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Los cambios de siglo son, por naturaleza, épocas de profunda transformación en todos los ámbitos sociales. El siglo XX quedó atrás con su legado de guerras infernales y un acomodo ideológico mundial que, hoy, se encuentra en pedazos. México, como parte de este crisol global, ha buscado su propio camino, añorando un proyecto político que, desde los ecos de Zapata, procure el equilibrio social.

Intentamos el camino de las sirenas socialistas, que fracasaron. Luego, en las últimas cinco décadas, nos entregamos al sistema que los tecnócratas llaman neoliberalismo. Este modelo también colapsó, dejando tras de sí millones de pobres y una polarización social rampante: unos cuantos ricos y poderosos frente a millones en situación de pobreza y hambruna. Las crisis del siglo XX aún no terminan de resolverse.

El Vacío Ideológico y la Búsqueda Fallida

El anhelo de cambio llevó a la sociedad mexicana a buscar la alternancia en el 2000 con Vicente Fox, un empresario que, sin embargo, no logró comprender las ideologías ni los ecos de las políticas económicas, inmerso como estaba en una clase política formada bajo el pensamiento teórico de Yale o Harvard. En 2006, la cúpula del PAN defraudó la incipiente democracia, seguida por la búsqueda de legitimación de Calderón a través del cruento enfrentamiento bélico contra el narcotráfico. A inicios de siglo, simplemente no había una ideología consistente.

El regreso del PRI con Peña Nieto fue la cumbre de la catástrofe y el vacío. Su sexenio evidenció la incoherencia de un proyecto político frente a los millones de pobres extremos arrojados por el neoliberalismo, una realidad probada por los datos duros del INEGI.

El arquitecto ideológico y la consolidación

Ya entrado el siglo XXI, y transcurrido su primer cuarto, el reciente discurso de la Jefa del Poder Ejecutivo, Claudia Sheinbaum, apuntaló el cambio político, de régimen y de sistema. Este cambio busca la congruencia con el ser humano en las peores condiciones para impulsar la movilidad social. Más allá del abrazo al fundador, Andrés Manuel López Obrador ha sido el arquitecto ideológico de la 4T, construyendo el puente para pasar de la llamada "derecha extrema de una clase media aspiracional" a la conciencia de equilibrio que prioriza a los más vulnerables.

López Obrador, al igual que en su momento lo vieron Marx o Zapata —de quienes ya nadie parece acordarse—, ha buscado contrarrestar el sistema de siglos, rescatando a los trabajadores y campesinos explotados. El movimiento, como lo afirma la Presidenta, se consolida y toma rumbo. Con más del 70 por ciento de aceptación a este ejercicio de gobierno, según diversas encuestas, se confirma que la gestación ha culminado: siete años y el movimiento se consolida.

Se ha utilizado una suerte de Robin Hood moderno, mediante programas de ayuda económica financiados por los impuestos que todos pagamos, para buscar el equilibrio social.

Los retos del nuevo régimen

No obstante, en el panorama político, es urgente y sano que se abran los registros para la formación de nuevos partidos políticos que puedan fungir como fiel de la balanza. Los partidos que aún mantienen su registro —el PRI, el PAN y MC— parecen sentirse cómodos en su agonía y no muestran un interés real en gobernar o ser una oposición constructiva.

El cambio de régimen ideológico enfrenta, además, tres retos fundamentales:

La Economía y la Geopolítica: La economía local y su compleja relación comercial con Estados Unidos y China.

Seguridad y Corrupción: El combate a la seguridad interna debe ser quirúrgico, acompañado del desmantelamiento de la corrupción política en todas las esferas, sin importar su alta jerarquía.

La Deuda Social: La erradicación de la pobreza extrema, especialmente la de niños sin acceso a la educación y en situación de hambre.

De cualquier forma, el parto ideológico ya se dio. Siete años de gestación han culminado en el nacimiento de un nuevo proyecto. Ahora, la tarea pendiente es igual de demandante: hay que alimentarlo y educarlo.

Paso de gato 

Estuve en el festival cultural de Sinaloa, en Culiacán. Carmina Burana, la OSLA, Orquesta Sinfónica de Artes de Sinaloa amalgamada con un mariachi monumental, la presencia de enormes cantantes de la región, como Sheila, Kareli Esparza y Ricardo Rodriguez, acompañados también por la Big band del pacifico y la presencia de Rodrigo de la Cadena quien canta hoy con la sinfónica… Es un festival que abre la puerta e invita a visitar la ciudad de los tres ríos, que goza de una cocina de mar inigualable. Sinaloa es un estado que te conquista de inmediato.


Edición: Fernando Sierra


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