Pablo A.Cicero Alonzo
Foto: tomada de la web
La Jornada Maya
Viernes 20 de mayo, 2016
Es una bebida portuguesa que vuelve locos a los ingleses y que se antoja, en esta temporada en el infierno, en Yucatán. En las noches. Bien frío y con buena compañía: el Oporto. Concentrémonos en la marca favorita de la reina Isabel. No en cualquiera: el W. & J. Graham’s.
Aunque es parte de la identidad portuguesa, la historia del vino de Oporto está muy relacionada con Gran Bretaña. Sus orígenes se remontan al siglo XIV, época de la que ya se tiene constancia de intercambios comerciales de cierto antecedente del vino, aunque no llegaría a empezar a definirse realmente su calidad hasta el siglo XVII. Inglaterra ayudó a Portugal en su lucha contra los españoles y, en agradecimiento y como pago, se le concedieron a sus aliados una serie de privilegios fiscales, tanto para comerciar como para producir vinos en tierras lusas.
Ya en el siglo XVIII eran numerosos los asentamientos británicos en la zona, que comerciaban con sus propias producciones. En 1703 se firmaría el definitivo Tratado de Methuen, mediante el cual se otorgaba el monopolio de los vinos portugueses a la corona británica. Las exclusivas fórmulas del Oporto se iban terminando de perfilar, hasta que en 1756 el marqués de Pombal, Primer Ministro portugués, consiguió regular y delimitar la producción, surgiendo así la primera denominación de origen de vinos de la historia.
La historia concreta de las bodegas Graham’s se remonta al siglo XIX, y principia con la familia de origen escocés que todavía hoy da nombre a sus vinos, los Graham. En 1820 los hermanos Willian y John Graham fundaron en Oporto la asociación W. & J. Graham’s, con el objetivo de especializarse en la producción de caldos de alta calidad. Con el paso de los años, el nombre de la familia se fue alzando como uno de los más relevantes en la producción de vinos, destacando la adquisición de terrenos para el cultivo de sus propios viñedos en 1890, la Quinta dos Malvedos.
Ese mismo año se comenzó la construcción de las bodegas que son las mismas que se mantienen hasta hoy. Sobre una colina en Vila Nova de Gaia, mirando a la ciudad de Oporto y muy cerca de los aires del Atlántico, se alzan las bodegas de Graham’s. La temperatura constante, siempre suave, y las corrientes marinas, crean las mejores condiciones para el almacenamiento y envejecimiento de los vinos, que se reparten en más de seis mil barricas y numerosos toneles de roble entre gruesas paredes de granito.
A lo largo del siglo XX, mientras se extendía la fama de los vinos de Oporto por todo el mundo, el nombre de Graham’s se fue asentando, sobre todo gracias a la producción de cosechas especialmente buenas que permitieron embotellar vinos vintage, que todavía hoy se cotizan a precios muy elevados. En 1970 los herederos vendieron la compañía a la familia Symington, también ligada al mundo vinícola, que continúa el legado de sus fundadores.
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