Verónica Camacho Chávez
La Jornada Maya

Mérida
19 de junio, 2015


"Yo me separó en diciembre de 2006, me voy a vivir solo y cada semana me iba a ver a mi hija, sin ningún problema. Cuando conozco a mi actual pareja, a los seis meses, se entera Karla, la mamá de mi hija y me detiene las visitas; por celos, por castigo, por lo que quieras. En ese entonces la niña tenía 4 años y ahora tiene 12", relata Fernando, padre que ha pedido a La Jornada Maya, cambiar los nombres, para no despertar más odio ni rencor de su ex pareja.

“Mi hija siempre fue muy unida a mí, porque desde bebé, a Karla le daba asco cuando se hacía popó o cuando se vomitaba. En un principio acordamos que nos turnaríamos, un día y un día, para cuidar por las noches a la bebé, pero eso sólo fue una semana porque ella comenzó a decirme 'hazlo tú', y pues me acostumbré y por mí nunca hubo un problema”, continúa la narración.

Fernando platicó que cuando dejó de ver a su hija, todo el tiempo sufría una angustia terrible. Acudió al DIF Yucatán, a la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia (PRODEMEFA), donde le apoyaron y le hicieron ver a Karla, que él tenía todo el derecho de ver a la niña, por lo que consiguió volver a ver a la pequeña. Un día de visita, la niña le dice que no quiere regresar con su mamá, porque ésta la maltrataba.

“Hablo con mi abogado y me recomienda que me quede con la niña, pues al no estar legalmente divorciados yo tenía el derecho de hacerlo y no incurriría en ningún delito; sin embargo, Karla me denuncia por sustracción de menores, y en la Procuraduría General de Justicia, le dicen que no se podía hacer nada porque soy el papá y no hay delito que perseguir”, señaló.

Fernando recuerda que en ese entonces, la niña comenzó a tomar clases de karate, y un día, sin que nadie pudiera hacer nada, Karla pasa por la niña y se la lleva a su casa, donde ya vivía con su nueva pareja, y comienza a decirle a Rosita, “que el malo era yo, que quiero más a mi actual pareja, y entonces la niña ya no quería estar conmigo”.

Fernando comenta que no desistió hasta que logró convencer a Rosita que eso no era cierto, y logra que la niña regrese a su casa, y es ahí cuando su hija le dice que no quiere volver con su mamá, porque la regañaba todo el tiempo, le gritaba y la maltrataba, cada vez que retornaba de visitarlo. Para entonces Rosita ya tenía 9 años.

“Esa noche que la llevé de vuelta con su mamá, yo presentí que no la volvería a ver; la despedida fue muy diferente. Me abrazó, se puso a llorar. A la siguiente semana que busqué a mi hija para llevármela el fin de semana, ella me dice que no puede ir conmigo. Entonces le pregunto a la señora qué era lo que pasaba, me dijo que no quería nada de mí, ni mi dinero ni nada; pero como insistí en ver a mi hija, de repente me dice que la niña estaba diciendo que yo la tocaba cuando se bañaba”, dijo.

Fernando señala que Karla le puso una denuncia, y ahí comienza el proceso de la demostración de su presunta inocencia. Iniciaron las investigaciones y a Rosita le realizaron un examen de psicología forense, el cual salió negativo; al contrario ahí se demuestra que hay mucho maltrato psicológico de parte de la mamá, pero para entonces eso aún no era delito en Yucatán, y no es sino hasta que cambia la ley, hace tres años, cuando a través de la figura de alienación parental, que Fernando busca obtener la patria potestad de Rosita.

“La alienación parental es cuando uno de los papás, que según las estadísticas que se tienen suele ser mayormente la madre, le mete ideas negativas a los hijos en contra de la pareja, y de esa manera el niño o niña dicen que ya no quien ver al papá o la mamá”, explicó.

Reconoció que en su momento, inició el trámite para divorciarse de forma exprés, porque la primera vez que inició los trámites, el DIF Yucatán, les apoyó para hacerlo; sin embargo, el día de la firma final, Karla no asistió, “estimo que ya en cuatro meses estemos separados, y después comenzaré a ver la custodia de Rosita. Ya se demostró que no hay nada de los abusos, estoy viendo que se retire esa acusación en mi contra y el siguiente paso es recuperar a mi hija, que en noviembre cumplirá 13 años, y ya tiene derecho a declarar y decidir con quién se queda".

Con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, Fernando afirma estar tranquilo, que él ha hecho todo posible para recuperar a su hija, “tengo mucha fe, no soy de ir a la iglesia ni rezar. Yo hablo con Dios directamente: le pido mucho por mi hija, que no esté sufriendo; y ante el temor de que no llegara el día de volverla a ver, abrí un blog llamado “Cartas a mi hija”, donde le platico y le digo todo lo que hago: el calvario legal que ha sido el tratar de recuperarla, lo mucho que la quiero y pienso en ella. Ha sido muy difícil porque no tengo dinero para pagar un abogado. El que tengo es de oficio, pero me he encontrado con gente buena que me ha ayudado, pero estoy atado de manos, y sólo queda esperar a que la ley proceda para volver a estar con mi hija”.


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