Opinión
Julio Hernández López
17/09/2025 | Ciudad de México
Usó en su indumentaria el morado del feminismo, recibió la Bandera nacional de manos de una escolta de mujeres, integró, en esfuerzo de paridad, a figuras femeninas en las vivas que lanzó (quitando a Josefa Ortiz el clásico “de Domínguez” para subrayar que las mujeres no son propiedad de nadie), y homenajeó a heroínas anónimas y mujeres migrantes e indígenas.
En el desfile del 16, hubo otro gesto de la Presidenta con a, pues miles de mujeres pertenecientes a las fuerzas armadas participaron de manera destacada. También hubo discursos. De Sheinbaum y de los jefes de las corporaciones militares, el general secretario y el almirante secretario.
La presidenta reiteró, con énfasis de calendario, la defensa de la soberanía nacional: “ninguna injerencia es posible en nuestra patria”. También insistió en la denuncia de los mexicanos que invocan intervencionismo extranjero y calumnian a la nación; mencionó como referentes históricos negativos a quienes fueron a solicitar a Maximiliano de Habsburgo que viniera a gobernar México y a quienes apoyaron al gobierno golpista de Victoriano Huerta.
Pero fue el secretario de Marina, almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, quien aportó densidad a la retórica circunstancial. Aludió al elefante en la sala judicial y desplegó párrafos redactados con la pretensión de que el ahí innombrado escándalo del huachicol fiscal sólo quede en las personas de los sobrinos del anterior secretario, Rafael Ojeda, y piezas menores. Palabras de apariencia contundente que buscan estancar la fijación de responsabilidades en subalternos.
El almirante Morales Ángeles dijo, por ejemplo, que “cualquier desafío recibe de nosotros todo el peso de nuestra honestidad y una frontal respuesta a nuestro pueblo, pase lo que pase, duela lo que duela, se trate de quien se trate”. Un fraseo inusual. En el fondo, un reconocimiento de lo difícil que es para una instancia de poder público el aceptar como un acto de normalidad republicana el poner a disposición de autoridades competentes las presunciones de que en esa institución se hubiese cometido algo presuntamente de-lictivo, cuando el denunciar hechos así debe-ría ser algo normal y no traumático y mucho menos necesariamente confesable, con áni-mos exculpatorios, en un acto ceremonial tan importante.
Léase el difícil trance (con comentarios astillados entre paréntesis): “Fue mediante un ejercicio de sabiduría, sensatez, congruencia y humildad que pusimos ante la ley (¿por qué resulta necesario acumular tantas virtudes para cumplir simplemente con la ley y hacer una denuncia judicial?), ante la consciencia y el escrutinio de las y los mexicanos, actos reprobables que no nos definen como institución, sino que podían enquistarse y quedarse para dañar a nuestro pueblo (bueno, esos ‘actos reprobables’ se quedaron ‘casi dos años’ después de que, se dice, sin prueba documental, que el anterior secretario de Marina los hubiera denunciado). Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más, y absolutamente imperdonable, callarlo”.
Astillas
Ayer mismo, el secretario de Economía anunció el inicio de consultas públicas en México, en consonancia con el calendario establecido por Estados Unidos, respecto a la revisión del tratado comercial de Norteamé-rica. El proceso se publicará en el Diario Oficial de la Federación hoy y, dijo Marcelo Ebrard: “estamos pensando en algo muy fácil, muy sencillo, muy abierto”. Pues sí. En el fondo, los comentarios, opiniones y evaluaciones que se reciban por la vía digital en es-ta “consulta”, poco podrán significar ante las palabras dominantes y rectoras que establecerá Washington Y, mientras Israel avanza criminalmente en la invasión terrestre de la ciudad de Gaza, expulsando a miles de familias, ¡hasta mañana!
Edición: Estefanía Cardeña