La cada vez más inminente llegada del huracán Delta, la cual se prevé toque tierras peninsulares la madrugada de este miércoles, provocó que miles de yucatecos se volcaran a supermercados y tiendas de conveniencia a fin de abastecerse de insumos básicos, de cara a la incertidumbre generada por el fenómeno meteorológico que ostenta la categoría 4 en la escala Saffir-Simpson.
Los más prevenidos comenzaron a llegar a los establecimientos desde las primeras horas de la mañana. Después de que el gobierno estatal anunciara la suspensión de actividades a partir de las 18 horas, la concurrencia se triplicó. Cabe mencionar que los supermercados laborarán hasta las 22 horas.
El ir y venir de personas en cadenas como Walmart, Chedraui y Soriana es constante. Sus gestos de preocupación son imperceptibles detrás de la tela de sus ya habituales cubrebocas, pero en sus miradas se vislumbra la ausencia de certeza. Para la mayoría de ellos, las llamadas “compras de pánico” son un fenómeno que ocurre cada cierto tiempo, a la par de los huracanes.
En otras ocasiones similares, las largas filas de los supermercados atestiguaban pláticas relativas al fenómeno en puerta, pero esta vez la situación fue distinta. Con la vista puesta en el horizonte y la respectiva “sana distancia”, la clientela prescindió de charlas cotidianas por temor a contagiarse de otro fenómeno sanitario que amenaza su integridad.
Las registradoras repican con cada producto que, valga la redundancia, registran. Jamón, queso, pan integral, cereal, papel higiénico, jabones, y otros productos de primera necesidad orquestaron una sinfonía de 8 bits en las cajas de los supermercados más importantes de la capital yucateca, en donde solo se permitió el ingreso a una persona por familia.
En las tiendas de conveniencia las filas fueron más largas en apariencia, pues encargados se ocuparon de que el trecho entre sus clientes fuera el indicado por las autoridades de salud. En algunas de ellas, la formación incluso rodeó la cuadra, lo que persuadió a más de un conductor de bajarse a hacer sus compras.
Otros de los sitios que evidenciaron la precaución yucateca fueron los dispensadores de agua purificada, de reciente proliferación en la región. Mientras esperan su turno para recibir el vital líquido, varios usuarios recuerdan lo acontecido en el 2002 tras el huracán Isidoro y su subsecuente incremento en el precio del agua embotellada.
No se sabe a ciencia cierta lo que sucederá tras el paso de Delta por la península. Lo que es un hecho, es que la memoria colectiva de miles de yucatecos los volcó a los centros de abasto, pues como algunos de ellos manifestaron “es mejor prevenir, que lamentar”, y en medida de sus posibilidades, procuran que la ventisca no “los agarre” con la alacena vacía.
Edición: Ana Ordaz
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