Opinión
Cristian Alonso Hernández González
13/10/2025 | Mérida, Yucatán
La arquitectura doméstica maya de la Península de Yucatán posee características únicas que han perdurado desde la época prehispánica hasta la actualidad, siendo la casa de planta absidal (con extremos redondeados) uno de los principales íconos de esta tradición constructiva. A pesar de su arraigo cultural y territorial, su origen ha sido poco estudiado.
Analizar las evidencias arqueológicas y fuentes etnohistóricas permiten rastrear la evolución de esta forma arquitectónica y su permanencia como parte de la arquitectura vernácula yucateca. La arquitectura vernácula es entendida como aquella construida por las propias comunidades según sus necesidades, cultura, clima y recursos locales. No es diseñada por arquitectos formales, sino que se transmite como un saber tradicional de generación en generación. El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) la define como una expresión fundamental de identidad y diversidad cultural. Sin embargo, esta arquitectura se encuentra en riesgo debido a la globalización, el abandono y la falta de conservación. Yucatán es un ejemplo claro de esta problemática.
En cuanto a sus formas, la “casa maya” en Yucatán presenta cuatro variantes arquitectónicas principales: planta rectangular, rectangular con extremos redondeados, circular y absidal. Esta última es la que predomina, ya que su presencia es común en distintas regiones del estado y ha mostrado gran persistencia a lo largo del tiempo. La técnica constructiva empleada, aunque ha sufrido cambios, mantiene elementos esenciales como el uso de materiales locales (madera, palma, huano, zacate y piedra) unido a una transmisión oral y práctica de los conocimientos necesarios para su construcción.
Aunque las fuentes etnohistóricas como la Relación de las cosas de Yucatán de Diego de Landa y las Relaciones histórico-geográficas del siglo XVI y XVII describen principalmente los materiales y orientación de este tipo de casas, no detallan su planta arquitectónica. Se presume que estas descripciones corresponden a casas de élites y no a viviendas comunes, lo que limita su utilidad para conocer el diseño generalizado durante la época colonial. Sin embargo, la evidencia arqueológica demuestra que la planta absidal no surgió durante la colonia, como algunos estudios han propuesto, sino que tiene raíces prehispánicas profundas y es lo que a continuación explicaré.
Gracias a excavaciones arqueológicas realizadas por investigadores del Centro INAH Yucatán se han develado ejemplos de casas absidales que datan desde el periodo Preclásico Medio (1200 – 400 a.C.) en el sitio de Tipikal, pasando por Dzibilchaltún en el Preclásico Tardío (400 a.C. – 200 d.C.) y Xtojil en el Clásico Tardío (700 – 900 d.C.). Además, se han hallado restos de estas estructuras en contextos posteriores, como en las haciendas henequeneras del siglo XIX y en las comunidades mayas actuales, donde aún se construyen con variantes regionales según disponibilidad de materiales y tradición local.
De hecho, existe la hipótesis de que el origen de la casa absidal pudiera encontrarse incluso fuera de Yucatán, remontándose al Preclásico Temprano (2500 – 1200 a.C.) en sitios como Paso de la Amada (Chiapas), donde ya existían viviendas de planta oval. Esto sugiere un patrón arquitectónico compartido o paralelo en distintas regiones mesoamericanas lo que resulta interesante a investigar y registrar. Aunque aún faltan datos concluyentes, la casa maya absidal pudiera representar una continuidad cultural milenaria que sigue viva en el paisaje yucateco, siendo tanto una herencia ancestral como una forma vigente de habitar el territorio.
Cristian Alonso Hernández González es profesor investigador del Centro INAH Yucatán
Coordinadora editorial de la columna:
María del Carmen Castillo Cisneros; profesora investigadora en Antropología Social
Edición: Fernando Sierra