Machismo: impedimento para fortalecer el vínculo paternal dentro de la familia

Todo cambia con el tiempo, las formas de relacionarse, de vincularse, de expresar amor también. Lejos quedó la figura paterna del patriarca; el hombre que trae dinero a la casa, y no ayuda a las labores del hogar, inspira miedo y no escucha los sentimientos de sus hijos, hijas y esposa, y de no tocar ciertos temas en la mesa.   

De no ser consciente de esto, muchos padres están destinados al olvido, o mucho peor, a la indiferencia u odio. ¿Cuándo fue la última vez que abrazaste a tu padre, y que le dijiste te quiero? “Mi papá odia las muestras de cariño, es serio”. “Mi papá nunca está en casa”. “Mi papá dice que esas cosas son de jotos”. “Mi papá no me acepta como soy”. Comentarios que me responden algunas personas que les preguntó, sobre todo varones.    

También los padres deben aprender a pedir ayuda, a escuchar sus emociones y las de su familia. Llorar. Saber llorar cuando lo necesitan, no lo pueden todo. No pueden ni deben cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros. Urge crear relaciones sanas. Al final, en una tumba, las palabras ya no sirven.   

A sus 50 años, luego de reflexionar mucho, Daniel Horta Moreno tuvo un despertar: decidió hacerse responsable de sus acciones y modificar ciertas conductas machistas para no perder el vínculo con su hija. Rompe poco a poco la pared de hielo y ahora deja ver, entre las fisuras, sus sentimientos y deja entrar la ternura.   

Tomó un taller de masculinidades para poder cambiar aspectos, dejar de replicar estereotipos y así crear una relación más sana con su hija y con su esposa. “El foco era despertar y que conocieras tus propios machismos y trabajar con ellos”, expresa.   

El padre comparte su experiencia y cómo este tipo de acciones le ha cambiado la perspectiva sobre la paternidad, y cómo ha mejorado la comunicación con su hija, aunque admite que es una lucha constante; pues es un trabajo arduo el ir modificando ciertas actitudes que los hombres y los padres han replicado por generaciones.   

Horta Moreno comentó que su hija adolescente es consciente de muchos temas sociales, de derechos humanos, de feminismo, diversidad sexual; entonces gracias a ella se dio cuenta que arrastraba conductas machistas.   

Entonces para poder combatir estas acciones y, además, aprender más sobre estos temas que son parte de la vida de su hija, buscó un espacio donde aprender la forma de pensar de su hija y las nuevas generaciones.   

Gracias a una invitación de una amiga psicóloga, llegó al taller De compa a compa que ofrece el Instituto de la Mujer.   

Se trata de un grupo reflexivo que surge con el fin de crear espacios de conversación para hombres, y así idear herramientas y alternativas para favorecer las relaciones familiares y de pareja.  

El objetivo es generar espacios de diálogo entre los hombres, contar sus experiencias como hombres para profundizar en el cambio hacia la igualdad; eliminar esos mandatos que ha impuesto la sociedad de cómo debe ser un hombre: fuerte, agresivo, sin expresar sentimientos o ser proveedor de la familia y así derribar la legitimación social de la violencia como método para resolver conflictos, apostando por formas de diálogo que partan del respeto a la dignidad de las personas.  

“Fui para empezar a conocer más todos los nuevos términos que hay con respecto a géneros, nuevas masculinidades. Tengo una hija de 19 años que es totalmente feminista. Entonces, hay que ponernos a estudiar para poder entender”, comenta.  

A su vez, dijo que su hija le mencionaba que tenía ciertas actitudes machistas, de las cuales no se daba cuenta, pero para erradicar esas prácticas violentas que tenemos los hombres todavía decidió dar el paso y acudir a este grupo.   

“Ella como ya es totalmente una chica deconstruida, moderna está actualizada y hay que ir cambiando”, reconoce el padre de familia.   

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¿Qué aprendió en este taller?  

Gracias al curso puedo reconocer cómo las costumbres y la educación que han tenido a lo largo de los años se pueden tornar en violencia. “Todos estos mandatos que nos dan desde pequeños por igual se pueden tornar en violencia, por una lucha de poder en el hogar o cualquier otra cosa, que no nos damos cuenta, no es visible es muy callado, pero ahí están esas violencias”.   

También pudo reconocer identificar sus actitudes machistas, que están ahí latentes, “el curso te ayuda a reconocer tus machismos y a trabajar con ello, te dá también herramientas para trabajar con eso”, destaca.   

Aunado a esto aprendió a ser más empática; dejar a un lado el control, el tener siempre la razón, y la figura del patriarca; tomar en cuenta para las decisiones de toda la familia, de su hija.   

¿Cómo le ha ayudado para mejorar su paternidad?  

Antes su hija le decía: “es que no escuchas, eres muy soberbio”; pero ahora trabaja para cambiar este tipo de actitudes, y no invalidar la voz de su hija y tiene el firme compromiso de seguir trabajando en su persona. No siempre él tiene la razón en todo. Ni lo sabe todo. Es más “no sé nada”.   

"Ya platicó más con mi hija, ya le pido que me explique ciertas cosas, ya trato de escucharla más y de aprender más de ella. Estoy más en la posición de aprender, a ver qué me enseña”.   

“Te haces un compromiso de cambiar todas esas cosas contigo y obviamente tiene que redundar en la relación con la familia”, afirma.   

No obstante, admite que se trata de un proceso difícil, que tiene que ir trabajando todos los días,  que no se da de la noche a la mañana; y que debe seguir tropezando, pero levantándose por su bienestar y su familia.   

“A lo mejor me vuelvo a tropezar, pero hay que estar a diario implementando todo lo que nos enseñaron", expresa. “Yo no quiero perder a mi hija, entonces me tengo que poner al día”, agrega.   

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Asimismo, pudo reflexionar cómo fue educado, su relación con su padre, con su abuelo, que eran entornos violentos y llenos de estereotipos y machismos y eran marcadas las diferencias de crianza entre sus hermanos y hermanas.   

De cómo prevalece ese pensamiento de que, al ser el proveedor de la casa, no colabora en otras tareas, tiene privilegio, no lava los trastes. Ni barre. Así fueron educados; a tener siempre la razón, pero nunca llorar.   

“Estamos reflexionando en mostrar más los sentimientos, en ser más asequible para las personas, porque siempre éramos como que ponemos una pared para que la gente no se acerque”.   

Aprendió más sobre los distintos géneros que existen, “ya es nada más hombre y mujer ni homosexuales y lesbianas ya hay gente transgénero, y toda esta cuestión nueva para nosotros”.  

Ahora, para el entrevistado el concepto de la paternidad ha cambiado por completo. Antes, pensaba que ser padre era obligar a las demás personas a hacer lo que decía. Nadie más podía opinar ni tenía voz.   

“Yo creo que la paternidad es ir acompañando a otro ser humano a que se haga totalmente independiente, es un acto de amor incondicional hacia otra persona”, subraya.   

Al final concluye con un mensaje para todos los padres: “Yo creo que todos debemos tomar estos talleres de nuevas masculinidad y paternidades y reflexionar sobre nuestros machismos para poder tener una relación de pareja y de familia más empáticas, más en paz y más felices”.

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Edición: Fernando Sierra