Matías es un pequeño, de cuatro años, al que le gustan los dinosaurios, los helicópteros, los camiones y correr. Se le ve feliz y activo. Corre de un lado a otro junto a su padre. Le encanta recoger y lanzar las pelotas. Ser libre. Sigue la mayoría de las indicaciones de su maestro, otras no tanto, pero su papá lo ayuda en todo momento. Ambos se sienten cómodos en un ambiente de confianza.
“Ya faltan 10 minutos para que me vaya”, dice a lo lejos otro pequeño. El maestro asombrado por la precisión del menor, asiente con la cabeza pero le dice que faltan unos ejercicios que debe terminar. El niño regresa a su lugar para concluir con su actividad física.
En el Club Activo Autismo ambos niños han encontrado un espacio idóneo para poder desempeñar actividades físicas con entrenadores capacitados. Se trata de un proyecto que promueve el deporte y actividades recreativas para niños y niñas con el espectro autista (TEA) y con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en Mérida.
La idea sugirió de Lucy Cantellano, quien al tener un niño diagnosticado con autismo recientemente, buscaba una actividad recreativa para sus pequeños, para que no todo su mundo gire en torno a las terapias, contó.
No obstante, señaló que no en cualquier lugar aceptan a infantes con autismo, por lo que decidió crear un espacio donde pueda con otros niños con esa misma condición y con maestros especializados.
“Siento que no hay espacios así donde se pueda explorar qué tan beneficioso puede ser el deporte para infantes con autismo, al no poderse integrar una clase normal”, expresó la madre de Rodrigo.
Además, agregó, propicia un entorno confiable donde padres y madres pasan por las mismas situaciones y se entienden entre ellos, Aquí no se sienten juzgados, ni ellos ni sus hijos y se sienten en un lugar seguro y cómodo, añadió.
“Las madres y padres no nos sorprendemos al ver a unos niños con ciertas características, movimientos, ruidos, que camina, corre, salta, porque es lo que estamos habituados y al entrar a un entorno con gente que te entiende, hay un nivel de confianza que no encuentras en otros lugares”, manifestó Lucy Cantellano.
Indicó que el fin es también crear grupos de música, de baile, hacer actividades culturales para esta niñez, junto con instructores capacitados. “Estar en un entorno donde el maestro, los papás, las mamás saben de qué se trata el diagnóstico de tu hijo es algo muy bonito que nos ayuda a votar ciertos conflictos”, recalcó.
En su opinión, todavía prevalece el miedo a tratar a niños con autismo y TDAH en diversos espacios, pues no se han acercado tanto, desconocen del tema. “Es diferente, pero sí se puede”, expresó.
Maritere Sánchez Carillo, madre de Matias, quien tiene autismo nivel 1, comenta que se enteró del club por redes sociales y le pareció interesante porque a su hijo le gusta el deporte, pero por sus características en otros lugares no lo aceptan, pues veces no sigue instrucciones o no como debería ser. “Me parece hermoso que haya esta iniciativa”, indicó.
La madre reconoció que más que rechazo, existe un miedo de que sus hijos no hagan lo que los entrenadores les pidan o a tratar con ellos. “A él le gusta mucho correr, la actividad física, es padre que pueda interactuar con niños de su misma condición”, expresó.
“Hay mucho desconocimiento, cuando las personas escuchan la palabra autismo se asustan, piensan que son niños que están llorando, gritando que no van aseguró ciertas normas; sin embargo, con el trabajo pueden llegar a hacer cosas maravillosas”, destacó.
Para Sánchez Carillo algo que le ha costado mucho son las terapias, ya que son caras, actualmente Matías acude a terapias sicoeducativas que valen alrededor de 280 pesos cada sesión.
Además, toma terapias ocupacionales, de lenguaje y otros tratamientos. Por eso, manifestó que es importante que haya apoyos por parte de las autoridades en este aspecto.
José Gerardo García Garrido, licenciado en Cultura Física y Entrenamiento Deportivo, explicó que las actividades son enfocadas en la estimulación de las habilidades motrices básicas, para que empiecen a socializar desde un trabajo individualizado.
Al hacer estos trabajos con los demás niños y niñas hay convivencia y así se van adaptando a la socialización y, de esta amanera, pueden ser funcionales en sus actividades diarias, y con la motricidad ayudará a que tengan un autocontrol.
“Hay que ser conscientes de que el niño irá a su ritmo, no hay que desesperarse, y nosotros como entrenadores estimulamos y alentamos a que realice las actividades y al final podría hacer una actividad deportiva como cualquier otro niño”, recalcó.
Agregó que es importante la empatía y entender a los niños, para poder incluir a las actividades que normalmente todo menor tiene derecho a hacer.
Las clases son dirigidas para niños y niñas de cuatro a 10 años.
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