Alexandra G. Poot Canul
Los incensarios prehispánicos desempeñaban un papel fundamental en las culturas mesoamericanas. Estos objetos, contenedores de diversas formas y tamaños, fueron utilizados principalmente para depositar resinas naturales y sangre, elementos que eran esenciales al llevar a cabo los ritos en los que se utilizaban. No obstante, estudios arqueológicos sugieren que pudieron haberse depositado otro tipo de sustancias u ofrendas en ellos dependiendo del rito o la ocasión en el que se emplearan estos soportes de humo sagrado.
Se sabe que estos artefactos no fueron simples objetos utilitarios, su función fue más compleja y elaborada, ya que representaban un símbolo de conexión; un medio para entregar ofrendas. Esto hace mucho más interesante su relación con los humanos y su cosmovisión.
En cuanto a su forma, estos objetos variaban significativamente según la región, la cultura, su función y el propósito para el que eran fabricados. Los más comunes, por su practicidad y funcionalidad, fueron los cuencos, tanto cilíndricos como cónicos. No obstante, también existieron incensarios de mayor complejidad, que adoptaban formas antropomorfas o zoomorfas. Estas variantes respondían a las representaciones simbólicas propias de las culturas que los elaboraban. Algunos de estos contenedores de ofrendas podían representar deidades, elementos de la naturaleza u otros aspectos fundamentales de su cosmovisión.
Los materiales utilizados para fabricar estos receptáculos eran diversos. Sin embargo, la mayoría de los portadores de ofrendas rituales prehispánicos en Mesoamérica se elaboraban con barro y piedra, materiales abundantes en las regiones donde se producían.
En cuanto a la decoración, muchos de estos objetos presentaban calados, grabados, relieves, picos, espigas y otros elementos iconográficos. Estas características no solo respondían a una intención estética, sino que también cumplían funciones prácticas y simbólicas, vinculadas al uso ritual y al significado de la pieza.
Tomando en cuenta su uso ceremonial durante la época prehispánica, estos utensilios siguen siendo empleados en la actualidad en diversas regiones. Los instrumentos rituales continúan formando parte de prácticas religiosas y culturales, aunque sus materiales, formas y decoraciones han sido modificados con el tiempo. En este sentido, los incensarios no solo han perdurado como objetos funcionales, sino que también conservan un profundo valor cultural, al vincular las tradiciones ancestrales con las prácticas contemporáneas de los pueblos originarios.
Un ejemplo de ello se encuentra en algunas comunidades mayas de México, donde estos objetos de uso espiritual siguen tomando parte en las ceremonias religiosas. En ellas, se queman hierbas, resinas y otros productos como ofrenda, lo cual permite trazar continuidades espirituales y culturales de raíz prehispánica hasta nuestros días.
Desde una perspectiva arqueológica, los incensarios trascienden su función como simples contenedores. Para la arqueología, estos objetos representan una valiosa fuente de información sobre la manera en que las sociedades prehispánicas concebían lo sagrado y lo espiritual.
A través de estudios químicos, epigráficos, iconográficos y de otras disciplinas, es posible conocer no solo el contenido que se depositaba en su interior, sino también la intencionalidad y funcionalidad de su uso. En particular, las investigaciones químicas, en conjunto con el análisis epigráfico, han permitido identificar los materiales que se utilizaban para la combustión, revelando detalles sobre ceremonias, creencias religiosas y aspectos de la vida cotidiana en el mundo prehispánico.
Por otro lado, los estudios iconográficos y morfológicos resultan fundamentales, ya que permiten interpretar los símbolos presentes en estos instrumentos de culto y comprender cómo se relacionaban con las deidades y otras creencias de las culturas prehispánicas.
Además, dado que los incensarios constituyen una fuente rica de información sobre la cosmovisión, su hallazgo en contextos arqueológicos permite identificar la funcionalidad y el uso de diversas estructuras arquitectónicas. La recuperación de estos artefactos durante excavaciones arqueológicas en templos, plazas y otras edificaciones revela su asociación con espacios de alto significado religioso y social, convirtiéndolos en piezas clave para comprender la organización política y el simbolismo de los sitios prehispánicos.
Alexandra Guadalupe Poot Canul es pasante de Arqueología de la Universidad Autónoma de Yucatán.
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Coordinadora editorial de la columna:
María del Carmen Castillo Cisneros, antropóloga social del Centro INAH Yucatán.
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Edición: Fernando Sierra