y extranjeros en el caso de que un país fabrique mas barato a base de tener una regulación muy laxa en temas como la contaminación ambiental.
Como podrá darse cuenta el lector, este tipo de políticas proteccionistas se dan desde el ámbito del comercio internacional, pero ¿cómo nos afecta o mejor aún, a quienes beneficia este tipo de políticas? Está claro que las empresas que pertenecen al país que impone los arancele son las principales ganadoras al obtener un margen de beneficio superior al que se tenía antes de imponer el arancel, ya que los productos de las empresas foráneas no pueden competir a la par, toda vez que los precios de sus productos se han incrementado como consecuencia de la imposición del arancel.
Quien también se beneficia es gobierno impositor, al menos en el corto plazo, ya que le permite hacerse de mayores ingresos debido a la recaudación del impuesto correspondiente, aunque a largo plazo los efectos pueden ser contraproducentes, debido a que el país al que se le impuso el arancel es muy probable que responda poniendo sus propios aranceles, lo cual puede tener repercusiones negativas en la economía local ya que las empresas exportadoras del país local podrían sufrir de las mismas consecuencias en los mercados foráneos.
Sin embargo, los que más sufren las consecuencias de esta guerra comercial son los consumidores, gente que en el día a día podría estar comprando productos nacionales con una menor relación calidad/precio que los productos extranjeros de su preferencia o en el mejor de los casos está comprando productos de afuera a un mayor precio que al que lo comprarías si no existiera el arancel. Por lo que, a largo plazo, las empresas locales también pueden enfrentarse a pérdidas de sus beneficios económicos como consecuencias negativas de una reducción de la demanda debido al alza en los precios de sus productos.
Una secuela más sobre llevar a cabo políticas proteccionistas con la finalidad de expulsar a las empresas extranjeras y blindar a las empresas nacionales es que si los aranceles son muy altos durante mucho tiempo, éstas pueden perder incentivos para invertir en nuevas tecnologías para innovar y ser más eficientes, y cuando las empresas se tornan ineficientes, el más afectado es el consumidor ya que pagará más por un producto de menor calidad y peor aún, la economía de ese país tarde o temprano terminará deteriorando la calidad de vida de su población como consecuencia de una caída en la inversión productiva y al deterioro en el consumo interno, motores fundamentales para generar crecimiento económico.
Edición: Fernando Sierra