Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

12 de octubre, 2015

Plaguicidas organoclorados, metales pesados y esteroles fecales están presentes en las aguas del anillo de cenotes de Yucatán, por lo que representan un peligro para la salud de los habitantes y el medio ambiente de la península, declaró el candidato a doctor, Ángel Polanco Rodríguez, científico de la Unidad de Ciencias Biomédicas, del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi”, de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

Esto ha sido ocasionado por el hombre, de las cuales la industria ganadera es la que más contamina debido a que se vierte al subsuelo agua sin tratar, la cual permea con facilidad el manto freático, afirmó.

La contaminación acuífera en la entidad ha generado un problema de salud pública, debido a que se ha registrado cáncer en mujeres que utilizan el agua sin tratamiento; mientras que la degradación del medio ambiente podría estar presente en la marea roja yucateca y el sargazo en la costa maya, afirmó el investigador durante la mesa panel “Perspectivas del acuífero en Yucatán, México”, en el marco del 40 aniversario del “Hideyo Noguchi”.

La doctora Flor Árcega Cabrera, de la Unidad de Química Sisal de la Universidad Autónoma de México (UNAM), reveló que el agua en algunos sitios del anillo de cenotes presentan metales como plomo, cadmio y cobre, en niveles que pueden estar dañando a los organismos que habitan el agua desde las fases tempranas de su desarrollo.

“Se pensaría que los metales se liberan sólo por la minería –explicó- pero estos elementos están presentes en nuestra vida diaria, en alimentos ya sea como conservadores, colorantes o aditivos, pilas, medicinas, lámparas ahorradoras, contenedores de todos tipos, etc., y son liberados al ambiente con el mal manejo de los desechos. Así también, es probable que los principales aportadores de metales al ambiente sean la industria pecuaria y la agrícola, principalmente por el uso de alimentos balanceados y pesticidas”.

La mayor concentración de metales se encuentra en los extremos este (Dzilám de Bravo) y oeste (Celestún) del Anillo de Cenotes; pero no todos los cenotes presentan metales debido a la ausencia de fuentes locales y al intricado sistema kárstico. Por ello menciona que es de vital importancia identificar la fuente del agua en cada sitio para poder determinar la fuente de contaminación, pero es necesario que el Gobierno del estado apoye este tipo de investigaciones.

La doctora Árcega Cabrera declaró que, principalmente, en la zona de Dzilám de Bravo, hay presencia de materia fecal de origen animal y humano, la cual es transportada desde el centro de la península durante la época de lluvias, a través del subsuelo acuífero que interconecta el anillo de cenotes con la zona costera.

Reconoció que la zona costera está expuesta a metales potencialmente tóxicos así como a aportes de materia fecal constantes cuyo efecto en el tiempo puede ser de graves consecuencias.

[h1]Agroindustria, cancerígena[/h1]

Ángel Polanco Rodríguez afirmó que la ganadería y la agricultura han ocasionado un incremento en las tasas de mortalidad de cáncer cérvicouterino y cáncer de mama en mujeres de comunidades mayas.

Los estudios revelaron que el 81 por ciento de las muestras de leche materna realizadas dieron positivo en la presencia de plaguicidas organoclorados, los cuales provienen de hidrocarburos y son utilizados en las actividades ganaderas, indicó. A nivel mundial, 220 mil muertes y 3 millones de intoxicaciones severas son ocasionadas por estos químicos anualmente, agregó.

Expresó que las mujeres mayas no perciben los riesgos de usar plaguicidas en las actividades de agricultura, ganadería y producción de traspatio, por lo que desconocen los efectos sobre la salud. Carecen de capacitación, equipo especial para fumigación y aplican plaguicidas a las cosechas almacenadas, apuntó.

En el acuífero está contaminado con plaguicidas organoclorados altamente tóxicos en 32 municipios yucatecos, los cuales afectan el sistema reproductivo y están catalogados como cancerígenos por las instancias internacionales, manifestó. Además, el 30 por ciento de la población maya bebe agua de pozos y cenotes contaminados, agregó.

Señaló que la contaminación acuífera causa, además de cáncer, daños neurotóxicos, muerte fetal y defunciones prematuras en los niños; éstas últimas están relacionadas con los plaguicidas.

