Opinión
Leobardo Cox Tec
04/12/2025 | Mérida, Yucatán
Desde el 1 de diciembre los niños de los barrios populares de las ciudades y de los pueblos, empiezan a cantar La rama casa por casa a cambio de un aguinaldo que puede ser dinero, dulces y en ocasiones juguetes. Según la tradición, se deben ofrecer estos cantos antes del 16 de diciembre, día en que dan inicio las posadas.
El etnomusicólogo Max Jardow-Petersen relata que antes de los años sesenta en los pueblos mayas cercanos a Valladolid no se conocía la canción de La rama y que fue introducida por los hijos de los militares del cuartel local, que procedían de otros estados como Veracruz donde sí era una tradición arraigada. Muchos medios locales cada año repiten que esta tradición fue traída por los frailes franciscanos a su llegada a tierras mayas. Lo cierto es que no existe evidencia documental que lo compruebe. Además, los mayas antiguos del virreinato no solían celebrar la Navidad porque precisamente el 25 de diciembre era uno de los días más importantes para pagarles tributo a los encomenderos. Los únicos que celebraban eran los conquistadores. Es hasta el repoblamiento de la franja oriental después de su abandono tras la Guerra Social Maya cuando se desarrollan las actuales ceremonias, danzas y demás tradiciones decembrinas arraigadas en los pueblos de esa zona.
Los niños que cantan La rama se organizan en grupos para recorrer calles previamente elegidas. Llevan con ellos una caja de zapatos decorada como pesebre o como altar con una imagen de la Virgen de Guadalupe, la Virgen de Izamal o algún santo de su predilección, traen velas encendidas y una rama de limonaria (Murraya paniculata) adornada con globos y otras decoraciones navideñas. Algunos grupos llevan una palma de huano (Sabal mexicana) o palma ch’íit (Thrinax radiata) y la adornan entonces con cintas rojas, tarjetas religiosas o de Navidad. Los grupos de pueblos pequeños llevan farolitos hechos con latas de aluminio para alumbrar su camino y que posteriormente cuelgan en la entrada de sus casas el día de la Concepción. Por lo general, llevan una bolsa o lata para recibir dinero o golosinas que les regalan. Algunos llevan maracas, panderos o claves para animar los cantos.
La rama que se decora emula los arbolitos de Navidad. La prensa de inicios del siglo XX menciona los primeros arbolitos en la ciudad de Mérida y relata que los niños de las clases altas solían decorar ramas de abeto traídas del norte para colocar fuera de sus casas y sobre sus pesebres. Es probable que la tradición de cantar ramadas haya surgido en las ciudades y después se incorporara a los pueblos como una costumbre navideña que enseñaba a los pequeños el significado religioso de las fiestas.
Una característica que desapareció de las ramadas actuales es la capacidad de improvisación de los cantores. En la actualidad existen 11 versos que componen la canción “oficial” de La rama, antes llegaban a tener hasta 20 versos, dependiendo de qué tan creativos eran los participantes. Se usaban los nombres de personajes populares de la comunidad, así como sus oficios, características generales del pueblo o acontecimientos relevantes que sucedieron a lo largo del año para crear versos únicos que eran apreciados por los vecinos de las comunidades y que se traducían en una mayor recaudación de aguinaldos. En Yaxcabá, uno de los versos desaparecidos decía:
“Allá en el cielo
mataron cochino,
lo supo San Pedro
y llamó a don Chino”.
Este antiguo verso alude al fallecimiento de un carnicero afamado del pueblo. Otros de los versos que recuerdo de mi infancia eran dedicados a los Reyes Magos de Tizimín:
“Deme mi aguinaldo
con mucho cariño,
como se lo dieron
los Reyes al Niño.
Un recibimiento
los Santos le hicieron, coronas brillantes
al Rey le ofrecieron.
Los Reyes al Niño
le dieron regalos
y usted caballero,
me da mi aguinaldo”.
El mismo Jardow menciona que el texto del verso 10 de la canción actual de La rama había cambiado y que, en realidad, la versión original constituía una amenaza de muerte con ayuda de Dios, una maldición, en el caso de que el dueño de la casa visitada resistiera a pagar su ofrenda:
“La calavera tiene un diente, tiene un diente
Y la muerte tiene dos
Si no me dan mi aguinaldo, aguinaldo
Ya lo pagará con Dios”.
A pesar de las transformaciones que esta tradición ha sufrido, sigue siendo parte de las costumbres decembrinas de muchos niños yucatecos.
Edición: Estefanía Cardeña