Opinión
Margarita Robleda Moguel
17/08/2025 | Mérida, Yucatán
Con tan exagerada oferta de series y películas que nos presentan la infinidad de plataformas y canales, es difícil encontrar un garbanzo de a libra, como dice el dicho, que nos sorprenda, por lo que les comparto esta serie del futuro, que descubrí en Apple Tv donde participa Jason Momoa en calidad de líder de una aldea, parte de los 2 millones de sobrevivientes de una guerra mundial, que destruyó todo y les quito el sentido de la vista, bautizando la serie con el nombre de See, (Ver).
La serie me recuerda aquella novela de José Saramago donde, de un momento a otro, todos quedan ciegos.
En See, llevan varias generaciones de invidentes y es increíble como éstos han ido desarrollando los otros sentidos e incluso entran en guerra contra la reina, con el apoyo de los que escuchan a los lejos y pueden calcular la cantidad de enemigos, oler su capacidad, intuir su fuerza… Ahí se habla de cómo llegó a tal grado la codicia de los seres humanos que estos hicieron que explotara el planeta.
La codicia de la que hablan es una realidad en la historia de la humanidad, solo que ahora en proceso de desarrollarse hasta el infinito gracias a la Inteligencia Artificial. Hace unos días, China presentó un video sobre su capacidad bélica, que sobre pasa a las otras potencias. Me pregunto por qué lo hace ahora, siempre ha sido muy discreta, quizá porque quiere mantener abierto los mercados a sus productos y ahora decidió mandar el mensaje de que no está dispuesta a seguir siendo amenazada. Y si bien nos asombramos de su terrorífica capacidad, tenemos la esperanza que sólo sea para mantener a raya al que quiere amedrentarlos, aunque también nos recuerda que estamos en manos de egos gigantes, ambiciones y codicias ilimitadas, y el silencio de todos los que vemos cómo fallecen de hambruna los inocentes de Gaza u otra situación de injusticia.
Ucrania, Palestina y Siria nos suenan ajenos, lejanos, pero son las mismas ambiciones desmedidas de propios y ajenos, lo que ahora padecemos en casa, en nuestra costa. Hay un video que estruja el corazón de los que amamos la costa de Yucatán, los que hemos crecido aquí y visto su deterioro paulatino. Por ¿la falta de visión? ¿el atropello de la codicia? Ese video que anuncia sobre la barbarie de
basureros abiertos en Celestún, lo comparto con gran dolor en mi Facebook y con agradecimiento al que lo hizo e intenta por todos los medios llamar nuestra atención y la de nuestras autoridades.
Nos enojamos con la marea roja, que adelanta el cierre de nuestra temporada, sin tomar en cuenta nuestra participación. La Dra. Dalila Aldana, investigadora del CINVESTAV IPN Unidad Mérida y articulista de La Jornada Maya, nos dirá sobre lo que hemos hechos y lo que debemos hacer para recuperar nuestra costa. Su investigación está centrada en la reproducción de moluscos marinas y su aplicación al manejo pesquero y acuícola, al efecto del cambio climático y acidificación oceánica en la calcificación de especies marinas y en contaminación por micro plásticos en la biodiversidad del Caribe.
Ahora que analizo See, me pregunto si no es aquí, en nuestra hermosa costa, en plena guerra de precios, inalcanzables para los locales, donde ya comenzamos a perder la capacidad de ver. De inicio, hemos perdido la sensibilidad para detectar la ultra fragilidad del medio, y permitimos que lleguen y construyan lo que quieran, donde quieran. El agua tiene memoria. ¿Quién da los permisos para construir tanto edificio? ¿Tomamos en cuenta los desechos de agua, basura, etcétera? No hay para dónde. ¿Para abajo, a nuestras reservas de agua para beber? ¿Para arriba? ¿quemando la basura llena de plásticos y otros químicos que todos respiraremos? ¿Desechar hacia el mar para que retorne como algas enfermas que contagien nuestros peces y maten de hambre a nuestros pescadores y habitantes locales, que ya han perdido las salidas de calles para sacar sus lanchas? ¿Para atrás, para que contaminen nuestras salinas, maten a los manglares protectores de huracanes, a nuestros flamingos?
Toda nuestra basura es ajena a la costa, es agresiva, no es digerible.
Y yo mañana quiero poder ver, oler, sentir mi costa viva, disfrutar el remojar mi tuch. ¿Qué me toca hacer?
Edición: Fernando Sierra