Opinión
La Jornada Maya
30/06/2025 | Mérida, Yucatán
En la mitología griega, la hidra de Lerna era una serpiente acuática de múltiples cabezas a la cual, si se le cortaba una, le crecían otras dos. La imaginación artística ha dejado miles de ilustraciones en las que tal bestia es un cuadrúpedo alado, de cuerpo escamoso y fauces llenas de afilados colmillos. Heracles, en su segunda tarea, se encargó de matar a este ser, que asolaba la región de Argos, donde destruía campos y ganados.
Este animal fantástico ha pasado a ser metáfora de algunos de los grandes problemas sociales de gran complejidad, como ha sido el combate al crimen organizado, y hoy puede decirse que lo es el huachicol, o tráfico de combustibles robados.
En el sexenio pasado, el entonces presidente, Andrés Manuel López Obrador, declaró en septiembre de 2019 que el
huachicol ya se había acabado, pues se había reducido en 94 por ciento el robo de combustibles, lo que permitiría recuperar 50 mil millones de pesos sólo ese año; enturbiado por la
tragedia del municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo, donde explotó una toma clandestina, dejando un rastro de 137 muertos y centenares de heridos.
Este lunes, Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), dio a conocer el resultado de un operativo en el que se ejecutaron 12 órdenes de cateo y se logró la captura de 32 presuntos miembros de un grupo dedicado al huachicol; desde la perforación de ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) hasta la extracción de gas licuado y gasolinas y su posterior venta.
Los vehículos, armas de fuego, animales exóticos y la cantidad de dinero en efectivo que se decomisaron en el operativo son un indicador del nivel de violencia que ejercen y el lucro que obtienen las organizaciones criminales dedicadas a este ilícito. En cuanto a su alcance, apenas se ha tocado una fracción, pues los cateos se realizaron en la Ciudad de México, Querétaro y el estado de México, según dio a conocer García Harfuch. Pero los puntos de extracción, las transportadoras, los espacios comerciales clandestinos -y otros no tanto, porque para algunos empresarios, la tentación de obtener ganancias a partir de la venta de gasolina “ordeñada” les ofrece muchas ventajas económicas -están, potencialmente, en todo el territorio nacional.
El monstruo al cual se enfrenta el Estado mexicano es, al igual que el mitológico, uno de muchas cabezas, aunque cada una posee una fisonomía propia. Así como la más visible y hasta el momento perseguida es la que componen quienes “pinchan” los ductos de Pemex, extraen los combustibles y los concentran en un punto desde el cual se distribuyen, otra la componen trabajadores de la paraestatal, que revelan por dónde pasa y a qué profundidad se encuentran las redes de conducción de los hidrocarburos; las empresas que sirven de fachada para el transporte de los combustibles obtenidos de manera ilícita y los funcionarios que protegen a los grupos delictivos.
Cuando se observa una estructura compleja, desmantelar una red de esas proporciones e implicaciones resulta comparable a las tareas del héroe mitológico: Puede detenerse a quienes “pinchan” las tuberías y extraen el combustible, pero aparecerán otros porque hay cantidades impresionantes de dinero de por medio. Pueden catearse casas y decomisar hectolitros de gasolina, pero otras aparecerán, porque también hay demanda. Y sería sumamente deseable que se detuviera y procesara penalmente a los funcionarios de los tres niveles de gobierno que encubren a los delincuentes, pero muy probablemente los subalternos podrán ocupar las posiciones vacantes.
Llegar al fondo del asunto requiere de mucha inteligencia por parte del aparato de seguridad, pero también es necesario que la Fiscalía General de la República integre carpetas de investigación sólidas, porque en caso de que se presente a los presuntos delincuentes ante un juez -y más si se trata de los que resultaron electos el pasado 1 de junio- y se les declare libres porque están mal integrados los expedientes, quedará en entredicho la necesidad de haber realizado una reforma judicial.
Queda también pendiente que se efectúen operativos en contra de los expendios de combustibles, tanto gas como gasolinas y diesel, que comercializan producto robado, que también son parte importante en la integración de la hidra, y la clave para detener el huachicol.
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Edición: Estefanía Cardeña