En la actualidad, la humanidad se enfrenta a desafíos que sobrepasan las fronteras nacionales y requieren de soluciones colectivas. La crisis climática, los conflictos armados, las desigualdades sociales y de género, así como la fragilidad de los sistemas de cuidados, son fenómenos que no pueden comprenderse ni resolverse desde la lógica aislada de los Estados. Surge así la necesidad de pensar en una gobernanza global más justa, incluyente y responsable.
De acuerdo con Villamar Nava (2017:136), “la gobernanza global puede entenderse como 1) como conjunto de fenómenos que se verifican en la realidad internacional; 2) como perspectiva analítica del campo de Relaciones Internacionales, y 3) como proyecto político de orden para el sistema internacional”. En esta ocasión, será una herramienta analítica para comprender las repercusiones de XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, llevada a cabo en México del 12 al 15 de agosto de este año y los alcances del Compromiso de Tlatelolco por una década de acción para el logro de igualdad sustantiva de género y la sociedad del cuidado.
En este encuentro confluyeron personajes del ámbito público internacional, miembros de las oficinas naciones unidas y de los estados dedicadas a políticas de igualdad de género, así como académicas, grupos de la sociedad civil y activistas. Al inicio, desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se presentó el documento de posición “La sociedad del cuidado: gobernanza, economía política y diálogo social para una transformación con igualdad de género” para guiar los debates. Se trata de un texto de más de 170 páginas donde se define la problemática de cuidados en la región, la necesidad de su reconocimiento como un trabajo fundamental para sostener la economía, su articulación como un derecho en comunicación con otros instrumentos de derechos humanos y de política internacional, directrices para el diseño de políticas y tendencias emergentes.
Esta reunión es un ejemplo de cómo la gobernanza global no se limita solo a organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, la CEPAL, el Banco Mundial o las Cortes de justicia internacional por la pluralidad de participantes y espacios donde se discutió el documento de oposición inicial para que los Estados miembros acepten el Compromiso de Tlatelolco que es un instrumento vinculante para generar, intensificar y financiar mecanismos que conduzcan a la igualdad durante una década. Son una serie de acciones, con responsabilidades compartidas para diseñar en la región políticas públicas atravesadas por el derecho al cuidado.
Al respecto, la respuesta a la opinión consultiva hecha a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (31 de 2025, CIDH) sostiene el derecho a ser cuidado, a cuidar y autocuidarse en un derecho autónomo. Que se da en una relación de dependencia recíproca y que constituye la expresión directa del respeto a la dignidad humana porque asegura las condiciones mínimas para una existencia digna.
En el contexto actual, es imposible hablar de justicia global sin abordar la crisis de los cuidados. La economía mundial se sostiene, en gran medida, sobre el trabajo invisible que realizan millones de mujeres en sus hogares o en empleos precarios: cocinar, limpiar, cuidar a niños, enfermos y personas mayores. Sin embargo, este esfuerzo rara vez se reconoce como un pilar fundamental de las sociedades. El avanzar en estos derechos a través de mecanismos de gobernanza global, es una buena práctica para alcanzar las metas en la región, en el país y por qué no, en nuestros municipios.