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Ana Ramírez
29/06/2025 | Cancún, Quintana Roo
Si bien Quintana Roo sigue siendo el líder indiscutible en bodas de destino en México, las ciudades coloniales como San Miguel de Allende, en Guanajuato; Mérida, Yucatán; y los viñedos de Querétaro están emergiendo con fuerza y se están consolidando como una de las principales competencias del Caribe Mexicano en ese segmento.
"Se dieron cuenta que las bodas de playa vienen de generación en generación, personas que por primera vez se casaron aquí en México, en el Caribe Mexicano, se fueron con una gran satisfacción, pero la segunda generación, el hermano, el hijo, el que viene atrás, dice, 'yo también quiero una boda en México, pero por el calor, el clima, me gustaría algo distinto' y entonces empezaron a surgir lugares diferentes como San Miguel de Allende, que está muy bien posicionado", indicó Julio Macías, presidente nacional de ACIBEP (Asociación de Consultores de Bodas y Eventos Profesionales).
Destacó que este nuevo enfoque responde a una búsqueda de experiencias más auténticas y frescas por parte de las nuevas generaciones. Los viñedos, en Baja California Sur, por ejemplo, también están muy fuerte con el mercado norteamericano, pero esas ciudades coloniales, las haciendas, en el caso de Mérida, han atraído visitantes.
Sin embargo, y a pesar del crecimiento de estos destinos, Quintana Roo continúa siendo el número uno en bodas de playa, gracias a su infraestructura hotelera, bellezas naturales y, sobre todo, la disposición 24/7 de su cadena de valor. “Aquí trabajamos todos los días del año, en horarios difíciles, en espacios públicos, con toda la creatividad posible. Eso nos distingue”, aseguró Macías.
Los lugares con mayor actividad siguen siendo Cancún, por su zona hotelera, y Costa Mujeres, que ha repuntado fuertemente en los últimos años, en parte por verse menos afectada por el sargazo. Tulum, por su parte, se ha convertido en un imán para eventos de estilo alternativo y festivales masivos, aportando una derrama económica considerable.
El repunte también se ve reflejado en las bodas nacionales, especialmente de estados del norte como Nuevo León, Chihuahua y Coahuila, cuyos habitantes combinan sus ceremonias con vacaciones en el Caribe Mexicano.
Las temporadas más fuertes para bodas en México van de febrero a junio, debido a la baja probabilidad de lluvias, y luego repuntan en octubre y noviembre, antes de la temporada vacacional de invierno. En contraste, septiembre es el mes más complicado por las lluvias, aunque la infraestructura local ya cuenta con planes para garantizar la calidad del evento.
Sobre la derrama económica, reconoció que cada boda genera ingresos significativos, involucrando a múltiples sectores, como banquetes, decoración, música, hospedaje, transportación y más. Acotó que el auge de nuevos destinos no es una amenaza, sino una competencia saludable que beneficia a toda la industria del romance en México.
“Muchos estados han aprendido del Caribe Mexicano: han adaptado su infraestructura, su mentalidad de servicio, y les ha funcionado. Y si les va bien a ellos, nos va bien a todos”, afirmó el presidente de ACIBEP, quien hizo un llamado a seguir fortaleciendo la identidad local y mantener los estándares que han hecho de Quintana Roo un referente internacional.
Edición: Fernando Sierra