Opinión
Cristóbal León Campos
11/12/2025 | Mérida, Yucatán
En un nuevo acto de provocación y de violación al Derecho internacional, el imperio estadunidense se apoderó, el pasado 10 de diciembre, de un
tanquero venezolano que transportaba petróleo, y el posterior anuncio realizado por el presidente Donald Trump ejemplifica con claridad que el acto de piratería en el Caribe no es más que otra acción en la guerra desarrollada contra el Gobierno Bolivariano, al que busca derrotar para establecer un servil mandato que le facilite la extracción del petróleo que ambiciona y que requiere ante la decadencia económica que vive.
Trump, en su papel acostumbrado, declaró que se quedarán con el petróleo contenido en la embarcación y que no descarta el inicio de acciones militares terrestres en Venezuela, lo que se suma a la militarización de la zona con aeronaves y embarcaciones de guerra que desde semanas atrás ya violan los tratados internacionales y cometen crímenes, como las ejecuciones extrajudiciales de pescadores y demás personas que navegaban en pequeñas lanchas y barcas que fueron destruidas sin reparo por los Estados Unidos, sin ser detenidas y enjuiciadas como debiera corresponder en un orden legal internacional de respeto, pero, casualmente, eso es lo que menos respeta el imperio estadounidense aunque jure que lo que desea para Venezuela es precisamente “orden y legalidad”; ¡vaya manera de contradecirse!
En las últimas semanas, la tensión sobre Venezuela se ha incrementado, las declaraciones amenazadoras de Trump contra el presidente Nicolás Maduro y la inclusión del país caribeño en una lista ilusoria de naciones que “fomentan el narcotráfico”, son los ejes discursivos de las campañas mediáticas de desprestigio pagadas por el imperio que buscan consensuar el apoyo internacional y al interior de las fuerzas armadas venezolanas, en una especie de cabildeo político para saber con cuánto apoyo cuenta en la región el imperio para cometer actos de barbarie. Pero, contrario a lo que espera el imperio, el pueblo venezolano y las fuerzas armadas bolivarianas han mostrado lealtad a su gobierno y unidad antiimperialista, cerrando filas ante los intentos de división interna y de escrutinio público en la región.
La otra parte de la intensificación de las agresiones contra Venezuela, es el show al que se ha reducido el Premio Nobel de la Paz, que ya fue entregado a
María Corina Machado, un premio que se manchó más de sangre y que perdió todo prestigio, pues Corina Machado no sólo es una abierta neofascista, sino que ha conspirado públicamente para que Estados Unidos invada a su país natal, sin importarle la muerte y destrucción que una invasión provoca. Además, sus declaraciones a favor del ente genocida de Israel y del sionismo, sumado a la solicitud de ayuda para sus intereses personales a Benjamin Netanyahu, muestra que su búsqueda no es de paz y de democracia, sino de ocupación, destrucción, autoritarismo y un abierto conservadurismo.
El otorgamiento del Nobel a Corina Machado es parte de la estrategia injerencista mediática. Primero, porque tras el anuncio de su designación como “nobel”, Corina intensificó sus ataques personales contra Maduro y reiteró su solicitud de ayuda a sus intereses a los Estados Unidos, sin pudor pide invasión a Venezuela. Segundo, la construcción de Corina como supuesta “heroína de la libertad” ha llegado al ridículo que sólo engaña a quien no quiere ver, pues al presentarse como supuesta víctima de un exilio que ella misma eligió y al decir que es perseguida, lo que intenta es desprestigiar al gobierno bolivariano sin dar pruebas y sin mediar la búsqueda de conciliación, algo que evitaría la pérdida de muchas vidas, pero no debemos olvidar que Corina fue impulsora de las guarimbas que dejaron decenas de muertes de civiles venezolanos a manos de las hordas neofascistas de la oposición. Tercero, Corina y Trump están juntos en esta nueva oleada de ataques, simultáneamente realizan las acciones, disparan amenazas e intentan crear una narrativa triunfalista sobre la Revolución Bolivariana.
La obra injerencista está montada, la piratería en alta mar, el asesinato de pescadores y civiles en el mar, el bloqueo y las sanciones económicas, las amenazas a los aliados de Venezuela, la movilización de fuerzas militares por vías aéreas y marítimas con la flagrante violación de todo el Derecho internacional, cuenta con personeros descarados en la región, como son Javier Milei y Daniel Noboa, presidentes latinoamericanos que asistieron al show del Nobel, dejan claro que su papel de falderos del imperialismo está corroborado y que son capaces de todo por recibir el apoyo imperialista a sus gobiernos totalmente desprestigiados y repudiados por el pueblo argentino y ecuatoriano.
Todas estas acciones injerencistas son repudiadas por el pueblo y ejército venezolano, quienes se mantienen fieles a su autodeterminación y a su proceso social bolivariano, y junto a ellos miles de personas manifestamos nuestro repudio a las agresiones imperialistas y al intento de convertir a Venezuela en una nueva colonia neofascista: ¡Manos fuera de Venezuela!
Edición: Estefanía Cardeña