Como pueblos y personas pertenecientes a una nación indígena nuestra diversidad cultural y social está inmersa en un sistema hegemónico, el cual nos colocó en espacios que han sido considerados aptos, acordes e, incluso, competentes para quienes vivimos bajo los estándares y estereotipos que caracterizan a una persona o pueblo originario, dejando fuera el conocimiento, adaptación y apropiación que se ha ido formado en diversos espacios y elementos.
Así, uno de estos espacios más polarizados en nuestro entorno son las redes sociales, porque tienen la capacidad de impulsar personas o marcas con productos consumibles que generan impacto y potencializan lo que para el gusto del público y los consumidores tienen mayor repercusión pues también reside en ello un sentido capitalista implícito; se expone un ideal de rostro, físico, concepto e incluso temas que son rentables promocionar y vender: la crema más reciente para reducir la edad, el último baile sensual de la o el cantante más exitoso de reggaeton, el vestido más reciente de la nueva temporada de una tienda departamental, la última playa visitada por un conductor popular, etcétera. Con ello se genera y normaliza un estándar de lo que figura en estos espacios altamente consumibles.
Por otro lado, y en contraparte a estos estándares, ha sido el mismo dinamismo social el que ha permitido a grupos sociales o culturales que, independientemente de estereotipos o características, consumir y generar contenido para estas plataformas, propiciando la aparición de perfiles y usuarios que exponen sus propias propuestas, como la enseñanza de una lengua originaria o transmisión del arte, ganando un nicho de adeptos en donde cada aplicación es adoptada, usada y adecuada de acuerdo a la realidad y contexto del usuario.
Bajo este entorno, cierta parte de las noticias virales tienen una característica importante: se salen de los estándares establecidos en redes sociales. En el caso de personas viralizadas que son pertenecientes a algún pueblo indígena esto representa -de alguna manera- un juego de valoración superficial. La noticia suele ser: indígena -maya, ayuujk, tének- hace tal o cual cosa a través de (insertar nombre de red social/espacio), en otras palabras: el indígena no sólo hace, sino que, además, utiliza un medio o plataforma para hacerlo. Al catapultarse, suelen llegar elogios y se agradece incluso el hecho de que el indígena contribuya a no dejar morir una cultura o lengua y se valora el ímpetu o la “superación” al entrar al mundo virtual.
La cuestión de fondo sería descubrir si en realidad existe un interés real de los consumidores por aprender o entender lo que promueven esos perfiles o si es sólo seguir la lógica de las tendencias sin siquiera mirar o continuar con ese aprendizaje o descubrimiento. Un ejemplo de esto sería que se viralice que una persona dé clases en una lengua minorizada, como el maya o el náhuatl, en una red social: ¿Cuál es la verdadera noticia? ¿El uso de una lengua minorizada? o ¿las clases -de esa lengua- en una plataforma donde no suele haber presencia de estos idiomas?; entonces, ¿cuántas personas realmente están interesadas en aprender el idioma? ¿Existen maestros de otras lenguas dominantes -como inglés o español- en la misma red con el mismo impacto? Tal vez para el público es más importante la acción que el contenido, dejando sin efecto la idea original que era promover el aprendizaje de una lengua indígena.
La efervescencia de lo indígena en las redes se genera porque rompe el estereotipo de “atraso cultural o tecnológico”. Por tanto, bajo esa óptica, lo indígena no debería estar en esas plataformas; ser tendencia permite medir el asombro de que una persona indígena esté fuera de las ideas preconcebidas de quienes lo viralizan. Por último, esa viralidad podría estar sujeta a las normas de fugacidad que impera en las redes sociales o, como usuarios y consumidores, servimos como instrumento para potencializar un tema de moda que ofrece beneficios a alguien: ¿hay una verdadera intención de apreciación o empatía hacia el contenido de personas o temas indígenas o es moda?
Romper el prejuicio que existe sobre las capacidades para usar y apropiarse de las tecnologías de la información, no es un propósito estipulado aunque sí representa una decisión política al usar estas plataformas en lenguas indígenas, pues permite eludir las trampas de las tendencias y mantener alejada la fugacidad para convertir nuestra voz en presencia, sea el espacio que sea.
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