Adrián Rodríguez Ortiz, de 23 años, perdió la vista a los cuatro años a raíz de un accidente automovilístico. Actualmente, sus manos son sus ojos y, además, su herramienta principal de trabajo, pues con ellas ofrece masajes y ayuda a las personas con el estrés que cargan en sus hombros y otras partes del cuerpo.
Muestra una destreza envidiable, no pareciera que no puede ver; reconoce que sus sentidos se han agudizado y gracias a esto puede detectar mejor los males y los dolores que la gente tiene en su cuerpo. “Siento que estoy ayudando a las personas”, afirma.
Rodríguez Ortiz es una de las tantas personas con alguna discapacidad que participan en la feria por la inclusión de personas con discapacidad que se realiza en la terminal de ADO Centro Histórico de Mérida, la cual inició este lunes y concluye el 22 de diciembre, quienes señalan que las discapacidades no los definen, siguen siendo humanos al igual que todas las demás personas.
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Sin embargo, las personas coincidieron en que hace falta más inclusión y accesibilidad en el ámbito educativo, en el transporte público y, sobre todo, empatía de las personas que muchas veces los tratan con discriminación.
El lugar se podrían encontrar a personas con alguna discapacidad que ofrecen sus productos, como postres, horchatas arsenales, venta de plantas, ropa, servicio de masajes relajantes, diversas comidas, entre otros artículos. Participan 17 organizaciones de la sociedad civil y la feria estará abierta de 10 a 17 horas.
Se espera que en estos últimos días de diciembre, circulen alrededor de 130 mil pasajeros y poténciales compradores en la terminal camionera de ADO.
Rodríguez Ortiz relata que en un viaje familiar rumbo a Cancún se ponchó la llanta del auto familiar ocasionando que se voltearan, él cayó en coma, perdió la vista inmediatamente de su ojo izquierdo, y parcialmente en el derecho, pero con el paso del tiempo la luz se apagó completamente.
Adrián Rodríguez siguió con sus estudios, terminó la secundaria, empezó la preparatoria, sin embargo, no la concluyó porque era complicado, ya que la escuela no contaba con la infraestructura, ni personal capacitado, ni los materiales didácticos en braille para que pudiera estudiar.
Entonces, su madre decidió meterlo a la agrupación Terapeutas Unidos con Discapacidad para que aprendiera un oficio y así pudiera ganar su propio dinero. Ahora se dedica a dar masajes relajantes de manera personalizada a domicilio o a través de esta organización. El joven reconoce que la ciudad no es accesible para las personas con discapacidad, principalmente para la gente en su condición, ya que hay varios obstáculos físicos en las calles, lo que hace que tropiecen o golpeen, incluso dijo que personas les patean sus bastones de apoyo.
También falta que la gente haga consciencia y sea empática, sobre todo los choferes del transporte público quienes muchas veces no les dan parada, o no aceptan su tarjeta y le quieren cobrar el pasaje, o las personas ocupan los lugares exclusivos para personas con discapacidad. “Me ignoran”, subraya.
Los interesados pueden contactar a Adrian Rodriguez comunicándose al número 9994117151.
Alicia Ruvalcaba Cobarrubias, representante de Terapeutas Unidos con Discapacidad, comentó que la organización lleva 11 años capacitando a personas con discapacidad visual, auditiva e intelectual moderada, y ayudando para que puedan ser autosuficientes y puedan generar sus propio ingresos.
En su opinión, es complicado todavía que puedan insertarse en un trabajo, sobre todo para las personas con discapacidad visual, las empresas no las aceptan porque argumentan que “no ven lo que están haciendo”.
“No hay necesidad de ver, es cosa de sentir a la persona, sos ojos son sus manos”, indicó la mujer.
No obstante, dijo que actualmente, gracias a su labor, han podido conseguir algunas empresas aliadas que son influyentes que los contratan y solicitan sus servicios de masajes. Para mayor información comunicarse al 9991047965 o desde la página de Facebook.
Rosa Marlena Cahun May es contadora de profesión, pero antes de cumplir los 50 años se quedó sin trabajo. Por su edad, no pudo conseguir otro empleo, pero gracias al Centro de Rehabilitación y Educación Especial (C.R.E.E), del DIF estatal, pudo tomar un curso de repostería para luego emprender su propio negocio de al poco tiempo, contó con el apoyo de la agrupación Construyendo Vínculos.
Ella perdió su brazo izquierdo por un accidente vehicular a los 12 años, y además tiene una lesión en la columna. No obstante, eso no fue impedimento para poder continuar con su vida.
Sin embargo, admite que fue complicado, ya que en ese tiempo no se hablaba de nada de estos temas, agrega que ahora ya avanzando un poco, pero todavía falta sensibilidad e información de las personas sobre la discapacidad. "A nosotros no nos define nuestra discapacidad, seguimos siendo humanos, el problema es que la sociedad no nos ve como seres humanos”.
Dijo que en ocasiones los negocios con cajones exclusivos para personas con discapacidad en los estacionamientos no la dejan quedarse porque alejan que sí camina, pero no son conscientes de que tiene una discapacidad.
También reconoce que en los camiones los choferes no son sensibles ni empáticos, muchas veces ni han tomado asiento y ya está arrancando, “te caes encima de la gente y además se molestan”.
Para información sobre sus productos comunicarse al 999 135 1229 o aquí.
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