Fiebre de oro

Alejandra Monrroy *
Foto: Fabrizio León Díez
La Jornada Maya

23 de marzo, 2016

A los cuarenta y nueve años irrumpe una sensación –por ratos inspiradora y a veces con un sentido de urgencia– de que estamos dando los últimos pasos antes de atravesar el umbral hacia la edad madura. Esta transición es, precisamente, la oportunidad para abandonar la frase condenatoria que nos acecha en todo momento, “esto lo dejaré para un momento mejor”, y comenzar a decir “ahora”.

La comezón mental y emocional que aparece ante este cambio puede ser el inicio o la primera señal de que estamos desarrollando la fiebre del oro. Yo la describiría como un deseo ardiente de sacar el máximo provecho a nuestro estado general de vida antes de llegar a los 50.

Con un poco de atención, este momento puede vivirse como una oportunidad para trabajar en ti mismo. Cuando cumples 49 años comienzan los doce meses decisivos. En este periodo tendrás la maravillosa oportunidad de realizar ejercicios de introspección, descubrimiento y valoración, que te permitirán llegar a los 50 años con un sentimiento de plena aceptación y aprecio hacia tu propio ser.

[h2]La fiebre del oro[/h2]

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra fiebre (en su segunda acepción) como viva y ardorosa agitación por una causa moral. Tal es el caso de la llamada fiebre del oro, que en el año 1849 ocasionó que miles y miles de personas se dirigieran hacia California, Estados Unidos, en busca del valioso metal.

Mi invitación es para que hoy tú te dejes contagiar de una nueva fiebre del oro. No el oro como elemento químico con símbolo “Au”, sino el oro como un sentimiento de bienestar y plenitud respecto a la persona en que te has convertido al llegar a los 49 años. Ojalá que esta fiebre del oro, que inicia como una comezón interna, se convierta en el motor que te conduzca por un viaje que te llevará a alcanzar tu mina de oro. Espero que esta fiebre suba conforme avance tu búsqueda de la plenitud.

Existen, cabe decirlo, posibles complicaciones, que aparecen como una misma consecuencia de experimentar la fiebre del oro. Una de ellas es la de sufrir alucinaciones; es decir, una alteración de la realidad en la que se ven cosas que, en realidad, no están ahí. Debes tener cuidado de que tu fiebre del oro no te lleve a actuar con exceso de confianza, ni con precaución extrema. Cualquiera de estos dos extremos podría desviarte de tu camino.

Otra serie de obstáculos pueden aparecer como consecuencia de intentar encontrar el oro donde otros lo han encontrado. Seguir el paso de otros puede ocasionar que te quedes atrapada buscando oro y no prosperar. Algunas personas cercanas a ti pueden estar buscando el oro en las redes sociales, en la práctica extrema de disciplinas deportivas, en centros de entretenimiento (como los casinos), o en una batalla constante contra las consecuencias del paso del tiempo en su cuerpo. Si bien es válido explorar nuevas formas de hacer uso del tiempo, mi invitación no es para que busques el oro fuera de ti, sino muy dentro. Por eso se vale observar, preguntar y conocer lo que otros hacen. Esto te puede servir para comparar, o como punto de información, pero no significa que tu camino y tu proceso sea el mismo.

Para sacar el máximo provecho de tu fiebre del oro, te invito a que hagas una revisión de tu estado general: ¿Cómo te sientes de cumplir 49 años? Nombra los sentimientos que esto te ocasiona. ¿Cuáles son los pensamientos que pasan por tu mente cuando te haces a la idea de que pronto tendrás 50 años?

Trata de responder estas preguntas como si te las hiciera alguien que puede comprobar si dices la verdad. De hecho, si lo pensamos, tener 49 años significa que ya no estamos en edad de mentirnos a nosotros mismos. La sinceridad es un paso hacia la madurez verdadera.
Un recordatorio: las abuelas dicen que cuando un niño padece fiebre, crece. Esperamos que esta fiebre del oro también te conduzca a un crecimiento personal.

*Profesora de inglés y perito traductor e intérprete para el Poder Judicial de Quintana Roo y Yucatán. Facilitadora de poesía-terapia en International Academy for Poetry Therapy (EU). Desde 2012 he promueve en Cancún el disfrute de la poesía y la escritura mediante talleres.

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