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José Luis Domínguez
La Jornada Maya

23 de marzo, 2016

A cerca de Ramón Espadas Aguilar, se podrían decir muchas cosas ya que es uno de esos hombres interesantes, poliédricos, enciclopédicos, de los que ya no hay muchos y, por tanto, a quien se le puede presentar desde muy distintos ángulos.

Pertenece a esa generación de transición decimonónica, a la que le tocó ver morir un siglo con sus mitos y sus sombras e iniciar otro, el XX, con cuyas luces no fue difícil dejarse deslumbrar: cambios fundacionales en lo político, en lo económico, en lo social y en lo cultural.

Tras recibir su formación profesional en la Escuela Normal de Profesores, donde empezó su acercamiento a los nuevos conocimientos que las ciencias ofrecían, se inclinó hacia la física; en particular, hacia la óptica y la optometría, disciplinas en las que se especializó en Filadelfia, sin dejar de asombrarse ante los fenómenos meteorológicos que sabía muy bien dimensionar. A esta época de profesor, en la que podríamos incluirlo en la lista de pioneros de la ciencia en Yucatán, pertenece su librito de [i]Apuntes de Agrometereología.[/i]

Pero la búsqueda de un nuevo orden también se daba en lo social. Por eso, el joven Ramón Espadas, junto con Rafael Gamboa, Carlos Castro Morales, Héctor Victoria Aguilar, y otros aguerridos jóvenes de su tiempo supieron canalizar sus energías políticas a través de la fundación del Partido Socialista Obrero, del cual fuera su primer tesorero. Fue un militante dócil a las sugerencias conciliatorias del gobernador Salvador Alvarado, quien se acercó a ellos para sugerir refundar el partido que bajo el nombre de Partido Socialista Yucateco tendría como líder al moderado Felipe Carrillo Puerto, y desde ahí catapultarlo a fin de que llegara a ser gobernador del estado, tal como sucedió en 1922.

Como educador, Ramón Espadas y Aguilar fue un incansable creyente de la naturaleza humana y sus posibilidades de cambio, a la luz de los principios de la Escuela Racionalista, cuyos planteamientos defendió en congresos pedagógicos. No en vano fue maestro normalista de primera línea y el propio Alvarado, fiel a su ideario de socialista utópico, le confió la elaboración de las bases y estatutos del ambicioso proyecto denominado Ciudad Escolar Maya, para hijos de campesinos y obreros en terrenos que habían sido propiedad de la iglesia católica. Posteriormente y pasados ya .los tiempos de la efervescencia socialista, Espadas actuó por muchos años como celoso guardián de la formación de la conciencia del hombre nuevo, a través de su función como inspector escolar.

A los perfiles de educador, político, hombre de ciencia y tronco de una familia forjada en la austeridad, la disciplina, y la solidaridad. Nos acompaña aquí una de sus hijas, la señora Ruqzeya Espadas, a quien agradecemos su presencia y le manifestamos nuestro respeto con un cálido y sentido aplauso. En su persona hacemos público reconocimiento a la labor que su madre y el grupo de mujeres que la ayudaban en la sociedad Minerva, cuyo patrimonio en estos días se ha puesto a salvo gracias a la iniciativa de los descendientes del profesor Ramón Espadas y de doña Lilia Rosado. Aquellas mujeres, entre las que estaba la esposa de Ramón Espadas y muchas maestras que en su tiempo se preocuparon por construir una nueva sociedad, lograron al mismo tiempo, exigir su derecho a participar en dicha construcción.

Esta misma sociedad Minerva, más adelante, es la que en los años cincuenta fundaría una guardería para el cuidado de los menores hijos de las mujeres trabajadoras en las inmediaciones del mercado Lucas de Gálvez. Felicito la labor de rescate que sus familiares han hecho de la documentación de esta histórica y visionaria agrupación que se adelantó a los desayunos escolares de tiempos de López Mateos, o a cualquier DIF contemporáneo.

Y por último quiero mencionar otra faceta inédita de don Ramón Espadas y Aguilar: me refiero a su perfil de masón. Tenemos en nuestro poder y para ser consultadas en la Casa de Libros José González Beytia, unas pequeñas publicaciones de su autoría que hablan de su amplia experiencia en este campo. Y quién mejor para ilustrarnos acerca de este peculiar perfil de nuestro homenajeado que el doctor Américo Rosado, a quien le pido respetuosamente nos dirija unas palabras enfatizando el papel que jugó don Ramón Espadas en la formación de la masonería yucateca y en el análisis de la historia de la misma. Le cedo la palabra a fin de que nos introduzca en el motivo que nos reúne esta tarde: La reedición del libro que sobre el tema escribiera nuestro admirado coterráneo, en 1950. De igual manera nuestro autor escribió [i]La cuestión de la Gran Logia de la Masonería del Uruguay en 1952[/i] y [i]un opúsculo denominado La Constitución Federal de 1857 [/i]y la [i]Francmasonería Progresista Universal, Rito Primitivo[/i] en 1957.

*Texto leído en la FILEY 2016, durante la presentación del libro[i] Historia general de la Francamsonería progresista universal (su filosofía)[/i], de Ramón Espadas, editado por la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de Yucatán y por la Compañía Editorial de la Península.


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