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Pobres chiquitos

Aún estamos a tiempo. ¿Qué queremos para nuestros niños?
Foto: Juan Manuel Valdivia

Pobres chiquitos, no sólo están enclaustrados, sin amigos, abuelos, vecinos, además tienen que padecer los humores volubles de los que se encuentran a su alrededor, estar sentados por horas, luchar con las ganas de dormir durante la clase de un maestro que hace lo que puede, pero que nunca se comparará con la imagen manipulada con efectos especiales con las que los pequeños han crecido… y que, además, ¡les dejen tarea! ¡Ayyyyyy!

En Ensayo sobre la ceguera que La Jornada Semanal nos trajo este fin de semana, don José Saramago -afirma el ensayista José Rivera: “enfrentó a la sociedad del conocimiento alucinada por el tránsito instantáneo de la información a expensas de la incapacidad de los individuos para hacer vida comunitaria”.  

Así mismo: “Las relaciones sociales que implicaban la comunicación han sido remplazadas por las conexiones”, afirma Oscar Muñoz en su articulo de La Jornada Maya de la semana pasada, titulado “El arte, entre lo igual y lo diferente”: “Lo peor de todo es que los individuos, aislados de su contacto social, tienen miedo a lo diferente”.

 

Tareas escolares

Me pregunto sobre la necesidad de hacer tareas. ¡Incluso en fin de semana! ¿A quién beneficia? Todos las padecen: niños, padres, abuelos y maestros.

En Finlandia se cree que la tarea de los niños en casa es divertirse y jugar; nosotros, que jugar es perder el tiempo.

¿En qué momento descubre el niño su individualidad si no juega, investiga, se manifiesta creando, aprende a conocerse, a disfrutarse?

Me pregunto si el sistema educativo, además de adecuarse para ofrecer las clases por los medios visuales, se sentó a analizar junto con los docentes, creadores, pedagogos, sicólogos, fisioterapeutas, padres de familia… ¿qué queremos lograr en esta etapa que por incierta todo debe replantearse?

Pareciera que la única meta es cumplir con el programa educativo sin tomar en cuenta la realidad que padecemos. Niños que carecen de tecnología, otros que están saturados y lo que no saben es relacionarse sin ella.

No sabemos cuánto tiempo va a durar esto. Tendríamos que ser mas flexibles para entender qué es lo que queremos para nuestros niños y cuál será la consecuencia de lo que estamos haciendo con ellos.

Generación empobrecida

Urge que los niños tengan libros en casa. Esto pasará y me preocupa que, si los dejamos solos con la tecnología sin experimentar la lectura por placer, no sólo por información, tendremos una generación empobrecida en muchos sentidos: vocabulario, comprensión, percepción, lógica, sociabilización, análisis, empatía, entre otros.

Aún estamos a tiempo. ¿Qué queremos para nuestros niños? Seguramente niños felices, plenos, pero muchos jóvenes salen de la universidad sin saber qué quieren. Llenos de información, carentes de conciencia de ellos mismo.

Trabajemos juntos para apoyarlos. Lo primero es plantearnos las preguntas. ¿Es por aquí? ¿Qué necesitan? ¿Qué debemos hacer?  

Démosles a nuestros niños ese tiempo de tareas para investigar y descubrir su esencia. Necesitan tiempo libre para jugar e ir elaborando sueños que los impulsen a seguir investigando toda su vida y así, ir descubriendo sus posibilidades y ser capaces de hilar su camino.

[email protected]

Edición: Elsa Torres


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