Paul Antoine Matos
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Domingo 26 de marzo, 2017
“Corazón de neón, ojos de día brillantes, una ciudad alumbrada por luciérnagas”, dice U2 en la canción [i]City of Blinding Lights[/i]. En eso se convirtió Mérida el fin de semana, una ciudad de luces deslumbrantes.
Mientras en el resto del mundo, las ciudades quedaron a oscuras por 60 minutos con motivo de la Hora del Planeta, Mérida se encendió con los colores del Festival Internacional de la Luz (Filux), como parte de las actividades de la Capital Americana de la Cultura 2017.
Sobre la Plaza Grande se posaron varias esferas. Como una invasión alienígena, dentro de ellas se observaban luces y sonidos que auguraban el comienzo de la dominación de la Tierra.
Eran como huevos del espacio. El juego de luz y sombra de la nave nodriza revelaba un mundo extraño, con un árbol, mientras tambores tundían el son de la guerra; las pequeñas adquirían un color azul. La gente se arremolinaba alrededor de ellas en espera de su apertura, pero durante la espera se tomaron fotografías.
Por la calle 60, miles de personas caminaban hacia el norte y el sur. El DJ Roberth Firth convocaba a una gran cantidad de visitantes con sus remixes y lo jóvenes bailaban el [i]Pasito a pasito[/i] de Daddy Yankee en versión electrónica.
En el teatro Peón Contreras, el Popol Vuh recordaba la oscuridad del principio con luz. Un cártel luminoso decía “del tiempo, en que todo está inmóvil, en silencio”. Los albores del mundo irradian con la fosforescencia de los mayas.
Por el cielo de Santa Ana volaban nubes de colores y un gigantesco cerebro azul ocupaba el espacio detrás de la iglesia que estrenó su [i]videomapping[/i], un juego de sonidos y luces acompañados por una guitarra yucateca.
La calle 45 de Santa Ana, poco concurrida en otras ocasiones, se llenaba de iluminados e iluminantes. Los alebrijes eran los seres [i]mex-traterrestres[/i] que habían desembarcado en la Plaza Grande. Sus colores y figuras geométricas eran el deleite de las personas, bajo sombrillas en las ventanas que les protegían de la luz de luna.
Máscaras de demonios rosas mexicano, santos luchadores amarillos y mayas verde jade iluminaban la calle, bajo las nubes de algodón de azúcar del arcoíris.
Los Montejo miraban hacia el lado oscuro de la Luna, sobre su Paseo, formado por el prisma de arcoiris [i]PinkFloydiano[/i] que rompe la luz blanca. El Filux ofrecía un mensaje de multiculturalismo e inclusión sobre los conquistadores, ya que los láseres también asemejan a la bandera que representa el orgullo gay.
Español, maya, inglés, francés, italiano y otros idiomas convivían sobre las calles de Mérida, sin importar lo que en otro tiempo fue conocida y ahora, en la administración actual- como [i]Ciudad Blanca[/i].
Los fotones provocaron que miles de personas recorrieran la Plaza Grande, la calle 60 y el Paseo de Montejo. El Palacio Cantón estaba repleto, al igual que el Centro Cultural Olimpo. La gente esperaba en una larga cola sobre la escarpa para poder ingresar al Museo Regional de Antropología, mientras un vendedor de marquesitas aprovechaba la situación.
Según la directora, Giovana Jaspersen, el sábado acudieron siete mil 266 personas, y hasta ese día fueron 16 mil.
Los vestidos del Palacio Cantón lucían hermosos, ya que resaltaban en la negrura de la terraza, y muchas de las damas que acudieron a verlos se preguntaron si se los podían llevar, mientras que los caballeros querían regalar a su pareja uno para que ellas deslumbraran como una estrella en la noche más oscura.
Mérida se convirtió por cuatro noches en la ciudad de las luces deslumbrantes.
Jueza adscrita al penal estatal de Chalco amplió a octubre la etapa del cierre de investigación
La Jornada
Unos 3 mil productores serán beneficiados con sistemas modernos y eficientes
La Jornada Maya
Robert De Niro recibirá una Palma de Oro honorífica en el evento
Ap / Afp
Amenazó con suspender bienes y salarios a los más de 10 millones de indocumentados
La Jornada