Expresó que, al ser Yucatán el primer lugar en producción porcícola a nivel nacional, los vertidos de la industria permean el subsuelo. Las empresas de cerdos han impedido el acceso a científicos para verificar que sus sistemas de tratamiento de aguas residuales, los cuales la ley obliga a tener, estén en funcionamiento, reveló el investigador.

“El escenario yucateco y mexicano es altamente vulnerable, donde las condiciones de pobreza, el bajo nivel educativo y la falta de regulación para el uso de agroquímicos mantienen ciclos multifactoriales sociales y ambientales para la degradación del medio ambiente, ocasionando alto impacto para la salud pública”, consideró.

Sin embargo, la misma población ha jugado un papel importante para la contaminación. Según Mónica Chávez Guzmán, investigadora de la Unidad de Ciencias Sociales del “Hideyo Noguchi”, la cultura ambiental entre la población maya se ha modificado. “Cuando hace décadas era inconcebible que tiraran basura a sus cenotes, hoy es una práctica común”.

Reconoció que se ha perdido la educación y la conciencia de las consecuencias de tirar desechos a cenotes, porque esa contaminación la adquirirán a través del agua en el pozo.

[h1]Marea roja y sargazo, ¿efectos bioquímicos?[/h1]

Durante el verano, la península fue afectada por dos fenómenos ambientales: la alta proliferación de sargazo en las playas de Quintana Roo, la cual tuvo efectos sobre el turismo, y la presencia de una mancha de marea roja frente a las costas de Yucatán. Polanco Rodríguez consideró que el origen de ambos pudo haber sido los contaminantes que desembocan en la costa.

Un exceso de materia orgánica fecal con nutrientes obtenidos a través de los fertilizantes genera la proliferación de microalgas de organismos dinoflagelados, explicó.

La doctora Árcega Cabrera reconoció que la hipótesis manejada por diversos científicos es que el sistema se desbalancea con los nutrientes de la materia fecal, los cuales son adquiridos por organismos “oportunistas”, algunos de ellos dañinos, que pueden afectar a las poblaciones residentes. Esos nutrientes, continuó, provienen en su mayoría de la ganadería, la agricultura y los asentamientos humanos que no cuentan con tratamiento de aguas residuales.

En el estado, por cada persona hay aproximadamente cinco puercos y 12 pollos, y sus residuos terminan en la costa, mencionó.

De igual forma, los pesticidas y metales dañan a los microorganismos, incluso a niveles genéticos pudiendo desarrollar daños en las siguientes generaciones promoviendo una mayor vulnerabilidad en el sistema, expuso.

[h1]El gobierno debe escuchar a científicos[/h1]

“Las autoridades ya son conscientes de los problemas ocasionados por los agroquímicos”, expresó Polanco Rodríguez. Hace un par de meses, el titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma), Eduardo Batllori Sampedro, reconoció la problemática con los pesticidas en el manto acuífero y aseguró que será atendida.

Polanco Rodríguez enfatizó en la urgencia de que el gobierno tome en cuenta los estudios científico para diseñar políticas públicas que atiendan el desarrollo social, natural y económico de la región. “El modelo de desarrollo económico nacional no contempla la conservación de los recursos naturales o el medio ambiente, a pesar de que el tema salud-medio ambiente debe ser parte del desarrollo y evitar los altos impactos en la salud pública, tal como lo hacen en países de primer mundo”, declaró.

El investigador apuntó que para continuar con las investigaciones es necesario establecer un programa de monitoreo acuífero, en conjunto con la Comisión Nacional de Agua y la Secretaría de Salud de Yucatán; establecer programas de monitoreo para biomarcadores; talleres de promoción para la salud y prevención de cáncer, así como talleres para alternativas agroecológicas; y un análisis espacial de distribución de contaminantes.

La doctora Chávez Guzmán coincidió con el investigador y exhortó a que se apliquen multas severas a aquellas empresas que contaminen, ya que si se continúa esperando para actuar, la península se habrá contaminado de “manera drástica”.

Mientras que la doctora Árcega Cabrera exhortó al gobierno a apoyar a proyectos funcionales. Es urgente que las autoridades aporten recursos a los científicos que están realizando investigaciones de química y monitoreo ambiental, que permitirán localizar las fuentes de los contaminantes del acuífero, manifestó, de esta forma se podrá asegurar un control eficiente de la contaminación para un desarrollo sustentable en Yucatán.


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