Como parte de las labores que realizamos las restauradoras del INAH-Yucatán, destaca la de evaluar las acciones de conservación y restauración que requieren las majestuosas fachadas de mosaicos de piedra labrada que conforman los palacios mayas de Kabah, Sayil, Labná y Chacmultún. Estas edificaciones, construidas entre los años 650 y 950 d.C., pertenecen al periodo Clásico Tardío y forman parte de la emblemática Ruta Puuc. Como parte del patrimonio cultural de todos los mexicanos, invitamos al público a recorrerlas, conocerlas y disfrutarlas.
Desde 2022, en el INAH desarrollamos un proyecto que combina tecnologías de vanguardia con métodos tradicionales. Utilizamos herramientas como drones y cámaras réflex para obtener imágenes fotogramétricas, tablets para registrar deterioros sobre las imágenes procesadas y software especializado para digitalizar los datos. A la par, empleamos técnicas manuales como la medición con flexómetro y el dibujo a lápiz. El equipo, conformado por restauradores, arqueólogos y arquitectos, ha adaptado diversas metodologías según cada monumento, con el objetivo de crear un banco de información sobre el estado de conservación de las piedras labradas, los restos de estucos y las policromías que decoran estas fachadas.
Una de las contribuciones más valiosas ha sido la digitalización de los planos elaborados por el investigador H.D. Pollock en la década de 1980. Sus registros, realizados con los recursos disponibles en su época, han sido fundamentales para actualizar y ampliar la documentación sobre la arquitectura Puuc. Gracias a su trabajo, ahora podemos dar seguimiento al deterioro y evolución de estos monumentos con mayor precisión.
De manera paralela, el equipo se ha fortalecido con la participación de estudiantes de servicio social de arquitectura de diversas universidades de Yucatán. Su entusiasmo y dedicación se ha traducido en resultados concretos, entre ellos el levantamiento y dibujo arquitectónico de estructuras emblemáticas como el Codz Pop de Kabah, el Arco de Labná y el Palacio Norte de Sayil. Estas contribuciones forman parte de un proceso de aprendizaje colectivo en torno al valor del patrimonio cultural.
Resalta el caso del Gran Palacio de Labná, cuya fachada principal está orientada al oeste. Para documentarlo, esperamos a que el sol se ocultara y así evitar sombras y luz solar directa, lo que nos dejó no más de 30-40 minutos para realizar dicho registro. Este edificio cuenta con más de cinco fachadas decoradas con frisos de mosaicos que representan a deidades de nariz prominente. La última intervención de conservación en este sitio se realizó en los años noventa.
Después de capturar las imágenes, las procesamos en la oficina y regresamos al sitio para registrar directamente el estado de conservación. Documentamos diversos tipos de deterioro, como presencia biológica, humedades, fracturas, desprendimientos y pérdidas de la materia pétrea, presencia de sales, intervenciones anteriores y daños causados por la actividad humana. Este análisis nos permite entender cómo avanzan los mecanismos de deterioro que afectan a los elementos arquitectónicos y cómo interactúan con su entorno.
En el INAH, contamos con el conocimiento, la experiencia y la infraestructura técnica para ejecutar acciones de conservación y restauración del patrimonio arqueológico. Sin embargo, para lograr intervenciones de gran impacto que aseguren la preservación a largo plazo de la arquitectura Puuc, es indispensable contar con recursos económicos robustos. Un ejemplo de ello fue el impulso recibido a través del proyecto Tren Maya, desde el cual pudimos avanzar significativamente en la conservación de la Ruta Puuc. Estos apoyos permiten conformar equipos más amplios, extender las temporadas de trabajo en campo y consolidar estrategias integrales que respondan a la magnitud y complejidad de la problemática de estos bienes patrimoniales.
Así, el valor de cada esfuerzo de conservación es crear un puente vivo entre pasado y presente, entre la roca antigua y deteriorada y la vida que aún palpita en ella, asegurando que la maravilla de estos lugares siga sorprendiendo y comunicando a las generaciones actuales y venideras.
Como conservadoras y restauradoras, detenernos a observar con detalle nos permite comprender que estos edificios son mucho más que piedras: son testigos vivos del pasado. Sus fachadas, frisos y columnas parecen contener voces antiguas que aún resuenan. En el Gran Palacio de Labná aún se conservan figuras de gobernantes y dioses que reflejan una cosmovisión única. Estas representaciones merecen todo nuestro cuidado, atención y esfuerzo para garantizar su preservación.
Vidaura Cardos Ramírez, Luz Fabiola González y Natalia Hernández Tangarife forman parte de la Sección de conservación y restauración del Centro INAH Yucatán.
Coordinadora editorial de la columna:
María del Carmen Castillo Cisneros; antropóloga social del Centro INAH-Yucatán