A “don Tax” lo interrumpimos mientras cargaba unas tablas de madera a cuestas. Como toda la gente de El Roble Unión, es una persona con aspiraciones y metas por cumplir.
Luego de separarse de su esposa y hacer su vida en solitario, José Isabel Tax Esteves se vio en la necesidad de conseguir un espacio para comenzar de nuevo. Las rentas en la ciudad de Mérida estaban fuera de su alcance y la pregunta “¿en dónde voy a vivir?” era recurrente en su subconsciente.
“Dios me permitió llegar acá. Sinceramente, yo escuché una voz que me dijo ‘para el carro -uno que tengo ahí viejito- y pide un terreno aquí’. Comenzamos a luchar, como todas las cosas; y a tumbar el monte”. Es así como obtuvo su “pedacito” de tierra en medio de una crisis pandémica.
Albañil de profesión, don José añora los tiempos en donde el fruto del trabajo alcanzaba para cubrir sus necesidades. Ahora, con su porción de tierra, se siente más cómodo y tranquilo. Solo espera poder conservarlo.
Asegura que el Roble Unión es un lugar muy tranquilo y bonito, por el cual han peleado con la esperanza de que las 300 familias que habitan el asentamiento consigan un espacio en donde hacer su vida.
“Hay mucha unidad, hacemos guardias, nos cuidamos entre todos para que no entre alguien a robar nuestras pertenencias por las que también hemos luchado. Aquí vive mucha gente humilde; y si es cierto que tengo un carrito, nadie sabe lo que uno ha sufrido. Hay días que no hay ni para comer”, explicó.
José Tax destacó la unión que existe entre los habitantes de su comunidad y celebró que todos vivan tranquilos desde que sus guardias nocturnas han mantenido a raya la delincuencia, que bien pudiera pensarse, abunda en asentamientos irregulares como El Roble Unión.
‘Que no se pasen de…’
“Si alguien se está pasando de…pues de lo normal, se habla con la persona o con su familia y hacemos una junta para poner solución al problema. Hay una coordinación muy bonita”, indicó don Tax en referencia al ambiente de seguridad -no institucional- que impera en el lugar.
El WhatsApp funge como una poderosa herramienta para estas personas, quienes se valen de esa aplicación para agilizar su comunicación entre manzanas y atender los contratiempos que puedan suscitarse; convocar juntas o llegar a acuerdos que les permitan preservar la armonía que impera en el lugar.
Sobre el futuro, don José vislumbra “uno bueno” en el lugar en donde lo entrevistamos. A sabiendas que aún se continúa en la lucha por poseer un espacio digno en donde vivir, conserva la esperanza de que “primeramente Dios” el sitio logrará sostenerse gracias a su buena organización.
Al preguntarle sobre sus aspiraciones, don José precisó que trata de llevarse bien con todos, estar feliz en su casa y vivir cómodamente. Quiere construir “un cuartito, una cocinita, un bañito bien hecho y lo necesario”.
“Es por lo que se lucha en la vida. No te lo vas a llevar, lógicamente, pero se queda para tus hijos. Ahorita no tengo nada, pero es un sueño que primeramente Dios estoy dispuesto a cumplir”, lanzó antes de continuar su andar por los caminos sinuosos de El Roble Unión, con sus tablas a cuestas.
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