Don Goyo, Gregorio Brito

Emiliano Buenfil
Ilustración: Víctor Montalvo Solís
La Jornada Maya

23 de diciembre, 2015

En el sendero de mis nostalgias camino por las calles de Santiago de Cuba y reconstruyo uno de los instantes más emocionantes de mi vida, cuando conocí La casa de la Trova, el santuario de la trova cubana. Yo apenas manoseaba mis primeras canciones y fui de polizón acompañando a mi padre y a don Pastor Cervera, pero también venía con nosotros un músico que me tenia impactado con su forma sutil de hacer cantar a la guitarra: el maestro Gregorio Brito, acompañado de su trio Los Duendes del Mayab, en representación de la música mexicana, de la música yucateca.

[h2]La Catedral de la Trova[/h2]
De eso hace ya como 20 años. Hoy fui a visitar a don Gregorio al templo de la trova yucateca, el Hotel Caribe, donde se reúnen los bohemios a diario al rugir del medio día. Gregorio es un joven de setenta y ocho años que se mantiene en forma en cuerpo y alma. Lo encuentro como siempre a la cabecera de una larga mesa henchida de ánimas que se reúnen al fervor de la canción, Gregorio acaricia la guitarra y borda los ensueños sonoros de la trova yucateca, el acorde de voces que acompaña hace estremecer el lugar y arranca el aplauso espontaneo de los parroquianos.

Gregorio acude todos los días a la Trova: “la trova es la vida realmente, la trova me da energía, me da vitalidad, para mí eso no es un trabajo, por eso yo siempre digo que nunca he trabajado. El que ama lo que hace, nunca va a trabajar” me dice Gregorio, un hombre que desde 1956 se consagra a la guitarra, con el Trio Panamericano o con Los Tres Yucatecos, con Pepe Villamil y Manuel Bustillos, “ese trio marco algo en mi vida, en mi vida artística, de trova o de lo que tu quieras, es un antes y un después de los tres yucatecos” platica don Gregorio con gran nostalgia

[h2]Soy de un pueblo que se llama Teya[/h2]
“Yo aprendí en mi pueblo, soy de un pueblo como tantos que hay en Yucatán, un pueblo que se llama Teya… no la hacienda, esa es otra cosa… yo allá tenia un vecino que tocaba la guitarra y yo me brincaba la albarrada y me sentaba yo a verlo, a oírlo calladamente, y a el le llamó la atención, ¿te gusta [i]Goyito[/i]? - me decía – […] Yo tenia 6 ó 7 años imagínate, ¿ya viste la guitarra que está en el rincón? (toda empolvada, medio rota y todo) ¡Llévatela a tu casa! La agarré, la llevé y como mi abuela urdía hamacas, con los hilos que tiraba, con eso le puse a la guitarra, no tenia cuerdas y con eso la hice sonar, no se cómo pero sonó.” Así es como empieza una leyenda, con lo imposible, con el destino revelando las piezas fundamentales de nuestro rompecabezas.

Gregorio sale de su pueblo para Mérida a pasar por la primaria y luego trabajar un tiempo de comerciante hasta que el [i]Gordo Marcelis[/i] lo llama para su trio, también a otro amigo con el que sólo vacilaba la guitarra “porque vacilábamos nada más, nunca me imaginé que me iba a dedicar yo a esto, pero con él empecé y ya nunca lo solté” me cuenta.

[h2]Los nuevos tiempos[/h2]
Hoy son otros tiempos y la trova ha tomado otros caminos y ha asumido nuevas realidades: “la trova yucateca tiene renombre en toda la República y tal vez hasta afuera, lo que está muy mal son los trovadores” suelta [i]Goyo [/i]de repente poniendo el dedo en la llaga, “bueno estamos muy mal, me incluyo aunque no debe ser, pero vamos a decir que la excepción marca la regla. Los trovadores que conoces, allá en la plaza, son muy buenos trovadores pero malos para organizarse […] como decía José Alfredo: me sentí superior a cualquiera, así se sienten y ese es un defecto tremendo. Por eso no logran hacer algo que valga la pena”, afirma [i]Goyo[/i]

Algo que vale la pena es sin duda el estilo de don Gregorio, y es como él dice, algo que logró empíricamente, porque los trovadores son empíricos, y van logrando a partir de imitar y aprender de oreja su propio sonido. Pero eso es lo que ya no pasa, la trova se estancó en la etapa de la copia, el sonido que logró don [i]Goyo[/i], influyó y dio sonidos característicos a la trova y ese es uno de los grandes aportes de este señor a la música yucateca, una de las cosas que lo hacen la excepción a la regla.

“Los Juglares saben lo que quieren y han sabido aprovechar, porque tienen disciplina y bastante inteligencia para mantenerse, y le dan nombre a la trova; aunque no es exactamente trova lo que ellos hacen, le dan nombre” comenta sobre los hermanos Badillo y Marrufo, quienes hoy por hoy representan la trova a nivel internacional.

“Los juglares venían aquí al Hotel Caribe, porque esto tiene 28 años, esto es prácticamente la catedral de la trova, yo sólo vi eso en Santiago de Cuba cuando fuimos, ¿te acuerdas?. Existe allá La Casa de la Trova, allá se juntan todo el tiempo, acá apenas de milagro subsiste esto, porque hay trovadictos que vienen todos los días” afirma Gregorio.

“… Hay una desidia, una indisciplina tremenda entre los trovadores de la plaza. Hay una crisis y eso provoca una crisis de calidad obviamente, porque aunque se junten tres maestros, improvisar es improvisar” continúa [i]Goyo[/i]. Le pregunto a quemarropa por los nuevos, los tríos jóvenes: “yo te puedo decir de los conocidos nuestros, que son el Trio Ensueño y Trovanova, que son los “juveniles”, pero están fuera de la plaza, están fuera completamente de las uniones de trovadores, hay otros tríos jóvenes que quieren destacar pero el defecto que tienen es que están tratando de imitar a los Juglares, sin conocer la trova antigua. Ya sé que hoy ya no es lo mismo, que hay otras armonías, pero todo se puede hacer sin perder la esencia de la trova yucateca” sentencia [i]Goyito[/i] con toda la razón en la guitarra.

[b][email protected][/b]