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La problemática de Chagas y la ciudad: el caso de Mérida

Un problema que ya no concierne únicamente al espacio rural
Foto: Efe

Alba R. Valdez Tah*

Este 31 de octubre se celebra el Día Mundial de las Ciudades , Mejor ciudad, Mejor vida, bajo el lema “Ciudades inteligentes centradas en las personas”, (Organización de las Naciones Unidas). A propósito, reflexiono sobre la enfermedad de Chagas como una problemática socioambiental y de salud pública en el contexto urbano. Pero ¿Chagas en la ciudad? Si cuando piensa en el tema le vienen a la mente pueblos rurales, el pic y viviendas de huano, entre otros, sin duda esto forma parte del escenario clásico de transmisión del Trypanosoma cruzi -el parásito que causa la enfermedad. El T. cruzi y su transmisión por medio de insectos triatominos que chupan sangre fue reportado por primera vez en Brasil a inicios del siglo XX, un momento histórico en el que la mayor parte de la población de América Latina era rural, empobrecida y vivía en casas de adobe y palma que, entre otros factores, favorecía la convivencia con el pic. Este es un bicho triatomino chupasangre que transmite el parásito a través de sus heces (la infección con el T. cruzi potencialmente constituye un daño a la salud a largo plazo del 35 por ciento de las personas que no reciben la atención médica adecuada y oportuna). 

Si bien este escenario clásico continua vigente hoy día, aunque en mucho menor medida, las transformaciones socioambientales y económicas en el último siglo deben llevarnos a cuestionar la imagen casi exclusivamente rural del Chagas. El crecimiento exponencial de la población que vive en las ciudades y de su mancha urbana, una mejora en las condiciones de vida y de vivienda (comparadas con las de hace un siglo), la migración y movilización humana al interior y entre los países, entre otros cambios, nos habla de una transformación del Chagas. Y, como veremos, también nos habla de la diversidad y complejidad de nuestras formas de habitar y modificar nuestro entorno.

Tomemos el caso de Mérida, en la península de Yucatán, región que es hábitat natural del pic (al igual que otras dos terceras partes del país). No sólo la capital misma ha crecido -y sigue creciendo- en población y extensión, sino los antiguos pueblos del interior del estado son hoy día centros urbanos (Valladolid, Tekax, Peto, Ticul, Oxkutzcab, entre otros). Por otro lado, en las ciudades mismas se convive con formas de vida y prácticas rurales: Mérida fue el destino de una gran masa de población rural ante el empobrecimiento en el campo hace algunas décadas; pero también la ciudad ha crecido de tal manera que pueblos, comisarías y comunidades  -tanto dentro como fuera del periférico- han quedado dentro de la dinámica urbana, principalmente al norte, poniente y nororiente, donde predominaba la población originaria. Con esto quiero decir que lo urbano no sólo es un espacio donde ocurre el Chagas, sino que la diversidad de formas de formas de habitar el espacio hoy día, desde la colonia, el barrio, las comunidades y comisarías, hasta la privadas residenciales de acceso restringido podrían configurar de manera distintas la convivencia con el insecto vector, lo que tiene implicaciones en el riesgo epidemiológico y que aún están por conocerse mejor.

Los registros del pic en Mérida datan del año 1940, cuando tenía unos 60 mil habitantes, mientras estimaciones recientes llegan a los 1.2 millones (considerando el área metropolitana). Investigadores del CIR Biomédicas UADY demostraron que en esta ciudad está el pic y que, con la mitad de ellos con el parásito, los humanos son fuente importante de sangre. Más recientemente, se ha reportado en prácticamente toda la ciudad -mayormente durante la época seca- de acuerdo con los testimonios de técnicos del programa de vectores del gobierno estatal, de investigadores y de entrevistados al norte y sur de la ciudad, así como de innumerables reportes de personas que ven al pic en sus incluyendo la mía.

Una parte de la problemática del Chagas ocurre independientemente de la presencia del pic ya que el parásito también se transmite a través de la placenta, durante el embarazo o el parto, por la trasfusión de sangre y por trasplante de algunos órganos. Estas otras vías, en conjunto con la migración humana, ha extendido la problemática a contextos urbanos tanto de América, como del mundo. Virtualmente está presente en todas las ciudades de México, así como en 44 países (incluidos Canadá, EE UU, muchos países de Europa y algunos del Pacífico occidental, África y el Mediterráneo oriental) (OMS 2021) y en países tan lejanos como Japón. Así, en paralelo, sin importar el lugar geográfico y del contexto, la necesidad de su atención y de respuestas sanitarias hacia las personas afectadas también se extiende con urgencia y prioridad más allá del continente americano y más allá del contexto rural. 

*Posdoctorante SECIHTI, profesora del ENES Mérida UNAM



Edición: Fernando Sierra


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