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del

Enrique Martín Briceño
La Jornada Maya

7 de marzo, 2016

De 2007 a la fecha, el Centro Regional de Investigación, Documentación y Difusión Musicales Gerónimo Baqueiro Fóster ha estado bajo la dirección de Luis Pérez Sabido, quien ha gestionado la donación de los legados de Gustavo Río y Efraín Pérez Cámara y el archivo musical de Amílcar Cetina Gutiérrez, que comprende obras de su autoría y de otros compositores.

El valioso legado de Gustavo Río, donado por su sobrino Rafael Ruz Villamil en 2009, se conserva en seis cajas y comprende, entre otras obras, las óperas [i]Kinchí[/i] y [i]Xtabay [/i]y varias composiciones sinfónicas. Desde 2010 el cuarteto de cuerdas Toccata –hoy Quinteto Gustavo Río– incorporó a su repertorio los cuartetos del compositor junto con otras obras yucatecas. Y en 2013, con motivo del 50º aniversario luctuoso de Río, se ofreció un concierto en el teatro Peón Contreras en el que se pudo escuchar parte de su música de cámara, un par de arreglos corales y dos obras sinfónicas:[i] Las ranas y Danza de los aluxes[/i]. Estas fueron interpretadas por la flamante Orquesta Sinfónica Gustavo Río Escalante de la Escuela Superior de Artes de Yucatán bajo la dirección de Mahonri Abán. También se produjo un disco compacto con grabaciones históricas de siete obras del músico.

El legado de Efraín Pérez Cámara fue donado por su nieta, la compositora Patricia Moya –residente en París– en 2010. Entre las obras que incluye la parte del mismo que hasta el momento se ha entregado al Centro Baqueiro Fóster, se encuentran [i]El Mayab[/i], ballet para orquesta sinfónica, con argumento de Leopoldo Tomassi López, y la[i] Rapsodia yucateca[/i] para orquesta. Esta última fue ejecutada por la Orquesta Sinfónica Juvenil Daniel Ayala bajo la conducción de José Luis Chan en el programa de música yucateca presentado durante la Semana del Sonido de 2011. Junto con Palenque de Pinelo Río y la [i]Fantasía yucateca[/i] de José León Bojórquez, con frecuencia se incluye en los conciertos de la agrupación juvenil.

Por su parte, desde 2007 la Orquesta Sinfónica de Yucatán continuó interpretando a autores regionales pero casi exclusivamente en los conciertos que se daban en el interior del estado bajo la batuta de Roberto Tello. En la capital, solo en dos ocasiones la orquesta que lleva el nombre de la entidad ha tocado a yucatecos: en 2010 ejecutó dos movimientos de la[i] Suite Veracruz de Daniel Ayala bajo la conducción de la estadounidense Rebecca Miller, y en 2011 estrenó [i]Mares[/i] de Germán Romero bajo la dirección de su titular Juan Carlos Lomónaco.

Cabe mencionar que en el puerto de Veracruz, donde pasó los últimos veinte años de su vida, se han ejecutado varias partituras de Daniel Ayala. La más reciente fue el Concertino para piano y cuerdas, interpretado el año pasado por Israel Ruiz Ayala, bisnieto del músico de Abalá, y la Orquesta Sinfónica Juvenil Daniel Ayala (de Veracruz) bajo la dirección de Moisés Arango Ferrer. Esta agrupación jarocha también ha grabado la[i] Suite infantil[/i] de Ayala bajo la batuta de Rey Alejandro Conde.

Finalmente, debe señalarse la labor de difusión de la obra de autores yucatecos emprendida por Russell Montañez por medio de la Orquesta de Cámara de Mérida y el Quinteto Gustavo Río a partir de 2014. A iniciativa del violista, director y arreglista, obras de Arturo Cosgaya, Domingo María Ricalde, Amílcar Cetina Gutiérrez, Daniel Ayala y autores populares yucatecos se han incluido en programas didácticos que han hecho disfrutar a públicos diversos de un repertorio prácticamente olvidado.

A estas alturas del relato, los lectores se preguntarán si los investigadores del Centro Baqueiro Fóster no indagamos en algún momento si existían partituras coloniales en la catedral de Mérida, como las hay en las catedrales de México, Puebla, Oaxaca y otras ciudades novohispanas. Por supuesto que tuvimos esa inquietud y fue por ella que ingresamos en el proyecto Musicat, una base de datos compuesta con información sobre música y músicos en las principales catedrales mexicanas, que coordinaba el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Sin embargo, hasta ahora parece que la música de la catedral de Mérida se perdió sin remedio, pues en los archivos catedralicios solamente ha aparecido un par de obras del siglo XIX (aunque hay abundante información sobre la vida musical de la catedral desde el siglo XVII, que está ya saliendo a la luz).

Así pues, el trayecto ha sido largo y fructífero, pero falta todavía mucho por andar. A continuación enlisto algunos de los pendientes que tenemos en la materia:
Completar el legado de Efraín Pérez Cámara con las obras que aún no han sido trasladadas de la ciudad de México a Mérida.

Elaborar los catálogos de los compositores representados en el acervo del Centro Baqueiro Fóster tanto en el formato usual en trabajos académicos (con indicación de coautorías, dotación, dedicatoria, estreno, etc.) como de acuerdo con las Normas de Catalogación Angloamericanas.

Identificar en la fonoteca Adda Navarrete todas las grabaciones de música yucateca de tradición escrita.

Aplicar medidas de conservación preventiva a las partituras, en especial a aquellas escritas a lápiz o más frágiles.

Digitalizar los legados que ya se tienen, priorizando aquellas obras escritas a lápiz.

Digitalizar las cintas magnetofónicas de Jorge González Ávila.

Gestionar ante la Biblioteca Nacional de Noruega la donación de una copia digital de las obras yucatecas del compositor Halfdan Jebe, quien desempeñó un papel crucial en la vida musical meridana durante los años veinte del siglo pasado.

Gestionar ante los compositores jóvenes –ahora ya los hay; hace veinte años Germán Romero era el único yucateco que levantaba la bandera en el campo de la música de concierto– la donación de copia de sus obras y de grabaciones de las mismas.

Promover la investigación histórica y musicológica de la música colonial, la música de salón y la música de concierto regionales. Algo se ha avanzado en este aspecto, pero aún hay mucha tela de donde cortar.

Promover la grabación profesional de la música de autores yucatecos, punto en el que se observa un rezago importante, pues, a pesar de contar en la actualidad con agrupaciones y solistas solventes, prácticamente no se ha grabado nada.

Como es obvio, el título “pasado presente” hace alusión al hecho de que partituras escritas en Yucatán hace cincuenta, cien o más años están llegando hoy a los oídos del público. No parece nada extraordinario, pues en nuestro tiempo podemos escuchar música compuesta en la Edad Media, el Renacimiento y épocas posteriores (lo cual no era tan fácil hace un siglo). Pero, como he tratado de explicar, esto es posible hoy gracias a la iniciativa y el trabajo de personas e instituciones que nos hemos empeñado en hacer presente un valioso pasado que –estamos convencidos– es esencial para nuestro futuro.

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