Texto y fotos: Juan Manuel Contreras
La Jornada Maya
San Crisanto, Yucatán
Domingo 16 de febrero, 2020
Sentado a las afueras de su vivienda en San Crisanto, don Rudy espera ansioso a la clientela que el Festival de la Veda traería al puerto. Con sus muletas reposando a un costado de la silla de mimbre que ocupa, el artesano observa orgulloso sus creaciones elaboradas a base de coco. Bolsas, juguetes y lámparas yacen sobre la mesa mientras el oferente posa su mirada en el horizonte.
A Rudy Crespo Sunza la adversidad lo ha hecho más fuerte. Tras residir 19 años en Cozumel, un llamado ancestral lo devolvió a su natal Yucatán, en donde fue recibido por el Huracán [i]Isidoro[/i]. Luego de desempeñarse como gastrónomo en esa isla del caribe, su condición le impidió continuar con esa labor, pero no consiguió mitigar sus ganas de salir adelante.
De mirada profunda y trato excepcional, don Rudy platica con [i]La Jornada Maya[/i] sobre su vida, ya consagrada a la artesanía. Tras el paso del meteoro por la península, las dunas repletas de conchas iluminaron su mente y luego de esa epifanía es que decide hacer algo con el material recién salido de las aguas, todavía turbulentas.
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Luego de las conchas vino el coco, pues su versatilidad le permitió a él y a su esposa ampliar aún más la variedad de piezas que elaboraban. “Fabricamos bolsos con lo que llamamos ‘sábana de coco’, mejor conocida como el angeo, que es la tela que abraza las palmas. También confeccionamos lámparas, alcancías, copas, lo que la creatividad nos dé”, explicó.
Mientras compartimos unos deliciosos buñuelos de coco preparados por una de sus hijas, don Rudy platica que tanto su esposa, como sus siete hijos y seis nietos han aprendido de él la manera de transformar ese fruto tropical en llamativas piezas que comercian en San Crisanto y sus alrededores. Esta noble labor es la que pone el pan en su mesa.
Es el segundo año que la familia Crespo participa en el Festival de la Veda como expositores; y lo hacen principalmente para apoyar a la comunidad y a su sector pesquero. “La población es muy participativa”, aseguró el artesano, quien no puede ocultar su orgullo cada que un potencial cliente se acerca maravillado por la singularidad de sus creaciones.
Respecto a la veda del mero, don Rudy -que cuenta infinidad de pescadores entre sus amistades- opina que ha visto como los marinos sufren los embates de la prohibición y es su economía la que se ve más afectada, ya que muchos de ellos deben dedicarse a otras actividades durante esta temporada.
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