Opinión
Alejandro Ortiz González
11/11/2025 | Mérida, Yucatán
El 20 de febrero del 2024, el pleno del Senado de la República aprobó una iniciativa de reforma para modificar la Ley Federal del Trabajo y reconocer plenos derechos laborales de los artistas como trabajadores de la cultura, ampliando esa cobertura a toda la comunidad y no sólo a músicos y actores, a quienes la ley de 1970 ya reconoce y protege en este sentido. Al reconocimiento de los artistas como sujetos de derechos laborales se le conoce como el Estatuto del Artista.
Se modificarían los artículos 304 al 310 del Capítulo IX de esta ley, renovando una visión de más de medio siglo para este reconocimiento. El artículo 304 de la Ley Federal del Trabajo establece que las disposiciones del capítulo correspondiente, es decir, los artículos 304 a 310, se aplican a los trabajadores de espectáculos como actores y músicos en teatros, cines, centros nocturnos, circos, radio y televisión, entre otros. Este artículo especifica el tipo de trabajadores y los lugares de trabajo a los que se dirige la normativa particular sobre contratos laborales para este sector.
Unos días antes, el 5 de febrero de 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso un paquete de 20 iniciativas de reforma, 18 a nivel constitucional y dos a leyes secundarias, con modificaciones en áreas como el sistema electoral, judicial, de pensiones, programas sociales y la Guardia Nacional.
Desde entonces y a la fecha, se elevaron a rango constitucional los programas sociales, con lo cual quedaron etiquetados recursos por 1.5 billones de pesos cada año para becas a la población más vulnerable del país. Se aprobó también la reforma a la Guardia Nacional y se inició la renovación del poder judicial, a través del voto directo de la población, entre otras reformas realizadas o en marcha (como la electoral).
Sin embargo, la del Estatuto del Artista, pese a haber logrado la aprobación de todos los grupos parlamentarios en el Senado en aquel momento en 2024, pasó a la Cámara de Diputados y se estacionó, para quedar en el silencio.
Hoy es una de las principales exigencias de la comunidad artística y cultural del país, junto con la demanda de progresividad en el presupuesto (hasta alcanzar 1 por ciento del gasto programable), democratización en la distribución de los recursos, etiquetado y transparencia en su ejercicio, además de un incremento sustancial a estímulos a la creación y la producción artísticas (he escrito en estas páginas sobre los Estímulos Fiscales a la producción artística, con propuestas de modificación y ajustes que ya están en marcha), entre otras medidas urgentes en el diseño de un nuevo Proyecto Nacional de Cultura que deje atrás el modelo neoliberal de administración de la precariedad en que se encuentra la comunidad artística y cultural del país.
Junto con el reconocimiento del artista como sujeto de derechos laborales viene en consecuencia la posibilidad de construir un modelo de seguridad social y de prestaciones a la medida de sus necesidades, partiendo de la base, como hemos argumentado, que la comunidad artística no sólo es un poderoso motor económico (2.7 por ciento de aportación al PIB y 1.4 millones de empleos), esencial para la identidad nacional, sino un pilar en la construcción de sentido y valor simbólico frente a un mundo que se derechiza, recorta derechos y mercantiliza todo a su paso.
Pero esta reforma no sólo sirve a artistas independientes, sino también a quienes trabajan y han trabajado por décadas en el sector público adscrito al sector Cultura, sin prestaciones, sin contratos, sin generar antigüedad y sin derechos, subcontratados o contratados como prestadores de servicios por honorarios, sin garantía de renovación, en la zozobra y la incertidumbre. Modificar la ley es comenzar a corregir esta falla estructural.
En la Cumbre Iberoamericana de Ministros y Ministras de Cultura celebrada a finales de septiembre pasado en Barcelona, previa a MONDIACULT, se emitió una Declaratoria cuyo Acuerdo número 6 propone crear el Estatuto Iberoamericano del Artista como Trabajador de la Cultura y presentar esta iniciativa para su aprobación y promulgación durante la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, a celebrarse en Madrid los días 4 y 5 de noviembre del 2026, dentro de un año.
Es urgente que todas las organizaciones de artistas y trabajadores del arte y la cultura nos unamos en este proceso de construcción y redacción, en colaboración con las Secretarías de Cultura y del Trabajo, del Sector Salud y de Relaciones Exteriores, y de todas aquellas instancias que se requieran para ampliar al máximo posible esta cobertura, pensando en el presente, pero sobre todo en el futuro.
Por eso seguiremos proponiendo un Foro Permanente de Arte y Cultura para construir en colectivo, comunidad e instituciones, el Nuevo Proyecto de Cultura, del cual el Estatuto del Artista es y será pieza fundamental, toda vez que se trata de ampliar y garantizar los derechos culturales, la máxima premisa que enarbola esta administración.
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* Socio fundador de Bioscénica: cuerpo digital y transdisciplina y miembro de la Asamblea de Artes de la Ciudad de México (ADA). Mail:
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Edición: Fernando Sierra