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El plan trumpista y la solidaridad efectiva con Palestina

La iniciativa mantiene el colonialismo israelí en el territorio e ignora el derecho a la autodeterminación
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

El pasado 13 de octubre se firmó el supuesto Plan de Paz de Trump, acompañado de dignatarios de Egipto, Qatar y Turquía, iniciándose la primera fase de éste con la liberación de 20 rehenes israelíes y cientos de prisioneros palestinos

Debe señalarse que el plan en realidad mantiene el colonialismo israelí en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental y prácticamente desconoce los inalienables derechos nacionales del pueblo palestino a la autodeterminación y al establecimiento de su Estado libre y soberano en tales territorios, que Israel ocupa militarmente desde 1967.

Lo anterior plantea que la lucha del pueblo palestino continúa con mayor intensidad, hasta alcanzar sus derechos nacionales. 

Conforme se consolida el cese al fuego y las acciones del genocidio disminuyen, resulta previsible que la cantidad e intensidad de las movilizaciones solidarias en favor de Palestina observarán una disminución real.

La participación en marchas, mítines, conciertos, coloquios y otras actividades continúa siendo importante y necesaria, pero es insuficiente.

La historia nos muestra otros caminos solidarios entre los que destaca la rica experiencia que nos heredó la lucha mundial en contra del régimen racista del apartheid en Sudáfrica. 

Uno de los aspectos más sobresalientes de esa experiencia solidaria fueron los boicots, decretados en muchos países, en diversos ámbitos, entre ellos el educativo, cultural y deportivo.

Cabe destacar que el boicot más eficaz fue, sin duda, el económico. Por toda Europa, en Estados Unidos y África se implementó un amplísimo bloqueo a los frutales sudafricanos, destacándose el que afectó a sus naranjas y piñas, así como a otros productos agrícolas.

Destacan también los boicots emprendidos por los sindicatos de estibadores de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Bélgica y otras naciones, que se negaban a cargar o descargar los barcos con armas, mercancías y productos de o hacia Sudáfrica.

Con el tiempo los boicots económicos golpearon la línea de flotación de la economía sudafricana y prácticamente la aislaron. 

Las consecuencias de este enorme movimiento solidario internacional fueron tan efectivas que finalmente los racistas de Sudáfrica se vieron obligados a liberar de prisión a Nelson Mandela y, más tarde, se negociaría el desmantelamiento del régimen de segregación racial. 

Por supuesto que no se puede equiparar mecánicamente la solidaridad con Sudáfrica con la solidaridad con Palestina.

Fuera del armamento, tecnologías militares o de inteligencia, el estado de Israel poco produce, pero mucho importa.

En este ámbito Israel sí tiene infinidad de tratos económicos y un enorme comercio con diversos países y con numerosas empresas que le proporcionan bienes y servicios que suelen utilizar en su propia subsistencia, en el engranaje colonial y, peor aún, en la ejecución del mismo genocidio. 

Por ejemplo, existe una conocida cementera mexicana que le vende enormes cantidades de su producción a Tel Aviv, cemento que es utilizado para la construcción de asentamientos israelíes en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental. En los hechos, esta empresa mexicana colabora directamente para que Israel viole el derecho internacional al colonizar ilegalmente los territorios palestinos que ocupó militarmente desde 1967. 

Existe una plataforma o sitio en internet conocida en español como BDS (siglas que corresponden a Boicot, Desinversión y Sanciones) en la que se pueden conocer los nombres de las empresas internacionales que invierten o han invertido y comercian con el estado de Israel.

El 26 septiembre de 2025 la Oficina de Derechos Humanos de la ONU publicó una nueva actualización de su base de datos de empresas vinculadas a actividades en asentamientos ilegales israelíes en el territorio palestino ocupado. En el documento se enumeran 158 compañías de 11 países, lo que representa un incremento respecto de las 97 incluidas en 2023.

Existe un caso muy curioso de una empresa transnacional que opera desde EUA y tiene sucursales en toda la Unión Europea, en casi todos los países de América Latina y el Caribe y otros de África. Su nombre es muy famoso (tiene que ver con el espacio sideral y el dinero) y se dedica a vender café y bocadillos para acompañar la infusión. El dueño de esa transnacional es un judío rabiosamente sionista, que tiene un acuerdo con el ejército israelí mediante el cual por cada dos dólares que vende en sus sucursales en cualquier parte del mundo, les manda directamente a los militares otro dólar. Con el dinero de esta empresa cafetera transnacional los militares israelíes compran bombas y balas que asesinan a los niños, las mujeres y los ancianos palestinos. 

La solidaridad activa y efectiva más importante que todos nosotros podemos brindar a la justa causa palestina en nuestros países debería identificar, denunciar y promover boicots a todas esas empresas que invierten, tienen tratos comerciales y negocian con los colonialistas que ejecutan la limpieza étnica y los mercaderes del genocidio en contra del pueblo palestino en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental.


Edición: Fernando Sierra


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