Carlos Meade
Foto: Infoqroo
La Jornada Maya
Jueves 30 de agosto, 2018
La problemática de los residuos sólidos ha crecido en el mundo en dimensiones insospechadas y preocupantes. Los tiraderos a cielo abierto a lo largo y ancho del mundo son la gangrena donde se pudre nuestra civilización. La contaminación letal que afecta a todos los aspectos de la vida, allí se incuba.
Los mares están infectados de muchas maneras, principalmente por las descargas de los ríos que arrastran aguas residuales urbanas, agrícolas e industriales; pero también por los residuos plásticos. Miles de playas están infestadas de microplásticos y en los mares se han formado enormes islas de este desecho.
¿Qué hacer? La respuesta frente a esa problemática se ha planteado desde diversos enfoques y ya es un clamor, desde la sociedad civil más organizada y activa: dejar de sólo considerar la producción y el consumo para regir a las sociedades. La irracionalidad de nuestro derroche actual es tan evidente que se han tenido que crear políticas públicas internacionales para contar con protocolos de mitigación de la contaminación.
Debido a los compromisos que México ha firmado, los municipios están obligados por la Ley General de Prevención y Gestión Integral de Residuos a contar con un Programa de Gestión Integral de los Residuos Sólidos Urbanos (PGIRS) con el fin de asegurar un buen manejo y una adecuada disposición final de dichos residuos. La realidad es que, actualmente, muchos municipios (Tulum, entre ellos) no cuentan con un Programa y su capacidad técnica y financiera sólo da para confinar los residuos en tiraderos a cielo abierto o, en el mejor de los casos, en rellenos sanitarios.
El artículo 26 de la citada ley dice: “Las entidades federativas y los municipios, en el ámbito de sus respectivas competencias, deberán elaborar e instrumentar los programas locales para la prevención y gestión integral de los residuos sólidos urbanos y de manejo especial, de conformidad con esta Ley”.
Es muy importante entender que un PGIRS no es sólo un documento técnico que mide volúmenes generados, plantea rutas de recolección y áreas para disposición final y administra las acciones operativas. Un PGIRS es también una herramienta de planeación que no puede formularse e implementarse sin la participación de los pobladores. Sin esta participación, es inviable cualquier propuesta técnica.
Desafortunadamente, la mayoría de los escasos programas municipales que se están aplicando carecen de la perspectiva participativa y se limitan a propuestas técnicas que no involucran a la población o que lo hacen en un esquema de paternalismo corporativista, que no propicia relaciones democráticas ni actitudes corresponsables.
¿Cuáles son las dificultades que enfrentan los municipios para elaborar y operar sus Programas de Gestión de los Residuos Sólidos Urbanos? Me parece que hay dos primeras preguntas que deben hacerse: ¿Qué significa un buen manejo y una disposición adecuada? ¿Quiénes integran el municipio?
Como dijimos, más allá de un plan de operación técnica de nuestros desechos, un PGIRS hace hincapié en el concepto de Gestión Integral, lo que abarca diferentes ejes en el proceso de producción, empaque, distribución, venta y consumo de productos y servicios, así como en la generación de residuos en cada una de esas fases.
De esta manera, un programa de gestión integral se compone de varios ejes de acción. De éstos, algunos tienen que ver con la operación técnica (generación, separación, recolección, almacenamiento, barrido, procesamiento, reciclaje, traslado, tratamiento, aprovechamiento de materiales, confinamiento) pero otros comprenden aspectos socioeconómicos, jurídicos y culturales (leyes, normas, reglamentos, políticas públicas, financiamiento, educación, comunicación, capacitación y transectorización).
El responsable para la elaboración de los programas de gestión integral de los residuos sólidos urbanos, como vimos, es el municipio. Aquí hay que señalar que, por lo general, se considera que el municipio está compuesto por las autoridades del Ayuntamiento, pero en una acepción más amplia, el municipio incluye también a los comercios, los servicios, la industria y la sociedad civil en su conjunto. Y en este caso, sin la participación de todos los sectores que integran la comunidad municipal, no podría implementarse un Programa de Gestión de los RSU. En la propia ley se establece que en la implementación la administración pública municipal tiene el liderazgo, pero en ningún caso debe de actuar sola y unilateralmente.
Tulum ha empezado a avanzar en la elaboración de un PGIRS con amplia participación social. Esperemos que la nueva administración le dé prioridad al proceso.
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